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ba como un instrumento pasivo, Monteagudo debia caer al primer impulso del huracan popular. El 25 de julio una voz, que se decia salida de casa de Riva Agüero, dió por seguro el destierro del viejo patriota Tramarria y de otros enemigos de la política ministe rial; la poblacion se agitó en todas partes con rapidez eléctrica; y la casa de Tramarria y la plaza mayor fueron invadidas por un atropellado gentío. De aquella casa fueron en comision los patriotas Mariategui y Cogoy para pedir á Torretagle la separacion del ministro; y como el Delegado Supremo les hubiere dicho, que era necesario firmar una representacion, se hizo esta en los términos siguientes, y fué cubierta en el acto de las firmas mas respetables.

Excmo. Sr.

Los ciudadanos, que firman á su nombre, y por los vecinos de la capital, con el mayor respeto dicen: que há dias, que advierten en este heróico vecindario un general disgusto y desconsuelo, que por instantes ha ido fermentando hasta el extremo de temerse con sobrado fundamento estalle una espantosa y terrible revolucion. Los verdaderos hijos del Perú, que úni camente tratan de su bien general, y de mantenerse fuertemente unidos para resistir al enemigo comun, que nos amenaza, no pueden menos que representar á V. E., que todos los disgustos del pueblo dimanan de las tiránicas, opresivas y arbitrarias providencias del ministro de Estado D. Bernardo Monteagudo.. Han visto con la mayor indignacion arrancar á algunos de sus ciudadanos del seno patrio, y amenazar á otros muchos despóticamente y sin otro fundamento que arbitrariedad y antojo de un hombre, que quiere disponer de la suerte del Perú.-Por estos motivos, como igualmente por las muchas vejaciones, que han

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sufrido los verdaderos patriotas, se halla justamente irritado este pueblo, y pide, que este detestado ministro sea removido en el instante, bajo el supuesto de que si no lo consigue antes de concluirse el dia, se provocará un Cabildo abierto, que se trata de evitar por medio de las providencias suaves y prudentes, que sobre el caso dicte V. E. Así lo esperamos por ser el voto general de un pueblo, que, instruido perfectamente de sus derechos, á fuerza de sufrir injusti cias y vejaciones, trata de ponerlos en ejercicio, y de oponer una resistencia tenaz y digna de la energía, que el memorable 7 de Setiembre desplegó por un efecto de su delicadeza, y aversion á la opresion y tiranía, luego que se le notició, que el enemigo comun habia burlado la vigilancia de nuestro ejército, y estaba en esta ciudad, destrozando los esforzados hijos del Perú.-Estos son, Excmo. señor, los sentimientos, que animan el dia de hoy al pueblo: los mismos, que ponen en la consideracion de V. E., seguros de qué su amor á la Nacion peruana, de que es tan digno hijo, y la persuasion, en que debe estar de que este recurso es, menos efecto de un entusiasmo pasajero, que deseo de eximirse de la opresion, que nos abruma. Así que, para conseguirlo, el pueblo espera con impaciencia, que V. E. proceda arreglado á este recurso, y que renazca la tranquilidad, evitándose la terrible anarquía, que ya asoma.

Dios guarde á V. E. muchos años. - Lima, Julio 25 de 1822.

La municipalidad elevaba á su vez una exposicion análoga al gefe del gobierno y oficiaba al general Alvarado, para que no se opusiera á un movimiento pacífico efectuado por la voluntad del pueblo. El tumulto arreciando en las puertas de palacio, las aclamaciones vivísimas á Colombia, Buenos Ayres y Perú, los mueras á Monteagudo, y otros gritos amenaza

dores movieron á Torretagle á otorgar la reclamada separacion del Ministro, y fué detenido en su casa con una guardia mas bien para su proteccion, que para asegurar su detencion. Recelosos de una intriga política, que pudiera atraerles la mas amarga decepcion, pidieron los amotinados la prision del ex-ministro y la garantia de no ser perseguidos; una nueva sobreexcitacion del pueblo obligó á poner á Monteagudo á bordo, y el 30 de Julio dejó proscrito las aguas del Callao, precisamente al cumplirse el año de haber entrado en Lima, con la mayor popularidad. Torretagle no habia tomado empeño en sostenerle. Riva Agüero fomentó la asonada. Alvarado, que era el general en gefe y se mostraba dispuesto á reprimir el desórden, cedió á las indicaciones de su hermano, que, como alcalde, habia apoyado la representacion suscrita por muchas personas respetables.

CAPITULO III.

FIN DEL PROTECTORADO. 1822.

Roto el dique, que retenia á la opinion, se desbor daron las ideas liberales con la violencia de las aguas represadas, á las que repentinamente se da salida: las doctrinas democráticas se pusieron en boga, y la prensa, que antes no podia hablar sobre formas de gobierno sino inclinándose á la monarquia, se declaró por la república, con calurosa decision. En ese estado de los espíritus no podia menos de reconocer San Martin un insuperable obstáculo á sus proyectos monárquicos, y en la persecucion de su principal consejero el anuncio de una oposicion violentísima. Todavia hubo, quien tratara de exaltar su amor propio, aconsejándole, que retuviera con mano firme las riendas del poder; y aun entre los principales instigadores del movimiento popular no faltaron, quienes quisieran sincerarse de toda participacion. Mas el corazon del Protector estaba, segun sus propias expresiones, dilacerado con tantos desengaños, traiciones, ingratitud y bajezas. Con una calma y abnegacion, que desgraciadamente ha tenido pocos imitadores, reconoció claramente, que ya no podia continuar dirigiendo los destinos del Perú con gloria propia y con ventaja del pais.-El era hombre de guer ra y siempre habia tenido aversion á las tareas del gabinete; su salud estaba muy quebrantada con una afección dolorosa de estómago, que le obligaba á tomar grandes cantidades de morfina, y era preciso nombrarle un sucesor; este nombramiento debian hacerlo los representantes del pueblo. "Creedme, decia en su proclama, al reasumir el mando el 20 de agosto, que, si algun derecho tengo al reconocimiento del Perú, es el haberme vuelto á encargar de lo que me es mas repugnante."

A su amigo O'hggins decia en carta del 25 Compañero y amado mio: A mi regreso de Guayaquil me ha entregado nuestro Cruz sus apreciables de U. 9, 11 de Julio y 3 de Agosto. Mucho he celebrado haya U. salido felizmente de su Congreso, asi como que se componga todo él de hombres honrados.

A mi llegada á ésta me encontré con la remocion de Monteagudo. Su carácter lo ha precipitado: yo lo hubiera separado para una Legacion; pero Torretagle me suplicó repetidas veces lo dejase, por no haber quien lo reemplazase. Todo se ha tranquilizado con mi llegada.

Vá á llegar la época, porque tanto he suspirado. El 15 6 20 del entrante voy á instalar el Congreso. El siguiente dia me embarcaré para gozar de una tranquilidad, que tanto necesito; es regular pase á Buenos Ayres á ver á mi chiquilla; si me dejan vivir en el campo con quietud, permaneceré; sino, me marcharé á la Banda Oriental.

Se ha reforzado el ejército con cuatro batallones y tres escuadrones, tres de los primeros son de Colombia; el total del ejército se compone en el dia de

once mil veteranos.

El éxito de la campaña, que, al mando de Rudesindo y Arenales, se va á emprender, no deja la menor duda de su éxito. U. me reconvendrá por no concluir la obra empezada; U. tiene mucha razon, però mas tengo yo; créame", mio, ya estoy cansado de que me llamen tirano, que en todas partes quiero ser Rey, Emperador y hasta demonio. Por otra parte, mi salud está muy deteriorada, el temperamento de este pais me lleva á la tumba; en fin, mi juventud fué sacrificada al servicio de los españoles y mi edad media al de mi patria, creo que tengo un derecho de disponer de mi vejez.

La expedicion á intermedios saldrá del 12 al 15,

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