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DE LAS

CORTES CONSTITUYENTES.

Dieron principio el miércoles 8 de Noviembre de 1854.- Fueron disueltas
por Real decreto de 2 de Setiembre de 1856.

TOMO XI.

Comprende desde el núm. 264 al 289.-Páginas 8975 á 9898.

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16 CCT 1953

DIARIO DE SESIONES

DE LAS

CÓRTES CONSTITUYENTES.

PRESIDENCIA DEL SEÑOR INFANTE.

SESION DEL MARTES 11 DE DICIEMBRE DE 1855.

SUMARIO. Abrese á la una y cuarto. Se lee el Acta de la anterior. Voto del Sr. Luxán, conforme con la mayoría en la votacion nominal del capítulo 7.' del dictámen de la Comision acerca del presupuesto de la Guerra. Manifestacion del Sr. Navarro (D. Alonso) sobre una omision en el Acta al dar cuenta de la presentacion de su voto particular. Se aprueba el Acta en votacion nominal. Los Sres. Rodriguez Busto y Figuerola excusan su asistencia á las sesiones por hallarse enfermos. El Sr. Lasala pregunta á la Mesa si se ha recibido una exposicion de varios vecinos de Zaragoza, y el curso que en este caso se le haya dado.= Contestacion del Sr. Secretario Calvo Asensio.—El Sr. Gaminde anuncia una interpelacion al Sr. Ministro de la Gobernacion sobre el extravío en correos de un pliego certificado dirigido á Cádiz, conteniendo títulos de la deuda, y rectificacion del mismo al Extracto oficial. Se lee una proposicion del Sr. Sagasta y otros pidiendo se otorgue un voto de gracias nacional al ingeniero de minas D. Manuel Fernandez de Castro por el invento del sistema de señales eléctricas para evitar choques en los caminos de hierro. Discurso del Sr. Sagasta en su apoyo. Manifestacion del Sr. Ministro de Fomento. Se toma en consideracion y se aprueba por unanimidad, prévia una indicacion del Sr. Orense, á que contesta el Sr. Sancho.= Se lee nuevamente la proposicion del Sr. Ruiz Gomez y otros sobre el comercio de granos. Discurso del Sr. Ruiz Gomez en su apoyo. Del Sr. Ministro de Fomento.=Rectifica el Sr. Ruiz Gomez.=Alusion personal del Sr. Moyano, é incidente, en el que toman parte varios Sres. Diputados y la Mesa, y queda retirada la proposicion. El Sr. Carrias anuncia una interpelacion sobre el mismo asunto. ORDEN DEL DIA: Continúa la discusion pendiente sobre el proyecto de Constitucion. Se lee el voto particular del Sr. Rios Rosas. Toman parte en su discusion los Sres. Sancho, Coello, Escosura, Rios Rosas, y se suspende.= Se lee, y acuerda imprimir y discutir oportunamente, el voto particular del Sr. Navarro (D. Alonso) sobre bases de la ley electoral. Igual resolucion recae sobre el dictámen de la Comision de Presupuestos relativo al de la Presidencia del Consejo de Ministros y Ministerio de Estado. Se manda unir á los antecedentes dos comunicaciones del Sr. Ministro de la Guerra, referentes á las instancias promovidas por Doña Juana María Mendoza y Gonzalez y D. Joaquin María Capdevila. Pasa á la Comision de ferro-carriles una exposicion de D. José Salamanca solicitando la concesion del ferro-carril de Madrid á Zaragoza.=A la de bases de ley electoral pasa otra exposicion de D. Federico Palacios, D. Rafael Gomez Pelaez y D. Ventura Lopez Rico. Orden del dia para mañana: los asuntos pendientes. Se levanta la sesion á las seis y cuarto.

Abierta á la una y cuarto, y leida el Acta de la antérior, reclamó el Sr. Luxán la inclusion de su nombre en la votacion nominal, que en la sesion de ayer recayó sobre el capítulo 7.° del dictámen de la Comision acerca del presupuesto de la Guerra.

En seguida dijo

El Sr. NAVARRO (D. Alonso): Señores, cuando se leyó ayer el dictámen de la mayoría y voto particular de D. Antonio Gonzalez sobre las bases de la ley electoral, manifesté que no estaba conforme con el dictámen de la mayoría en tres bases, la 3., 4. y 9."; como

en el Acta se dice que deberé presentar mi voto particular, sin expresar en qué no estoy conforme con el dictámen de la mayoría, quiero que conste así, para que desde luego se sepa que solo hay esa pequeña variacion.

El Sr. SECRETARIO (Calvo Asensio): La Secretaría no ha especificado los puntos en que S. S. no está conforme: eso depende del voto particular; en alguna cosa ha de estar S. S. conforme con el dictámen de la mayoría; pero con un solo punto en que S. S. difiera, basta para justificar el voto particular.»

Hecha la pregunta de si se aprobaba el Acta, y pe

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Las Córtes quedaron enteradas de que los Sres, Rodriguez Busto y Figuerola no podian asistir á las sesiones por el mal estado de su salud.

El Sr. LASALA: Deseo saber si ha llegado á la Mesa de la Cámara una exposicion de varios vecinos de Zaragoza, y en caso de que se haya presentado, qué curso se le ha dado.

El Sr. SECRETARIO (Calvo Asensio): Se ha presentado en efecto una exposicion con un número considerable de firmas de vecinos de Zaragoza; pero correspondiendo dar dictámen à la Comision de Petició nes, no hay necesidad de dar cuenta á las Córtes. Esa exposicion, pues, ha pasado á la Comision de Peticiones, la cual á su tiempo dará el dictámen que considere oportuno.

El Sr. GAMINDE: Me levanto para anunciar una interpelacion al Sr. Ministro de la Gobernacion acerca del extravío, y digo extravío porque quiero ser parlamentario una vez en mi vida, de un pliego puesto en la Administracion principal de Madrid el 7 de Noviembre con todos los requisitos que se exigen, el cual contenia títulos de la deuda de 504.000 rs., dirigidos á una casa de comercio de Cádiz, y que no han llegado á su destino.

Siento que el Sr. Ministro de la Gobernacion no se halle presente; pero ya que estoy en el uso de la palabra, tengo que suplicar á los señores encargados del Extracto oficial que se sirvan rectificar una equivocacion que han cometido.. El Sr. Ministro de la Guerra me dijo ayer que yo habia pedido un aumento en el presupuesto de la Guerra, y repliqué haciéndole ver la equivocacion que habia cometido, manifestando que el aumento que habia pedido era para la compra de carabinas Minié, y esto no es pedir un aumento en el presupuesto; y como podrian creer en las provincias que habia pedido aumento en un presupuesto que ya es excesivo, y que estando el Sr. Luxán en el banco azul califiqué de polaco, lo que repito, quiero que conste que contesté al Sr. Ministro de la Guerra que no habia yo propuesto de manera alguna que se aumentara el presupuesto, para que no se crea que he sido inconsecuente ni una vez siquiera en mi vida, pues soy ya bastante viejo para no mudar de piel.

El Sr. PRESIDENTE: Constará en el Diario de las Sesiones.

Se leyó la siguiente proposicion:

« Pedimos á las Córtes se sirvan declarar, como muestra de gratitud nacional, que han sabido con satisfaccion el invento del sistema de señales eléctricas que para evitar los choques y otros accidentes en los caminos de hierro ha descubierto el ingeniero de minas D. Manuel Fernandez de Castro.

Palacio del Congreso 10 de Diciembre de 1855, Praxedes Sagasta. P. Calvo Asensio. Manuel de la Concha. Moyano. = Francisco García Lopez. M.

Roda. P. de la Escosura.

En su apoyo expuso

El Sr. SAGASTA: Ni voy á hablar como hombre de partido, ni como tales á vosotros me dirijo hoy, señores Diputados; antes por el contrario, deseo que prescindiendo, siquiera sea por breves momentos, de esas cuestiones que tiempo há nos vienen agitando y nos han de agitar todavía, y que si no son todas políticas, con la política están más 6 ménos directamente relacionadas, entremos en otro campo más vasto donde quepan todas las opiniones que á los hombres tienen más ó ménos divididos, donde muerto el espíritu de partido, aquellos se unan y se estrechen, para que cumpliendo con su principal mision, marchen por el único camino que sin dudas ni vacilacion para nadie nos conduce al bien de la humanidad; y precisamente de una cuestion de esa clase es de lo que se trata en esa proposicion que en este momento se presenta á la deliberacion de la Asamblea, para la cual solicito de vosotros breves momentos de atencion.

Un compatriota nuestro, un español, el ingeniero de minas D. Manuel Fernandez de Castro, acaba de dar un dia de gloria á su país descubriendo un sistema de señales eléctricas para evitar los choques y otros accidentes en los caminos de hierro. No me detendré á explicaros en qué consiste el descubrimiento motivo de esta proposicion, porque no es de este lugar; pero permitido me será deciros cuatro palabras del cómo puede y debe considerarse.

Tal es la altura á que ha llegado en nuestros dias la máquina locomotora, que su organizacion y sus funciones pueden naturalmente, sin violencia ni esfuerzo alguno, compararse con la organizacion y funciones del cuerpo humano. El carbon y el agua, hé aquí las dos materias que constituyen el alimento de esta máquina: pues bien; por medio del fuego se verifica la vaporizacion; y el vapor, partiendo de un punto y marchando por varios conductos, es el que da movivimiento y vida á la máquina, de la misma manera que la sangre, partiendo del corazon y marchando por las venas y artérias del cuerpo humano, le da tambien vida y movimiento á éste: el vapor, pues, en la máqnina locomotora, es la sangre en el cuerpo humano. Aquella como éste trata de satisfacer sus necesidades: pide agua cuando agua necesita; fuego, cuando el fuego le hace falta; si la cantidad de vapor es superabundante, si tiene exceso de vida, si tiene, digámoslo así, plétora de sangre, la máquina lo avisa, la máquina se desangra, la máquina da salida á ese exceso de vitalidad; si, por el contrario, la cantidad de vapor es pequeña, la máquina tambien lo indica, la máquina tambien pone remedio para que la debilidad de sus fuerzas no llegue al extremo de destruir el movimiento.

Así, pues, la locomotora viene funcionando semejantemente al cuerpo humano, y hasta cierto punto puede decirse que conoce todas sus necesidades, que prevé todos los peligros que dentro de sí misma en

cierra, y que procura satisfacer aquellas y conjurar ó destruir éstos, ó que cuando ménos procura llamar en su auxilio á los encargados de uno y otro objeto.

Bajo este punto de vista, pues, la locomotora pudiera compararse al hombre ciego que prevé, que conoce, que evita todos los peligros que dentro de sí mismo tiene, pero que no apercibiéndose de los obstáculos que fuera de sí se le presentan, está expuesto á cada momento á tropezar y á estrellarse con ellos. Hasta aquí llega la perfeccion de la máquina; pero el ingeniero D. Manuel Fernandez de Castro no estaba satisfecho con esto; queria más, queria que esa máquina se apercibiese de los peligros que exteriormente pudieran presentársele, de la misma manera que se apercibia de los que encierra en sí misma, y el Sr. Castro lo consigue; es decir, señores, que el Sr. Castro ha proporcionado, digámoslo así, ojos á la máquina locomotora, la ha dado vista; es decir, la ha perfeccionado hasta el punto de podérsela comparar, no ya con el hombre ciego, sino con el hombre de excelente vista. A esto es, en pocas palabras, y de una manera para todos perceptible, á lo que viene á reducirse el invento, base de esta proposicion; invento, señores, que evitará muchas desgracias, hará desaparecer infinitos peligros, renacerá la esperanza de muchos que tienen temor de entregarse á esos elementos grandiosos de comunicacion, y borrará hasta cierto punto de la memoria tristes recuerdos de terribles desgracias en los ferrocarriles acaecidas.

Pero al jóven autor de este invento todavía le parece poco, y una vez visto que los ensayos han correspondido á sus cálculos, una vez visto que la aplicacion es grande, es facilísima, ha dicho: he descubierto una cosa importante para la humanidad; pues á la humanidad por completo se la entrego; y teniendo como tenia el privilegio exclusivo de su invento en Francia, en Inglaterra y en su país la España, en una reverente exposicion, con pocas pero modestas y sentidas palabras, pide encarecidamente á S. M. que se digne acep tar la cesion de su privilegio en beneficio del dominio público, dando así una prueba de verdadero y desinteresado patriotismo.

Su Majestad, que no perdona ocasion de premiar lo que premiarse debe, se apresuró á premiar un invento que tantas vigilias habia costado, y respecto al cual tanto desinterés habia manifestado su autor; le concedió un ascenso en su carrera, le condecoró con la cruz de Cárlos III, y le pensionó para ir al extranjero á adquirir la suficiente instruccion para el completo desarrollo de tan privilegiado talento. Pero si esta recompensa es bastante para el ingeniero, no lo es para el hombre que da á la humanidad generosamente todo el fruto de sus desvelos y de sus trabajos. Este sacrificio necesita que el país le manifieste de una manera solemne toda su gratitud. Verdad es que la gratitud nacional es un premio grande; pero a él puede aspirar el hombre modesto y honrado que se propone ser útil de una manera notable á su país: el premio es grande, sí, pero le merece el inmenso beneficio que acaba de hacer á su país y á la humanidad entera el ingeniero Fernandez de Castro: este es un premio que honra tanto al que lo da como al que lo recibe. Y así lo comprendísteis ayer, Sres. Diputados, cuando al buscar yo las firmas que el Reglamento exige para esta proposicion, todos queríais poner la vuestra. No es extraño; porque de todo lo que aquí hagamos lo más imperecedero será sin duda el acuerdo que recaiga sobre esta proposicion.

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