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minas. Las entradas de aduanas, que eran el manantial mas caudaloso para el porvenir, sufrian por entonces la gran disminucion, consiguiente al cobro anticipado de derechos, practicado, ya por las autoridades coloniales, ya por las de la patria, y se reducian extraordinariamente por la enorme extension del contrabando y por la profunda perturbacion del comercio. Los donativos y las confiscaciones, principal recurso del gobierno protectoral, no podian dar entradas duraderas y abun dantes. No escasearon en verdad las generosas dádivas de los patriotas: para el navio San Martin, que debia formar la base de la grmada peruana, se recogieron en Lima mas de 25,000 pesos; la insercion en la gaceta de los nombres de los suscritores estimulaba á dar mayores cuotas; y muchos tenian que hacerlo forzosamente por temor de ser mal mirados; alguno fué destituido de su empleo por la modicidad de su dádiva. Mas la pobreza del mayor número y la poca voluntad de varios hacian este recurso escaso y precario. Por mucho que se multiplicaran las confiscaciones, su importancia rentística decaia rápida y fuertemente por su misma naturaleza y por los inevitables abusos: las mas validas fincas secuestradas sufrian una depreciacion enorme, apareciendo incierta la posesion y arriesgados los derechos del comprador, mientras no estuviese consumado el triunfo de la independencia; aunque para cortar abusos, se estableció un juzgado de secuestros, no pocos venian á acrecentar la fortuna particular sin dar ingresos al fisco, á causa de las defraudaciones y de las reparticiones gratuitas. Los caudales distribuidos por Cochrane dejaron el tesoro casi exhausto. Y las entradas posteriores no bastaron á impedir, que á fines del año fuera imposible cubrir los gastos mas urgentes.

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Para salvar la angustiosa situacion de la hacieny remediar la escasez del metálico circulante se de

cretó en 14 de Diciembre la creacion de un banco auxiliar de papel moneda, aunque la mala aceptacion de los billetes emitidos en 1815, y el poco crédito de que podia gozar un gobierno no establecido sólidamente, infundian escasas esperanzas de buen éxito. El banco ofrecia la garantia de un millon de pesos, respondiendo el estado por una mitad, y el comercio ó la municipalidad por la otra. Se amortizaria el papel emitido á los dos años, ó antes, si fuera posible. Los billetes ganarian el dos por ciento al año; serian admitidos por el tesoro y por y por los particulares por la mitad de los pagos; y si estos no llegaban á diez pesos, por el todo. La amortizacion parcial del papel se haria á los tres meses en la proporcion siguiente. El banco entregaria en plata la mitad del valor, y por la otra mitad daria billetes con el interés anual del dos por ciento para amortizar menos de cincuenta pesos, del 4 para amortizar doscientos, del 5 para mil, y del 6 para amortizar mas de dos mil.

Junto con los apuros del erario preocupaban al Protector las relaciones con Colombia, que ya ofre cian serias dificultades y gérmenes de conflictos internacionales. Habia que arreglar la cuestion de lí mites por haber reclamado Bolivar extemporanea é infundadamente las provincias de Jaen y de Mainas; mediaban enojosas reclamaciones respecto del batallon Numancia; convenia determinar la extension de los auxilios recíprocos, para acabar con los últimos defensores del coloniage, y como manzana de la discordia se presentaba la anexion de Guayaquil al Perú, ó á Colombia.

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Despues de declararse independiente habia nombrado Guayaquil una junta de gobierno, compuesta, del poeta Olmedo, el coronel Jimena y el comerciante Roca, todos tres ilustrados patriotas. Una parte del vecindario queria formar un estado independiente ba

jo la proteccion de sus poderosos vecinos; algunos estaban por unirse á Colombia, y otros deseaban la incorporacion al Perú, al que los ligaban estrechamente los lazos de política, comercio, educacion у familia. Mas Bolivar, que pretendia la posesion de tan precioso puerto, habia enviado por delante en los prime ros meses de 1821 á su brazo derecho el general José Antonio Sucre, tan hábil negociador, como distinguido guerrero. Presentándose con algunos oficiales y 1,700 colombianos para auxiliar á los guayaquileños en su desigual contienda con Aymerich, Presidente español del reino de Quito, debia recabar la anexion deseada, y manifestarles, asi como á los patriotas de Cuenca, la necesidad de conferirle la direccion de sus tropas. No encontró dificultad, para que el gobierno de Guayaquil le pusiera á la cabeza del ejército. Pero, luego que a favor de un triunfo parcial alcanzado en Yaguachi (19 de Agosto de 1821) pretendió la incorporacion de la provincia á Colombia, se alarmó la junta de gobierno, y avisado San Martin acreditó ante ella de encargado de negocios al general Salazar, con órden de no imponer, ni dejar, que se impusiera la anexion, sino que se consultara la libre voluntad de los ciudadanos.

Débiles obstáculos podia oponer el Ministro del Perú sin acompañamiento militar para cruzar los proyectos gigantescos del libertador de Colombia, cuyo espíritu audaz se hallaba exaltado por la espléndida victoria de Carabobo. Sus agentes, desplegando mucha actividad, decidieron al cabildo de Puerto Viejo á someterse al gobierno colombiano, y al batallon vengadores propio de Guayaquil, á que pisoteara la bandera provincial. La junta comprimió esas tentativas, desconociendo la representacion de aquel pueblo subalterno, y levantando un nuevo batallon, al que se apresuró á ingresar casi toda la tropa de

vengadores, momentaneamente extraviada por unos pocos oficiales. Mas Bolivar, que ya se hallaba en camino para la presidencia de Quito, reprobó las medidas de represion con fiera rudeza, y escribió desde Cali el 8 de Enero de 1822: ese gobierno sabe, que Guayaquil no puede ser un pueblo libre, independiensoberano; ese gobierno sabe, que Colombia no puede, ni debe ceder sus legitimos derechos; ese gobierno. sabe en fin, que en América no hay un poder humano, que pueda hacer perder á Colombia un palmo de la integridad de su territorio.

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Con lenguaje tan amenazador coincidian las reiteradas instancias hechas á San Martin, por Sucre, de acuerdo con el gobierno guayaquileño, para que les auxiliara contra los realistas vencedores 12 de Setiembre de 1821 en Huachi: sino podia favorecerles con tropas mas numerosas, apresuraría el envio del batallon Numancia. En realidad este cuerpo era mas' embarazoso, que útil al gobierno peruano, por el es-, tado permanente de indisciplina, en que le habian puesto imprudentes ofertas al pasarse á la patria, la dilacion del ofrecido premio, y la libertad tambien prometida y no cumplida de regresar á su pais. Su intrigante coronel Heres activaba desde Guayaquil el regreso y aun habia fijado el itinerario. Felizmente para las buenas relaciones se convino, en que dicho cuerpo permaneciera en el Perú, dando solo oidos á las órdenes emanadas directamente del conciliador. Sucre, y fuese á reforzar á la tropa de tan hábil general, el coronel Santa Cruz, que con 1,600 peruanos se hallaba en Piura...

Hechos estos arreglos, y noticioso el protector de que el libertador de Colombia bajaria á Guayaquil, se embarcó para encontrarle alli el 8 de Febrero de 1821. Los grandes objetos, que se proponia en la entrevista, estan manifiestos en el siguiente decreto:

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en que encargaba á Torretagle el mando supremo.

EL PROTECTOR DEL PERU.

Cuando resolví ponerme al frente de la adminis tracion del Perú, y tomar sobre mí el peso de tan vasta responsabilidad, anuncié que en el fondo de mi, conciencia estaban escritos los motivos, que me obligaban á este sacrificio. Los testimonios que he recibido desde entónces de la confianza pública, animan la mia, y me empeñan de nuevo á consagrarme todo en tero al sosten de los derechos, que he establecido. Yo no tengo libertad sino para elejir los medios de contribuir á la perfeccion de esta grande obra, porque tiempo ha que no me pertenezco á mi mismo, sino á la causa del continente americano. Ella exijió, que me encargarse del ejercicio de la autoridad suprema, y me sometí con celo á este convencimiento: hoy me llama á realizar un designio, cuya contemplacion alhaga mis mas caras esperanzas, voy á encon trar en Guayaquil al Libertador de Colombia: los intereses generales de ambos estados, la enérgica terminacion de la guerra, que sostenemos y la estabilidad del destino, á que con rapidez se acerca la América, hacen nuestra entrevista necesaria, ya que el ór len de los acontecimientos nos ha constituido en alto grado responsables del éxito de esta sublime empresa. Yo volveré a ponerme al frente de los negocios públicos en el tiempo señalado para la reunion del Congreso: buscaré el lado de mis antiguos compañe

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de armas, si es preciso que participe dos peligros y la gloria que ofrecen los combates; y en todas circunstancias seré el primero en obedecer la voluntad general. Entre tanto, dejo el mando supremo en ma nos de un peruano, ilustre, que sabe cumplir los de: beres, que le impone su patria: él queda encargado.

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