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á los siglos venideros!

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Monteagudo, que parecia multiplicarse para atender al despacho corriente y á la plantificacion de grandes reformas, no dejaba de darse tiempo para cuidar, que la sociedad patriótica, cuyo presidente era, secundara sus planes monárquicos. Instalada esta corporacion el 12 de febrero, que era el aniversario de Chacabuco, el 18 del mismo mes le hizo aprobar su reglamento, y le propuso tres objetos preferentes de discusion: determinar la forma de gobierno, que mas convenia al Perú, señalar las causas, que habian retardado la proclamacion de la independencia, y probar la necesidad de sostener el órden. En la sesion del 8 de marzo el presbitero Dr. D. Ignacio Moreno, que por su vasta instruccion y sus principios conservadores habia sido designado para ser el campeon de la monarquia, sostuvo, que la democracia no convenia al Perú, vista su reducida poblacion y su atrasada cultura: su discur so terminó con la sentencia de Honferò: no es bueno, que muchos manden, uno solo impere, haya un solo Rey; agradó por lo tanto mucho al protectorado; pero fué oido con gran disgusto por varios socios. El medio ra cionero Arce, que habia pedido la palabra para impugnarle, comenzó diciendo, que la disertacion le parecia en cierto sentido digna de Bosuet y del siglo de Luis XIV; pero que los argumentos no le convencian y eran los mismos, con que poco tiempo antes se habia tratado de sostener al perfido é ingrato Fernando. Moreno reclamó de estas palabras como de un insulto, y protestó retirarse, si no eran retractadas; y aunque la contestacion que se dió, no le satisfizo, cedió por que Monteagudo cortó el debate. Preguntando entonces Luna Pizarro, si habria completa libertad para combatir las doctrinas expuestas, dicho ministro contestó afirmativamente, y la misma seguridad se ofreció á los socios por supremo decreto. En la inmediata

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sesion, en la que todos esperaban de él un liberal y elocuente discurso, guardó Luna Pizarro silencio, cediendo á los consejos de su amigo Unanue; mas el sistema republicano fué bien defendido por D. Manuel Perez Tudela, fiscal de la alta cámara, con aplauso de la numerosa barra. El gobierno, que le habia oido con desagrado, recogió el número del periódico el sol, en que se publicaban los discursos de la sociedad y había salido el de Tudela; providencia tanto mas chocante, cuanto que se habia dado publicidad á la disertacion de Moreno, quien fué agraciado con una canongia. No se consintió leer un pliego, que en favor de la república habia enviado cerrado el hábil profesor de San Carlos D. José Sanchez Carrion, ni otra memoria trabajada en el mismo sentido por el jóven Latorre, sobrino de Luna Pizarro.

En otras sesiones se trató del segundo punto señalado para la discusion: unos acusaron á Lima de poco patriotismo, y otros defendieron su retardo en pronunciarse por consideraciones de prudencia. Las sesiones de la sociedad, que no funcionaba al gusto del gobierno, ni podia satisfacer libremente las aspiraciones del espíritu público, se hicieron de dia en dia mas lánguidas, y acabaron sin interés alguno. Sin embargo no debe olvidarse, que del seno de esa distinguida corporacion salieron las primeras impugnaciones de la política monárquica.

El protectorado no dejaba de gestionar con varios gobiernos en favor de su proyectada monarquia. En enero habia sido enviado á Guatemala el general D. Manuel Llano, y á Chile marchó el 15 de mayo D. José Cabero y Salazar con instrucciones públicas y secretas. Las primeras tenian por principal objeto: llevar adelante las gestiones de Garcia y Parroissien; reclamar contra las demasias de Cochrane; negociar el reconocimiento de la independencia y celebrar trata

dos de comercio; las secretas se reducian á estos puntos; á que el gobierno chileno se uniformara en ideas al sistema político acordado anteriormente por el consejo de estado; á sorprender secretos, valiéndose del bello sexo, á ganar los periódicos con dinero ú obsequios para que sostuvieran ó al menos no atacaran la política del Protector; á influir en el alza de derechos de adua na en Chile, á fin de que apareciera mas liberal al reglamento de comercio, del Perú; á ponerse de acuerdo con Mosquera para recabar de aquel gobierno la adhesion á la union americana; á solicitar la venida de una expedicion á intermedios; á celebrar tratados secretos y extender sus gestiones á los gobiernos de las provincias argentinas. Al imperio de Méjico fué enviado el oficial mayor Don José Morales Ubalde el 13 de junio con iguales encargos públicos y secretos; pero llegó á aquella capital, cuando ya habia sido depuesto el emperador Iturbide.

El Comandante D. Antonio Gutierrez de Lafuente partió el 27 de mayo á las provincias argentinas con instrucciones oficiales y recomendaciones particulares, á fin de recabar de los diferentes gobernadores el envio de una expedicion al Alto Perú, que distrajera la atencion de los realistas por la frontera argentina, mientras eran atacados de este lado; el gobierno de Buenos Ayres debia facilitar los principales recursos. La lamentable anarquia, en que estaban aquellas provincias, y la mala voluntad de algunos mandatarios especialmente el último desvanecieron las esperanzas, que al principio habian hecho concebir al comisionado peruano la buena acogida obtenida en las mas provincias y los ofrecimientos de algunos gefes. En Buenos Ayres fué tratado como un simple correo de gabites, entregándole cerradas las contestaciones oficiales, y se le negó todo auxilio. Los empréstitos particulares, que su celo le hizo solicitar, á mas de ser tan onero

sos, como las circunstancias los imponian, no podian llevarse á cabo por falta de autorizacion, y suma dificultad de aplicarlos al fin deseado.

Si San Martin no podia ya esperar apoyo de las artoridades Ꭹ de las tropas argentinas; estaba seguro de obtener grandes refuerzos de Colombia, cuya completa emancipacion se habia alcanzado por la accion combinada de colombianos y peruanos en la memorable batalla de Pichincha. Desde el mes de febrero la division peruana, puesta á las órdenes de Sucre, habia tomado posesion de Cuenca y Loja sin la menor resistencia; pero á principios de marzo, cuando ya podia lisonjearse aquel con la esperanza de próximas glorias, recibió Santa Cruz un oficio, en que se le obligaba á retirarse y quedar á la obediencia del gran mariscal Lamar. Esta resolucion, fundada ostensiblemente en la necesidad de rechazar una invasion de Laserna, provino de la violencia, con que Bolívar y otros gefes colombianos procedian en la anexion de Guayaquil. Sucre, que habia procurado aplazar tan enojosa cuestion, se opuso á la mal ordenada retirada, interponiendo su autoridad militar y la fuerza, de que disponia. Santa Cruz se prestó de la mejor voluntad á seguir adelante, y San Martin revc có poco despues su 6rden inconsiderada. De esa manera se alcanzó en la campaña el éxito glorioso, que era de esperar: el mayor Lavalle consiguió cerca de Riobamba contra fuerzas cuadruplas un señalado triunfo precursor de ventajas mas decisivas, y el 24 de Mayo las fuerzas reunidas del Perú y Colombia derrocaron la dominacion espa. ñola en el Norte con la espléndida victoria de Pichincha.

El presidente Aymerich, reconociendo la inferioridad de su ejército, habia tomado posicion al pié del Pichincha, á las puertas de Quito, queriendo permanecer á la defensiva, mientras le llegaban refuerzos de

Pasto. Para precisarle á combatir, maniobró diestramente el ejército unido, escalando las escabrosas altu ras del volcan, en lo que cupo la parte mas señalada á la division peruana; y habiendo logrado anticiparsele no obstante las enormes dificultades del terreno en la ocupacion de una altura á 4,600 metros sobre el nivel del mar, se travó el memorable combate á las nueve y media del 24 de junio: se peleaba sobre el ardiente crater, cerca de picos nevados, y teniendo por espectadores cuarenta mil quiteños, cuya libertad iban á decidir las armas del Perú y Colombia; en bien reñida lucha la tenian ganada á las doce del dia. El enemigo habia dejado en el campo cuatrocientos cadáveres y ciento noventa heridos, en poder del vencedor mil cien soldados, ciento sesenta oficiales, catorce piezas de artilleria, mil setecientos fusiles y otros muchos elementos de guerra; sus restos, que se habian refugiado en el fuerte del Panecillo ó querian huir hacia el Norte, hubieron de rendirse; Aymerich capitulaba al siguiente dia; Quito solemnizó el acta de su independencia y su incorporacion á Colombia el 29; los pastusos, que habian resistido con heroico teson á las armas de Bolívar, cedieron á la fortuna irresistible de la patria.

El Libertador de Colombia en uso de sus facultades extraordinarias recompensó á Santa Cruz con el generalato en aquella república, decretó una medalla para todos los individuos de la division peruana con las inscripciones, Liertador de Quito en Pichincha-Gratitud de Colombia á la division del Perú; los reconoció beneméritos en grado eminente, y se confesó su deudor por una gran parte de la victoria. En 17 de Junio escribió al Protector, expresando los mismos sentimientos y el mas vivo deseo de retribuir el beneficio recibido, prestando al gobierno peruano los mismos y aun mas fuertes auxilios. "Al llegar á esta capital, decia, despues de los triunfos obtenidos

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