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bien la Direccion de Obras públicas las composiciones de los cascos de los vapores Amparo, San Rafael, San Buenaventura y gánguiles del tren de limpia, y lo propio los particulares, como el Sr. Busler de Cádiz, la reparacion de la popa de vapor Non plus ultra.

Es imposible poder establecer la relacion que guarda el importe de las obras nuevas con el de las reparaciones, porque la obra nueva se hace à un tanto por tonelada de cabida, rara vez por tonelada de peso, correspondiéndose en aquel tanto, no solamente la parte difícil lo mismo que lo fácil de la construccion, sino tambien los diversos elementos heterogéneos que componen el todo de un buque, miéntras que la reparacion abrazará unas veces no más que la parte fácil, otras veces la parte difícil y las más de ellas estaría relacionada únicamente con materias de la misma especie. Además, las reparaciones se presentan de manera que segun las circunstancias que las acompañan, una misma avería puede costar

más ó ménos.

A LA PREGUNTA 6. En las máquinas de vapor construidas para la marina de guerra, y de las que se ha tratado al contestar á la pregunta anterior, el precio del caballo de vapor fué de 6.500 reales. No es posible citar otro precio, porque como se ha dicho ántes, no se ha construido otra clase de máquinas marinas; sin embargo, se podrian construir desde el precio indicado de 6.500 reales hasta el mínimum de 4.000 reales por caballo de vapor, segun fueran el sistema y la clase de construccion, así como tambien la fuerza y condiciones de calidad y especie de los materiales que se quisiera se invirtiesen en todas las piezas.

que

El valor por unidad de piezas sueltas para máquinas y calderas se podria fijar desde el momento hubiera solamente un sistema en las máquinas de vapor, y que los varios constructores adoptasen todos unas mismas dimensiones en las distintas piezas que forman aquellas; pero sucede todo lo contrario: los sistemas de máquinas de vapor son muchos y muy variados, y áun entre los que al primer golpe de vista parecen iguales, difieren la mayor parte de las veces en los detalles de algunas piezas, y generalmente en las dimensiones de las mismas. Tal es la diferencia que se advierte en el gusto y apreciacion en la resistencia de los órganos de las máquinas entre los constructores. Si esta razon no fuera suficiente para dar á comprender la imposibilidad de fijar al peso el valor de las piezas de las máquinas, existe además otra sumamente comprensible, y que dice claramente que piezas de un trabajo delicado y de precision como las de las máquinas no se las puede hacer entrar en la categoría de los trabajos bastos ú ordinarios. Las calderas de vapor forman una excepcion de lo acabado de demostrar, y por los materiales de que están formadas y el género de construccion que se emplee, desde luego puede apreciarse el valor de la unidad de peso. Así, por ejemplo, las calderas que se hacen para la marina mercante se regula su precio á 500 reales los 100 kilógramos, y las calderas para los buques de guerra se construyen sobre 700 reales los 100 kilógramos.

No se puede saber el coste de las reparaciones del casco por las mismas razones dadas al final de la contestacion de la pregunta anterior.

A LA 7. En el quinquenio último, que comprende los años desde 1861 á 1865 ambos inclusive, el importe de las obras ha sido por término medio y por año, á saber:

El importe de las obras, solamente para buques, 1.602.926 reales.

El de las demas obras para la industria en general 1.381.744 reales.

A LA 8. Dos son las causas que han impedido el desarrollo de la fabricacion de las máquinas marítimas. La primera reconoce por orígen el haberse generalizado en la marina mercante el empleo de los cascos de hierro, cuya construccion, por lo que se dirá al contestar á la pregunta undécima, no ha podido ménos que hacerse en el extranjero, y por lo mismo ha sido desde luego muy natural que las máquinas se construyan en el mismo punto de los cascos; y la segunda, se debe á la diferencia grande que existe entre los derechos bajísimos que satisfacen las máquinas marítimas y los derechos elevados que pesan sobre los hierros que forman el conjunto de aquellas. En rigor se puede decir que la causa

es solamente una; esto es, la diferencia de derechos entre lo que para los talleres de construccion constituye la materia elaborada y la materia por elaborar, porque al hablar del casco, se tendrá que decir lo que de las máquinas.

mismo

Los fabricantes de hierros han encontrado siempre medio para que se les diera toda la proteccion que han creido necesitar, y los navieros ó sociedades que se han formado para la creacion de líneas de vapores, se les ha facilitado tambien el establecimiento de las mismas, imponiendo á los buques introducidos del extranjero cantidades muy pequeñas por su abanderamiento. Los constructores mecánicos se encontraron de consiguiente en una situacion difícil, insostenible, en un medio en el que no les quedaba otro recurso más que ahogarse, y al efecto se ahogaron, porque no han construido máquinas marítimas y han tenido tienen que contemplar cómo vienen éstas hechas del extranjero. ¿Y cómo pueden construirlas, cuando los materiales que entran en su construccion los pagan caros, ya sea porque los compren á los fabricantes nacionales de hierro, ya sea porque los introduzcan del extranjero, forzadamente algunos de ellos, como sucede con los lingotes, hierros gruesos y planchas, mientras que las máquinas, ó no pagan nada viniendo funcionando en el buque, ó adeudan muy poca cosa si vienen formando parte de la carga?

y

Los fabricantes de hierro se han hecho ilusiones y continúan todavía meciéndose en ellas. Creen que pidiendo proteccion para su industria y obteniendo que se asignen derechos crecidos á los hierros, han ganado ya su justa causa. Aun hoy en una hoja titulada «Observaciones que algunos fabricantes de hierro presentan á la Comision encargada por Real decreto de 22 de Diciembre de 1865 de estudiar la reforma arancelaria en lo relativo á algodones, hierros, carbones y cokes, piden aumento en los derechos de algunas clases de hierros, ya de por sí bastante elevados, como sucede en las planchas, por ejemplo, que constituyen casi el todo de la construccion de los cascos de los buques de hierro y de las calderas de vapor. No piden más que aumento de derechos para que puedan hacer planchas y no se cuidan de fijar un poco la atencion solicitando algo para que se puedan gastar las planchas que intentan hacer en sus fábricas. ¿De qué les servirá hacer planchas, si existiendo los aranceles actuales el que necesite un buque de hierro ó una caldera de vapor lo encarga al extranjero con grande ventaja, pagando apénas nada por el abanderamiento de un buque y el 10 por 100 ad valorem por la caldera de vapor? ¿Favoreceria sus intereses encargando aquellas construcciones en España, estando las planchas castigadas con un 50 por 100 ó con un 100 por 100, como piden los fabricantes en la hoja citada? No se crea es nuestro ánimo atacar á los fabricantes de hierros por la proteccion que se les dispensa en los Aranceles; nosotros deseamos que se fomente la produccion nacional de hierros, dándole las facilidades posibles para su progreso en perfeccion y baratura; pero deseamos tambien que tiendan su vista más allá y que reflexionen que si la construccion mecánica no les consume hierros, su fabricacion se concretará en los reducidos limites de las obras de cerrajería.

la

Es necesario, pues, que haya un arreglo para que todos los interesados en la construccion puedan sostenerse y fomentar sus respectivas fábricas, no solamente para la riqueza, sino tambien hasta para independencia del país. Se quiso favorecer la navegacion de vapor en detrimento de la construccion mecánica; es verdad que con esta disposicion las sociedades de vapor obtuvieron sus buques algo más baratos; pero en cambio se pusieron frente á frente los intereses creados de los talleres de construccion con los que iban á crearse de nuevo en la navegacion, facilitando tal vez en demasía la creacion de estos últimos, dando lugar á que haya vapores amarrados en los puertos y muchos otros próximos á amarrarse, y perdiéndose de esta suerte de una manera sensible el capital del constructor y el del naviero. No nos detendremos más sobre este punto, que no hace á nuestro propósito, y que por otra parte ha sido objeto de debate con personas de conocimientos; nos limitamos á consignar los hechos prácticos que hablan más alto que las teorías llenas de ilusiones concebidas en épocas, á las que muchos quisieran retroceder, se entiende, aleccionados con la experiencia de nuestros dias. Si el Gobierno quiere protejer á la industria ferrera, como es justo, no tienen nada que decir los talleres de construccion; si quiere seguir la senda trazada ofreciendo facilidades á los que hagan venir del extranjero buques y máquinas, tampoco tienen nada que oponer; los constructores españoles no intentan perjudicar á nadie, pero como hijos del país, como representantes de muchos intereses creados con el fruto de economías de personas laboriosas, tienen

TOMO I.

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derecho á que por el Gobierno, que es el padre comun de todos los españoles, se les trate con igualdad ya que no se les relegue al olvido. Sin embargo, se objetará ¿cómo se puede atender á todos para que todos queden satisfechos y ninguno se crea perjudicado? Esta objecion queda luégo desvanecida. El Gobierno puede protejer á los fabricantes de hierros, y puede ofrecer facilidades á los navieros, del mismo modo que se ha hecho hasta ahora, pero puede ofrecer una prima á los constructores mecánicos por los buques de hierro, calderas y máquinas de vapor que construyan en sus talleres, cuya prima deberia consistir en un abono por parte de la Hacienda de las cantidades que importaran los derechos de las materias que formasen la obra ejecutada, más una parte por el carbon consumido en el trabajo y que tambien ha satisfecho sus correspondientes derechos. Esta prima, que deberia extenderse á toda la maquinaria que con tanta abundancia viene del extranjero, como lo sabe la Hacienda por los libros de las Aduanas, no perjudica al fabricante de hierros ni al naviero, y por punto general, casi se puede asegurar que tampoco perjudicaria á la Hacienda, porque ésta no haria más que devolver unos derechos que habia cobrado, derechos que tampoco cobraria viniendo el trabajo ejecutado fuera del país. De esta suerte la construccion mecánica podria empezar á vivir, pero entiéndase bien que viviria sin proteccion, porque la proposicion anterior no tiene más idea que la de nivelar los derechos de los hierros con los de los productos manufacturados con los mismos.

Lo que hace falta á los talleres de construccion es poder competir en precio con los productos similares extranjeros, y por esto se han expuesto las consideraciones que anteceden; por lo que hace á la bondad, ó sea la perfeccion del producto elaborado, nada hay que decir, porque se ejecuta tan bien como en el extranjero, y son un testimonio de esta verdad las máquinas, calderas y reparaciones ejecutadas para ambas marinas.

A LA PREGUNTA 9. Los talleres del Nuevo Vulcano tienen el personal y los útiles necesarios para la construccion de los cascos y máquinas de los buques, y tocante á las reparaciones de los cascos no solo pueden hacerlas, sino que las hacen desde que se ha concluido el varadero de los Sres. Bofill y Martorell, conforme se ha dicho al contestar á la pregunta quinta.

A LA 10. Como no se han construido buques de hierro, no es posible contestar á esta pregunta.

A LA 11. Ya se ha dicho al contestar á la pregunta octava que el entorpecimiento consiste en la proteccion que se ha dispensado á la industria ferrera y á las facilidades que se han dado á los navieros para la introduccion de buques construidos en el extranjero, prescindiendo por completo de la construccion mecánica, como si ésta no fuera de una indispensable y absoluta necesidad. Barcelona 2 de Mayo de 1866. F. Carbonell y Suñós.

RESPUESTAS

DE LA JUNTA DE AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMERCIO DE BARCELONA.

Como las consideraciones generales á que ha de limitarse esta Junta al contestar á este interrogatorio son en gran parte aplicables á los interrogatorios relativos á los hierros fundidos y en barras, y áun tambien á los que se refieren al carbon de piedra y al coke, se abstendrá de repetirlas, dando por contestados dichos interrogatorios con las indicaciones que siguen.

Es de todo punto innegable que existe completo desequilibrio é inarmonía entre los derechos arancelarios que pagan las máquinas de vapor, las de los buques, y en general todos los artefactos de hierro los que pesan sobre el hierro colado, hierro batido, planchas y demas materias que hacen el oficio de primeras en la construccion de máquinas de vapor, y en general en los talleres de moldeo y fundicion

y

de hierro. Mientras que las primeras materias están gravadas con derechos arancelarios crecidos, las piezas construidas en el extranjero pagan un corto derecho, lo cual, como se comprende á primera vista, es favorecer á las industrias extranjeras en perjuicio de las nacionales.

Esta diferencia de derechos se hace más sensible: primero, porque el carbon mineral que se consume en grandísima escala en los talleres de construccion de máquinas y de fundicion, sale puesto en España á un precio fabulosamente más caro que el que vale en los talleres de Inglaterra: aquí vale diez lo que allí vale dos: segundo, porque el pago de los derechos arancelarios que pesan sobre los artefactos de hierro se hace por avalúo, y es experimentado que este sistema reduce el importe de los derechos pagados á una cifra mucho menor que la verdadera: y tercero (y esta causa ejerce su influencia solo respecto de las máquinas, aparejo y vituallas de un buque), porque el 2 por 100 por avalúo que los Aranceles señalan á las máquinas de vapor no alcanza á las de los buques, porque ellas y las anclas, cadenas y demas efectos se comprenden en derecho de tonelaje de cabida, ó sea de abanderamiento de un buque extranjero.

Esta falta de armonía entre los derechos con que están gravadas las primeras materias, y los que pagan las piezas construidas en el extranjero, es un obstáculo que se opone invenciblemente al desarrollo de las industrias de construccion de buques de hierro, máquinas de vapor, piezas de fundicion, etc., etc., y por consiguiente lo que en esta materia debe ante todo llamar la atencion de la Comision, es que el poco incremento de estas industrias no puede atribuirse á falta de medios, que los hay de sobra, ni de inteligencia, sino solamente á lo mal estudiados que están los Aranceles en este punto, y á la desproporcion que existe entre los derechos que satisfacen las primeras materias y los que pagan las piezas construidas fuera de España.

Deberia desde luego suprimirse el sistema de avalúo para el pago de los derechos arancelarios, por lo muy ocasionado que es á fraudes, y establecer que la maquinaria y artefactos de hierro pagasen por razon de peso y material de que se compongan.

Deberia aumentarse el tanto de los derechos arancelarios sobre dichos artefactos, cuando ménos en proporcion del que pagan las primeras materias, para colocar de este modo á las industrias que trabajan el hierro en un pié de igualdad respecto de las extranjeras similares.

Al proponer esta Junta el aumento de los derechos arancelarios sobre los artefactos, más bien que la disminucion de los que pagan las primeras materias, tiene presente que esta última medida sería altamente ruinosa para las ferrerías españolas, industria bajo todos conceptos importante que conviene fomentar y desarrollar en nuestro país, por ser la base sobre que han de descansar, crecer y florecer otras industrias, asimismo importantísimas, á las cuales deben otras naciones gran parte de su pujanza y poderío.

Para la prosperidad del ramo de la produccion que nos ocupa convendria asimismo aumentar el derecho de tonelaje para la introduccion ó abanderamiento de los buques extranjeros, el cual en la actualidad no equivale al importe de los fletes y derechos del material para la construccion de un buque, ó cuando no se considerase esto conveniente, aumentar la prima concedida á los constructores españoles. Con la combinacion de todos estos medios se podria alcanzar que las industrias de construccion de máquinas y las demas de artefactos de hierro saliesen de esa vida exigua y raquítica que hoy arrastran, y adquiriesen el desarrollo á que pueden aspirar y que redundaria tan notoriamente en provecho de la

nacion entera.

Hace años que Barcelona cuenta con establecimientos que tienen los medios suficientes, no solo para la construccion de grandes máquinas de vapor y de casi toda clase de piezas de hierro, sino tambien de buques, y sin embargo, es lo cierto que á pesar de los esfuerzos que han hecho estos establecimientos no han podido medrar, lo cual prueba cuán necesaria es una reforma de los Aranceles en el sentido que se deja indicado.

Por lo demas, esta Junta considera ocioso enumerar aquí y ponderar las ventajas que á la nacion en general traeria el aumento de estas industrias, y se limita solo á indicar que este aumento es necesario para no continuar indefinidamente siendo en estos importantes ramos de la produccion tributarios del ex

tranjero, al cual entregamos en metálico por no tener productos el valor de los pedidos que le hacemos, y para que puedan sostenerse y desarrollarse las producciones minera y ferrera merced al mayor consumo.

A propósito de la produccion minera, ya que entre otros de los gravámenes que dificultan la situacion de las industrias de construccion de máquinas y artefactos de hierros ha señalado esta Junta el alto precio de los carbones, permítasele que consigne aquí, para no hacer de ello contestacion aparte, que convendria estudiar con gran detenimiento la manera de acrecentar la explotacion de nuestras cuencas carboníferas. Es cosa, más que conveniente, necesaria realizar con la brevedad posible las vias aceleradas

y económicas de trasporte de sus productos para conseguir de este modo la baratura del carbon mineral y del coke, alimento esencial de todas las industrias de hierro y de muchísimas otras tan vastas é importantes como ellas.

Cuanto se haga en favor de los carbones nacionales, no solamente será un medio de fomentar las industrias mineras y consiguientemente de dar ocupacion á muchas personas en las cuencas y en las vias de trasporte, sino que lo será asimismo de proporcionar una economía notable á nuestras industrias que consumen carbones; lo será, y esto es importantísimo, de emanciparnos del tributo que hoy forzosamente debemos prestar á las naciones extranjeras; y lo será por fin, de evitar la contínua salida de metálico que nos sumerge en crísis tan terribles como la que estamos hace mucho tiempo atravesando, á las cuales en vano buscamos remedio eficaz y sobre todo radical, fuera del fomento de nuestra produccion en todos los ramos.

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