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yen la gran nacionalidad slava, está fatal, necesaria y providencialmente destinada á fundar un Imperio colosal en esas regiones, pátria de las pátrias, cuna del cosmopolitismo, donde ni la Roma decadente de los últimos Césares, ni la Europa naciente de los Cruzados, ni el génio belicoso de Mahoma y de los osmanlies han alcanzado á fundar sino a manera de tiendas de Naciones para las caravanas y para los ejércitos de la civilizacion.

La raza slava en más grandes proporciones, esa raza intermediaria que en el dia señalado por el dedo de la Providencia hemos ya visto aparecer antes de ahora en la historia para ser la solucion de continuidad entre civilizaciones que se excluyen y que han menester refundirse en el gran todo de la humanidad; la raza slava es la solucion de continuidad necesaria entre el Oriente y el Occidente. Por eso la Rusia se ha hecho un coloso formidable en el espacio de un siglo, porque se ha hecho la representacion de esa raza. Por eso la Rusia podrá ser vencida, y ya lo está, señores, ya lo está, y ojalá lo sea por nuevas victorias en los campos de batalla; pero no podrá ser vencida en el campo de la civilizacion, porque su causa es tambien la causa de la civilizacion.

Por eso la Rusia, ó lo que representa la Rusia, irá tarde ó temprano á esa Constantinopla de felices agüeros, que un génio estravagante y profético de nuestros dias veia ya en sus sueños como la capital del mundo futuro, como la Metrópoli del Universo, y el águila slava cubriendo con un ala la civilizacion del Oriente, cubriendo con otra ala la civilizacion del Occidente, blandiendo entre sus garras el cetro de una civilizacion septentrional, presidirá al gran destino de esas tres grandes civilizaciones destinadas á refundirse en el conjunto magnífico de una sola civilizacion que la humanidad está ya tocando como con la mano. No será ahora, señores; no será ahora, pero será, porque la Europa no tiene otra solucion para esa cuestion que han elaborado los siglos; y Dios quiera, señores, Dios quiera, lo digo ante la Europa, coronado de laureles su Capitolio, y lo digo con todo el dolor del patriotismo curopeo, que es sin embargo inferior al patriotismo de la humanidad; Dios quiera, señores, Dios quiera que al volver de alguna de esas formidables campañas que hoy se inauguran en la Besarabia, en el Báltico y en la Crimea, nosotros ó nuestros hijos no estemos destinados a ver a las Naciones de Europa volver como volvian los hijos afeminados de Bizancio, volver como volvian los romanos acobardados del Ravena, trayendo entre sus manos como un tratado de paz el tratado de la decadencia de la Europa. Señores, hace algunos meses apenas me atrevia yo á pronunciar esta palabra en este sitio; hoy la ha pronunciado ya un hombre de grande inteligencia, quizás el último gran parlamentario de Europa, Mr. Guizot, la primera vez que ha visto claras las cosas del tiempo presente despues de la revolucion de 1848.

Y en esta hora, señores, en esta hora; cuando tales cuestiones se suscitan; cuando tales tormentas se levantan; cuando se abre una página tan tremenda en el libro de la historia; cuando no ya de la forma de los gobiernos, sino de la forma de los pueblos, de la forma de las Naciones y de la forma de las razas, de las formas de la civilizacion es de lo que se trata en el mundo; cuando la suerte, no ya de esas grandes Naciones, sino de la Europa entera, está encomendada á los ejéreitos y á las escuadras de la Francia y de la Inglater

ra; cuando nosotros mismos, al otro extremo del mar, resguardados por el Pirineo y absorbidos por nuestra revolucion, comenzamos á respirar el aliento abrasado de ese huracan que amenaza arrebatarnos en su vue. lo; en esta hora, señores, en esta hora suprema de tantas batallas y de tantos azares para la Europa; en esta hora en que la Europa necesita ante todo ser fuerte, ¿quereis que emplee la fuerza de su brazo en hacer pedazos las grandes instituciones que han sido el templo de sus creencias y el alcázar de su poder, y que consuma la fuerza de esa inteligencia en la estéril gimnasia de estas palabras vetustas, que, como los frutos secos, cuya sazon ha pasado, van perdiendo la significacion que tenian hace sesenta años? Vosotros, los que creeis que la civilizacion europea puede perecer en las manos de una nueva barbárie, soñais con una revolucion universal para alfombrar el camino de un futuro invasor con el pálio del Pontificado romano y con el manto de las Monarquías europeas. ¡Ah, señores! Aquí se os recuerdan á cada momento los ejemplos del mundo romano.

Pues bien, señores; para mí no es una semejanza vaga, es una correspondencia perfecta la que existe entre el estado actual de la civilizacion de la sociedad europea, tal como le han hecho las revoluciones modernas, y el estado de la sociedad romana en los últimos tiempos de su República. El período por que acaba de pasar la Europa desde la revolucion de 1789 hasta la revolucion de 1848, es el período que atravesó Roma desde que resonaron en el Foro las primeras arengas de los Gracos hasta que Augusto levantó su Trono, un Trono bendecido por la historia: y ahora comprendemos por qué, señores; ahora comprendemos por qué hasta que Augusto levantó su Trono bendecido por la historia, en el sepulcro de todos, hemos visto pasar una y otra vez á César, al César de nuestros tiempos, para ir á morir, à caer á los piés de un Pompeyo que le sobrevive; para ir á caer á los piés de la Inglaterra en la soledad de una isla del Océano. Todos hemos visto pasar á los patricios cargados de humillaciones, à la plebe acaudillada por tribunos, á la revolucion confundiéndolo y nivelándolo todo, á la elocuencia enfureciendo y calmando al leon de la guerra civil, para ir todos al cabo á postrarse, patricios y plebe, revolucion y elocuencia, ante la espada convertida en cetro. Todos hemos visto, ¡ah, señores! para quién ha podido ser nueva la palabra, la idea y derecho del cesarismo. El derecho ha muerto, señores; el hecho domina; el hecho domina, y es necesario reconstruir el derecho.

La Europa se halla entre dos barbáries: la barbarie bárbara y la barbárie civilizada; la barbárie de la infancia y la barbárie de la decrepitud de los pueblos; la barbárie de la formacion y de la descomposicion de las sociedades; esa doble barbárie que es el punto de contacto que tienen entre sí los pueblos que no han agotado el principio moral de su civilizacion y los pueblos que vienen a compartir esa herencia creciente de la humanidad para dilatarla y para engrandecerla. Y digo dos barbaries, porque lo que constituye la barbàrie es la adoracion de la fuerza; y en este sentido, para mí, tan bárbaro y más bárbaro es el pueblo que la adora por la pérdida del sentido moral, este otro gran carácter de nuestra época, como el que la adora por la creencia de que Dios la ha puesto en sus manos para hacerle instrumento de sus grandes designios. El uno es el pueblo que adora á ese bárbaro que se llama Atila, cubierto con su piel de lobo; el otro es el

pueblo que adora a esa prostituta que se llama Neron, veia con mayor claridad y con mayor certidumbre que con su vestido de bacante.

Sí, señores, sí; yo me ratifico en que, histórica y moralmente hablando, este es el carácter general de la época que atravesamos; las mismas ideas, las mismas cosas, los mismos acontecimientos, hasta los mismos personajes que al comenzar la declinacion del Imperio romano. Precipitad un poco los tiempos, preguntad á la raza slava quién es, y os responderá: «Yo soy Tamorlan; yo soy Alarico.» Afortunadamente el mundo es ya otro: los veinte siglos del cristianismo no han pasado como vanos fantasmas por la historia; la humanidad de hoy es mejor que la humanidad de los tiempos antiguos; el sol de la civilizacion no puede eclipsarse ni por un solo dia en el firmamento del mundo; los Atilas y los Nerones, las grandes tiranías y las grandes catástrofes se han hecho imposibles, porque el cristianismo ha acabado con todos los mónstruos. Hasta la barbárie de hoy es una barbárie civi lizada y civilizadora. Tendremos la trasformacion fecunda, pero no la agonía espantosa de las antiguas civilizaciones; tendremos batallas, tendremos revoluciones, tendremos tempestades de todos los elementos humanos, pero no tendremos los diluvios de sangre, los diluvios de crímenes, los diluvios de bárbaros de la antigüedad. ¡Ah, señores! otra cosa: no tendremos otro Jesucristo, porque lo hubo una vez para siempre. ¡Y quién sabe, señores, quién sabe si el mundo no se está preparando para una nueva revelacion! Entramos en una grande hora de la historia, y en una de esas grandes horas fué cuando Dios bajó de los cielos para comunicarse con la humanidad. Una gran solucion religiosa será la solucion futura, porque es la única solucion futura á las grandes cuestiones que hoy agitan el mundo. Entre tanto, la constitucion europea continúa discutiéndose de plaza á plaza, de bandera á bandera, de fortaleza á fortaleza, entre las ruinas humeantes de Sebastopol, con la tremenda elocuencia de los cañonazos.

Perdonadme, señores, esta digresion; estas son las cuestiones de estos tiempos; las demás, ó no son cuestiones, ó importan poco. Una idea debe fortaleceros en medio de esta gran conflagracion de la sociedad europea, y esta idea es que de todas las Naciones de esta Europa occidental ó latina, la España es la que tiene ménos que temer y más que esperar de las eventualidades de lo futuro.

Quisiera concluir; pero antes, y ya que se han escapado de mis labios algunas palabras acerca de la situacion general de los partidos, permitido ha de serme añadir algunas otras acerca de mi posicion. Todo el mundo habla de sí mismo. Yo tambien tengo el derecho y hasta el deber de hacerlo.

Señores, moderado, y moderado ardiente toda mi vida, moderado por instinto, moderado por vocacion, moderado por la doble necesidad de mi carácter y de mi entendimiento, moderado porque nací moderado, como otros nacen progresistas, las vicisitudes de la política me habian retraido... á mí, señores, que amo naturalmente al Gobierno como otros aman naturalmente la oposicion... me habian reducido, digo, á una oposicion (no de estas oposiciones como las que estoy acostumbrado á ver tantas, que son una moderada complicidad con los Gobiernos, que no excluyen, sino que atraen el favor de los poderosos), sino una oposicion sin luz, sin pedestal, sin resonancia, que me condenaba prematuramente à una oscuridad desde la cual yo

el país caminaba á una catástrofe inevitable. Yo acepté, pues, la union liberal, la acepté con pleno derecho, porque nunca jamás habia tenido nada que ver con nada de lo que la union liberal combatia: la acepté con ardor, porque en mi juicio era, y lo ha sido en verdad, ¿qué importa que nosotros no lo digamos? la historia lo dirá, y la historia acaba siempre por tener razon; porque era, digo, el único medio de hacer llevadera, ó á lo ménos de hacer ménos devastadora para el país, para el Trono y para todo el mundo, la tempestad que sobre el país, sobre el Trono y sobre todo el mundo se estaba amontonando hacia tiempo en el horizonte. Yo acepté, pues, la union liberal; pero la union liberal, cualquiera que sea la interpretacion que otros hayan podido lealmente darle, nunca fué para mí sino la restauracion del gobierno constitucional y la reorganizacion de los partidos políticos; y cuando vencida, extraviada, desbocada la revolucion, por tierra los hombres, de pié solos los acontecimientos, triunfante el partido. progresista, más triunfante à la sazon el partido democrático, sumido el país en el horroroso cáos, cáos de anarquía por que ha pasado en la série larga de sus revoluciones; cuando en aquellos impetuosos alardes de una revolucion que aun no habia descendido del trono de las barricadas, se quiso imponer el suplicio de las horcas caudinas á todo un partido, al cual nunca hubiera yo cesado de pertenecer ni por un solo momento, yo, señores, yo solo, yo el primero, y lo digo no por jactancia, sino porque tengo el derecho y la necesidad de decirlo, en una ocasion solemne, delante de 3.000 personas, pendientes las elecciones, exclamé sin vacilacion: «yo soy moderado;» con lo cual y con algo más que añadí, y cuya verdad abandono al tiempo, hice el más explícito, el ménos anfibológico y el más terminante de todos los programas imaginables.

Yo no he engañado á nadie, señores; yo no he engañado nunca á nadie: vinieron las elecciones, y yo no desmenti nunca mis palabras; tuve el honor de ser elegido por la provincia donde he visto la luz, y no he tenido necesidad de repetirlas; y si hoy lo recuerdo, es para añadir: primero, que yo no transigiré jamás con ningun género de corrupcion, con ningun género de tiranía; segundo, que deseando como deseo la reorganizacion de todos los partidos. deseo principalmente la reorganizacion del partido moderado; y que por lo mismo que la deseo ardientemente, no tengo nada que ver en sus disidencias, ni pertenezco á ninguna de sus fracciones: pertenezco al partido moderado, pertenezco al partido conservador todo entero, renovado y rejuvenecido como debe salir de esta gran prueba.

Todos, señores, todos los dignos Diputados conservadores, entre los que tengo el honor de sentarme en esta Asamblea, todos son más dignos que yo, algunos mucho más dignos, alguno infinitamente más digno que yo, de defender los principios conservadores y de llevar la bandera conservadora en la contienda que aquí sustentamos; á mí que no me arrogo ningun derecho; á mí que no tengo ninguna pretension; á mí que no abrigo ni ambicion ni impaciencia; a mí que soy el hombre de toda mi vida; á mí que hablo en mi propio nombre, y que ni aun quisiera hacer pesar la responsabilidad de mis palabras sobre los dignos compañeros de diputacion que han tenido la dignacion de firmar mi enmienda; á mí, señores, que estoy animado de un gran sentimiento de conciliacion que quisiera inspirar tal como lo siento á todos los hombres de todos

los partidos, y más particularmente, como es natural, á los hombres del partido á que pertenezco; á mí, señores, me basta saber que donde quiera que yo esté, solo ó acompañado, allí habrá siempre un pedazo, por pequeño que sea, del verdadero, del genuino, del legítimo partido moderado.

Yo no puedo entrar en la cuestion de si están muy muertos ó muy vivos los partidos políticos. Lo que sí digo es, que si el partido moderado está muerto, el progresista está muerto tambien; y que si el partido moderado y el partido progresista están muertos, entonces, Sres. Diputados de las Córtes Constituyentes, estamos aquí demás; el gobierno constitucional está muerto, definitivamente muerto, irremisiblemente muerto en España: entonces, yo no sé de dónde salen tantos cadáveres al paso; entonces esta Asamblea, ¡ojalá no lo sea! pero entonces esta Asamblea no es más que el panteon, el cementerio, la tumba del gobierno constitucional en España, y nosotros no somos más que un conciliabulo de cadáveres parlantes, que por permision especial de Dios conservamos el uso de la palabra, formándonos la ilusion de que estamos vivos; entonces estamos condenados à una série interminable de dictaduras, y para dictadura, señores... ¿qué importaria que nosotros no lo dijéramos? el país lo diria, la Nacion lo diria... para dictadura, señores, la mejor dictadura es la Monarquía. Yo espero, y lo digo con toda sinceridad, yo tengo gran confianza en la salvacion del gobierno constitucional de España, hasta por consideraciones dinásticas que no son de este momento; sobre todo, yo seré siempre el hombre de mis primeros principios; seré siempre el enemigo constante de todos los exclusivismos y de todas las exageraciones, porque el tiempo de todos los exclusivismos y de todas las exageraciones es ya pasado.

Entre tanto, señores, nosotros caminamos aquí por el camino de la perdicion, por el camino del abismo, por el camino de una muerte lenta, pero segura. Cabalgando en dos hipógrifos violentos, y no por falta de nuestra inteligencia, ¿cómo habia yo de decir eso? sino por la ceguedad de nuestros sistemas; pero cabalgando en dos Pegasos gigantescos que tienen por nombres la declamacion y el absurdo; profesando como principios absolutos principios eminentemente relativos, que han sido una gran verdad cuando se trataba de destruir los antiguos absolutismos teocráticos y monárquicos, pero que hoy que esa obra está consumada no son más que legaciones estériles é impotentes, nosotros hemos venido á poner en litigio cuestiones que el país nos habia dado resueltas, y hemos acabado por hacer una verdadera Constitucion de circunstancias. Trescientos Reyes somos, señores; trescientos Reyes que no hemos podido hacer ni deshacer un Rey, porque el Rey estaba hecho. Doña Isabel II es la Reina en un principio que nosotros no podemos sentar en otro Trono ni coronar con otra corona. Doña Isabel II es Reina de España por la ley de la necesidad: ¿lo oís, Sres. Diputados, lo oís? y la necesidad y las grandes crisis de los pueblos es una de las manifestaciones más elocuentes de la Providencia. Isabel II es Reina de España por la soberanía del pueblo, por la soberanía del derecho, por la soberanía de la necesidad, por la soberanía de la Providencia, por la consagracion de todos aquellos Poderes que forman esa gran soberanía de la historia; que la soberanía nacional no es más que un grande paso, un solo elemento.

Otra advertencia he de haceros, señores; otra ad

vertencia. El divorcio cada vez más inconciliable que existe entre ciertos pruritos filosóficos y los sentimientos religiosos del pueblo español, deberia habernos hecho más precavidos en tocar á cuestiones para las cuales legisladores verdaderamente políticos no deben atribuirse jamás otra competencia que la necesidad absoluta, siendo así que en España no ha existido, no existe, no puede existir la cuestion religiosa. Voltaire nos matará, señores; Voltaire nos matará: los tiempos de Voltaire han pasado; el mundo anda hoy por otros. caminos. Dios puede estar ausente de la cabeza de un filósofo, pero Dios no puede estar ausente de un pueblo; y si lo estuviese, señores proclamadores del principio absoluto de la soberanía nacional, la humanidad seria una gran bestia, y el soberano de la humanidad seria aquel Caligula que queria que la humanidad tuviese una sola cabeza para cortársela de una sola cuchillada. La política es menester que vaya dejando de ser escéptica. Los espíritus fuertes son los espíritus verdaderamente débiles de estos tiempos.

¡Ah, señores! ¡ojalá que la cuestion que acaba de haber sobre la Constitucion de 1845 pudiese ser todavía de alguna enseñanza! El dia que cayó la Constitucion de 1845 fué un dia malhadado para los verdaderos amantes del gobierno constitucional de España; aquella Constitucion era obra de los grandes partidos constitucionales; el partido progresista la habia hecho, el partido moderado la habia reformado; era á un tiempo la Constitucion de 1837 y la de 1845; jamás habia sido sancionada por la Monarquía. Y esas son las verdaderas Constituciones; las que no son obra exclusiva de ningun partido, las que son la obra comun de todos los Poderes. Ahora habria vuelto á pasar á vuestras manos; luego habria vuelto otra vez à pasar á las nuestras, y solo entonces habria sido una verdadera Constitucion, porque esas solas son las verdaderas Constituciones, las que à fuerza de resistir echan la tegumbre en el tiempo. Cimiento, señores, cimiento es lo que les ha faltado á todas estas Constituciones modernas, que no han venido á ser sino la tela de Penélope de la Europa del siglo XIX; y nosotros al hacer ahora esto que llamamos con tanto énfasis una Constitucion más liberal y más ámplia, hacemos como haria un arquitecto que siendo llamado á construir un edificio que se hubiese derruido por la debilidad del cimiento, levantase sobre el mismo cimiento otro edificio más grande: ¿qué seria ese edificio, qué será nuestra Constitucion? El palacio del viento, señores; el palacio del viento.

El viento, cualquier viento, el primer viento se la llevará. Un Parlamento era lo que habíamos de tener, y entonces no necesitaríamos de Constituciones; pero eso es cabalmente lo que nos falta: un Parlamento.

Por todas estas razones, porque deseamos sinceramente la continuacion del gobierno constitucional en España; porque creemos que esa Constitucion ha de necesitar más que otra ninguna de una pronta reforma; porque creemos lo más prudente dejar francas todas las puertas á la reforma de esa Constitucion; porque, en fin, queremos evitar en nuestro país nuevos trastornos, por eso hemos presentado esa enmienda, enmienda que yo he tenido el honor de sostener, y la cual, no siendo como no habrá de ser votada por la mayoría, votaremos, yo al ménos votaré, en la votacion definitiva contra la Constitucion; mis amigos me están diciendo que votarán en el mismo sentido.

12 DE DICIEMBRE DE 1855.

Santa C

as palabras más, señores. El génio de todas ones y de todas las revoluciones se guarece, areciendo bajo las alas de las águilas franlas águilas moscovitas, para aprovechar la lanzarse unas en pos de otras sobre la EuroO que se alucinan; la cuestion de Oriente no gran manera la organizacion y la consctual de Europa; pero el peligro es grande, gro nos alcanza mayormente á nosotros en entos. En estos momentos, pues, delante del ue aun recientemente vencido, nunca ha aliás vivas sus esperanzas; delante de las consque pululan en nuestras ciudades, y que seo no trabajan por consolidar la Monarquía nal; sobre todo, delante de la Europa, que eriódicos más autorizados de la Inglaterra s la inminencia de una catástrofe monárEspaña, y que debe oir tambien, no la voz un simple Diputado como yo, sino la voz alallosa de la tribuna española, que tiene más ser escuchada antes que nadie en este gran

me atrevo á asegurar que una sola cosa de cuestion, que es una condicion necesaria del órden político, sino tambien del órden spaña, y esa cosa es el Trono de Doña IsaTrono constitucional por su orígen y legíti derecho; ese Trono á cuya sombra cabemos quiera que sea el principio en cuya virtud amos, con tal de que le reconozcamos con y con hidalguía.

PRESIDENTE: Falta muy poco para teroras marcadas, y tiene pedida la palabra el para contestar en nombre de la Comision. Sres. Diputados: A votar, á votar. SANCHO: La Comision no tiene más que o admite la adicion del Sr. Tassara. señores: Que se vote.

'RESIDENTE: Pero el Sr. Valera pidió la endria que decir algo sobre esa adicion. VALERA: Yo tenia pedida la palabra, y intencion de indicar las razones que tiene de la Comision para rechazar la adicion cía Tassara y otros; pero al ver la impaciengreso, visto el clamor universal que pide la e siento, porque creo que en este momento la voz de nadie, y mucho ménos la mia en a Comision. Renuncio, pues, la palabra, diamente que la Comision no admite la adista.»

evamente para ponerla à votacion, y pedido ente número que ésta fuese nominal, se de› se tomaba en consideracion por 141 votos que son los que resultan de las listas siespues de haber dicho

SECRETARIO (Calvo Asensio): Si algun › no hubiese oido leer su nombre, se servihora, para evitar que mañana se vengan clamaciones.>>

Señores que dijeron no:

lvo Asensio.

onzalez de la Vega.

yarri (D. Pedro).

Donnell.

ente Andrés.

uelves.

Heros. Sancho.

Gomez de Laserna.

Olózaga (D. Salustiano). Lallana.

Valera.

Sanchez Silva.

Hazañas.

Porto.
Lasala,
Camprodon,
Escosura.
Hernandez.

Fernandez Moratin.

Roda.
Codorniú.
Ferrandez.
Gomez.

Baron de Salillas.
Mendez Vigo.

Alonso (D. Juan Bautista).
Falcon.

Perez (D. Tomás).
Avedillo.

Calatrava.

Maestre (D. Antonio).
Arenal.
Oliver.

Gurrea (D. Venancio).
Torrecilla.

Sagasta.

Olózaga (D. José).

Aguirre.

Herrero.

Poyan.

Madoz (D. Pascual).
Patiño.

Moreno Nieto.
Madoz (D. Fernando).
Rodriguez (D. Vicente).
Romeo.

Torre (D. Carlos de la).
Labrador.

Vazquez Bugueiro.
Iñarra.

Guzman y Manrique.
Baeza.
Figueras.
Amado.
Alfonso.
Acha.

Ruiz Gomez.
Lafuente.
Galvez Cañero.
Guardamino.
Miguel Romero.
Benitez de Lugo.
Alvarez (D. Cirilo).
Somoza (D. Benito).

Ulloa.

Perez (D. Ramon).

Muñoz Sotomayor.

Collantes,

Corradi.

Suarez (D. Gregorio).

Perez Zamora.

Reus.

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Güell y Renté.

Cantala piedra.

Alonso Colmenares.
Iñigo.
Franco.
Masadas.

Santibañez.

Franquet.

Zorrilla.

A la Comision de reforma de aranceles pasaron dos exposiciones: una de la asociacion de socorro y proteccion à la clase obrera y jornalera de Barcelona, haciendo observaciones sobre el proyecto de ley; y la otra de la sociedad metalúrgica de San Juan de Alcaraz, para que se reformase el proyecto en la parte relativa al zinc, cobre y laton, conservando la clasificacion establecida en la ley vigente, y elevando los tipos de avalúo y los derechos hasta el punto que exige la razonable proteccion que merece la industria nacional.

Elío.

Avecilla.

Batllés.

Blanco.

Salvá.

Mesía.

Olea.

García (D. Manuel Vicente).
Fernandez Llamazares.

Gil Sanz.

Villar.

Miranda.

Dióse cuenta de que la Comision sobre la autorizacion pedida por el Ayuntamiento de Camarasa para verificar un reparto vecinal para cubrir el déficit de su presupuesto municipal, habia nombrado presidente al Sr. García (D. Manuel Vicente) y secretario al señor García (D. Diego); y la de la exposicion de D. Julian Pellon y Rodriguez, autor del Diccionario tecnológico de la industria española, á los Sres. Llanos y Rivero.

Pasarón.

Alegre (D. Miguel).
Novoa.
Medrano.

Rodriguez Pinilla.
Moriarty.

Pardo Osorio.
Sanchez del Arco.
Ruiz Pons.

Villalobos.

Leonés,

Navarro (D. Afonso).
Rosique,

Se leyó, y mandó imprimir, el proyecto de las bases orgánicas de la ley de imprenta, presentado por la Comision, (Vease el Apéndice sétimo á este Diario.)

El Sr. PRESIDENTE: Para mañana: los mismos asuntos que estaban anunciados para hoy.

Se levanta la sesion.»>
Eran las seis y media.

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