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cion, que se hizo de los juegos de suerte, aunque desgraciadamente hubo de ser tan poco eficaz, como las acordadas con repeticion bajo el régimen colonial y el republicano.

En la marcha general de la administracion dominaba el celo ilustrado por el bien público, pero no pocos decretos herian intereses ó susceptibilidades respetables, y los mas, aun estando conformes con las exigencias de la opinion, se resentian de disposiciones ó consideraciones arbitrarias. La dictadura se precipitaba insensiblemente por una pendiente de violencias, que estaban cerca de degenerar en tiranía é iban produciendo disgustos sordos, pero profundos. Los liberales se irritaban al ver la persecucion, de que los republicanos, acusados de demagogos, eran objeto, y de que no faltó alguna victima. El norte americanó Jeremias fué pasado por las armas, sin que se le probara ningun crimen; y tambien fué ejecutado el argentino Mendizabal, cuyo proceso habia sido seguido en Mendoza, y á quien en el Perú independiente no podia perseguirsele sin nuevos delitos, ni mucho menos ejecutarse sin formacion de causa,

Aunque no podian herir tan vivamente los sentimientos á la sazon dominantes, no dejaban de ofender á la conciencia pública las persecuciones, de que fueron objeto españoles: beneméritos y bien quistos. Don Pedro Abadia, rico capitalista y factor de la compañia de Filipinas, que estaba casado con peruana y tenia un hijo peruano, gozaba de la estimacion general por sus beneficios privados y públicos: á muchos particulares habia favorecido con mano generosa; habia traido las máquinas de desagüe para el Cerro · de Pasco y habia introducido útiles especies de caña y de plátano; júró la independencia y contribuyó mu cho por sus consejos liberales al nuevo reglamento de comercio. Sin embargo fué preso y se le secuestraron

sus cuantiosos bienes, por que un fraile de la Merced, tomado por los guerrilleros, declaró, que llevaba correspondencias del envidiado capitalista para los realistas del interior y presentó un libro, que, puesto en relacion con otro de la misma casa comercial, debia ser la clave de ulteriores comunicaciones. La delacion era tanto mas sospechosa, cuanto que las tropas del virey acababan de tomar á Abadia muchos miles de: pesos; la pronta soltura del delator confirmaba las sospechas, de que todo habia sido una calumnia del indigno religioso, promovida por Monteagudo para perder á un español opulento y respetable; y el público no pudo dudar de ello viendo, que el encausado era absuelto por un tribunal compuesto de vocales de la alta cámara bajo la presidencia de Miller, y que, no obstante su absolucion, salia al destierro sin recobrar su envidiada fortuna.

Las providencias rigorosas contra otros españo les ó americanos, cuya conducta inspiraba fundados. recelos, fueron bien recibidas, no solo por que se tomaban á nombre de la patria en peligro, sino tambien por que algunos jefes realistas se abandonaban á los mayores excesos contra los defensores de la independencia, y aun contra pueblos enteros, que eran muy adictos á la patria.

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Por eso se encontró natural el decreto de 17 de setiembre, por el que se prohibia á los españoles sa lir de sus casas despues de las seis de la tarde. Tambien se consideró justo el decreto, que obligaba á salir del Perú en el término de un mes á los que no habian sacado carta de ciudadania, so pena de per der la mitad de sus bienes: los que tuvieran herederos forzosos, solo podian llevarse la parte disponible. Uno que otro español fué pasado por las armas, por haber sido sorprendido, pasandose al enemigo, des pues de haber jurado la independencia. Semejantes

rigores no podian compararse á los desplegados por los realistas, aunque el virey habia ofrecido meses antes regularizar la guerra, y de suyo propendia á las medidas benignas.

El Coronel Loriga, que fué al Cerro de Pasco á sacar fondos y pertrechos, se vió atacado en la ma-. drugada del 7 de diciembre por el activo é intrépido Otero, á la cabeza de doscientos veteranos y.de cinco mil indios. Las tinieblas de la noche, la espantosa griteria y el número de los asaltantes, la sorpresa y el haber volado el parque le pusieron en grandes apuros; pero, habiendo logrado sostenerse hasta la llegada del dia, pudo desbaratar la indisciplinada muchedumbre é hizo una horrible carniceria en la inerme y desaleutada indiada. Al regresar á sus posesiones de Jauja, trató cruelmente y aun incendió algu nos pueblos de la pampa de Junin, que favorecian ó podian favorecer la causa de la patria.

El bárbaro coronel Carratala se adquirió la mas triste nombradia con sus incalificables proclamas y sus actos de inhumana venganza, que él llamaba rigores de la justicia: calificaba á los patriotas de hombres sin virtudes, sacados de la heż de la sociedad y solicitos solo de locupletarse á espensas de los pueblos; es preciso, decia, desengañarse de una vez y procurar el exterminio de estos enemigos de la ver dadera felicidad del pais. Ejecutó al comandante Ve lasco, colgándole un cartelon de su propio puño y letra, en que le llamaba traidor, ladron y asesino. Fué el azote de las provincias de Lucanas y Parinacochas. Desplegó especialmente una saña feroz contra Cangallo á causa de lo mucho, que le exasperaban los intrépidos moruchucos: desde luego dirigió una elocuente proclama; despues redujo el pueblo á ce nizas y desde su cuartel general en Putica celebró aquel acte de vandalismo en estos términos:

INCENDIO DE CANG ALLO.

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Queda reducido á cenizas y borrado para siempre del catálogo de los pueblos el criminalísimo Cangallo, cuyos habitantes continuando en su perfidia se han negado con su fuga y sus excesos á la fraternidad, con que mis tropas han mirado á los demas del partido. En terreno tan proscripto, nadie podrá reedificar y se trasmitirá la cabeza de la subdelegacion á otro pueblo mas digno; mayores castigos dictará aun el brazo invencible de la justicia, para que no quede memoria de un pueblo tan malvado, que solo puede llamarse nidero de ladrones, asesinos y toda clase de delincuentes. Sirva de escarmiento á todas las demas poblaciones del distrito.-Carratalá.

El 27 de marzo decretó el gobierno protectoral, que se reedificara la incontrastable poblacion, erigiendo en su plaza un monumento, que inmortalizara su heroica constancia. El gobierno de Buenos Ayres daba un dia despues el glorioso nombre de Cangallo á una de sus mejores calles.

El Protector habia procurado estimular antes y continuó estimulando el patriotismo con distinciones. concedidas á los individuos y á los pueblos. Como las provincias de Tarma, Canta, Huarochiri, Yauyos y Cangallo habian abundado en patriotas decididos, se decretó, que todos sus vecinos desde la edad de quince años hasta la de cincuenta pudiesen llevar en el brazo un escudo con la inscripcion: á los constantes patriotas. A los guerrilleros se les concedió una medalla, cuya principal inscripcion decia: el valor es mi divisa

Gran número de mugeres entusiástas, que en todas las clases de la sociedad y hasta en el asilo de los monasterios habian prestado á la patria servicios importantes, fueron agraciadas con el distintivo de una

banda bicolor y de una medalla de oro, en la que se habia escrito: al patriotismo de las mas sensibles. Lima recibió el título de heroica y esforzada ciudad de los libres, y el inmediato pueblo de la Magdalena el de pueblo libre; Trujillo fué llamada benemérita y fidelisima á la patria, Huancayo ciudad incontrastable, Lambayeque ciudad generosa y benemérita, Huamachuco muy ilustre y fiel ciudad.

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Si estos premios honoríficos no produjeron efectos muy duraderos, por haber sido distribuidos con poca economia y á veces sin discrecion; las recompensas pecuniarias concedidas prematuramente á cierto número de jefes tuvieron una influencia perjudicial y expusieron al gobierno á fatales trastornos. La municipalidad de Lima ofreció á los soldados del ejérci to libertador tierras, y dió á ciertos gefes, de propia autoridad, fincas rústicas y urbanas, secuestradas á los realistas y valorizadas en mas de medio millon de pesos. Los designados por San Martin, al aceptar la valiosa oferta hecha el 19 de Noviembre, fueron Monteagudo, Garcia del Rio, Guisse, Forster, Luruziaga, Las Heras, Martinez, Sanchez, Alvarado, Aldunate, Necochea, Correa, Arenales, Guido, Lemos, Borgoño Paroissien, Miller, Deza y Flores. Posteriormente re galó el Protector al Director de Chile O'highins las haciendas secuestradas en el valle de Cañete al brigadier Arredondo, que habia negociado la capitulacion del Callao. No es fácil decidir, si tan extempora nea reparticion chocaba mas con la justicia ó con la política: sobreexcitando la codicia, debia dejar un corto número de satisfechos é innumerables descontentos; arruinaba familiàs peruanas por enriquecer á auxiliares, que entre las delicias de la capital parecian olvidarse de su mision libertadora; ademas desatendia las cuentas por saldar de la escuadra, los trescientos mil pesos ofrecidos á los soldados de Numancia

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