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al Gobierno español en la antigua insurreccion su pérdida era el preliminar de la de Mégico. Era entónces comandante de ella D. Domingo Luaces, nativo de Montevideo: americano muy an ti-criollo, lo que anuncia poco talento é роса elevacion de alma; pero gefe

bastante acreditado entre los serviles del egército español: quizá no tenia el Go bierno realista otro gefe que reuniese las prendas de éste. Estaba la plaza de Querétaro bastante bien defendida, pero ¿qué hacia un general con poca tropa, y con la opinion del pueblo decidida en contra de la causa que defendia? Pidiò, pues, al virey Apodaca un refuerzo de 3.000 hombres, sin los cuales no podia responder de la plaza. El Virey estaba yá tan escaso de recursos que no podia enviarle ni 300. El egército de Iturbide era ya numeros-imo, pues como se habia hecho ya causa comun, solo de los que le acompañaban por mera curiosidad al egército, y de los que lo seguian con la esperanza de saquear la ciudad que se resistiera, principalmente Mégico, se podia formar una division muy respetable. Luaces con arreglo á ordenanza, no tuvo mas remedio que capitular. Lo hizo en efecto, y Querétaro quedó por Iturbide. Este golpe mortal desanimó infinito al Gobierno de Mégico. Los españoles exaltados y poseidos

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de toda la soberbia caracteristica de su nacion, creyéron que las medidas de Apodaca tenian la culpa de los progresos de Iturbide determinaron llevarlo todo á sangre y fuego, y con este obgeto depusiéron violentamente del mando á aquel virey, y pusieron en su lugar a Novella: aun para su eleccion hubo muchas disputas entre ellos; pues unos querian á éste, y otros à D. Pascual Liñan ni uno ni otro era adecua→ do para desempeñar la árdua empresa que se proponian. ¿Quién ha pensado jamas contrarrestar con un puñado de hombres, por mas sangre que se pro pongan derramar, la opinion y la volun tad de toda una nacion levantada en masa? Dígalo la misma España cuando se opuso tan gloriosamente à la tiranía na poleònica

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Esta anarquía interior de Mégico era un nuevo aliciente para aumentar la opi❤ nion en favor de Iturbide, y para in fundir ardor en su tropa. Despues de la toma de Querétaro, acercó parte de su egército a las inmediaciones de Mé gico, y parte llevó consigo. Si Queré taro habia sucumbido, ¿qué no harian las demas ciudades? Toluca se entregó á Iturbide. Cuernabaca hizo lo mismo despues de fugada la tropa que la defendia. Pue bla capituló, y con los auxilios que pres taban estas poblaciones, quedó la ca

pital aislada, y solo rodeada de tropas independientes.

Entrada de Iturbide en Puebla, y llegada del general O-Donojú.

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En Huichilaque, pueblo inmediato à Cuernabaca, se volvió a reunir Victoria con Iturbide, porque yá era indtil su comision. Le quitò èste la pequeña division que le habia confiado, y yá acompañó al egército sin ninguna representacion militar, sino como un particular solamente. Entrado que fué el egèrcito à Puebla, por capitulacion de la tropa que la defendia, despues de' algunos dias que fué preciso permanecer en aquella ciudad para disponer el sitio de Mégico, ocurrió no sé que cosa, y tuvo Iturbide que ir hasta cerca de dicha ciudad, é hizo mansion en la hacienda de Zoquiapa. En esta circunstancia le llega la noticia de que O-Donojá estaba en Veracruz, plaza que aun se mantenia por el Rey. Parte inmediatamente a la ligera à encontrarlo, lo hace venir á Córdoba, le pide una entrevista, y celebra con él el tratado, que tomó el nombre de esa villa.* Aun al mismo O-Donojú parece que le cau

*Véase la nota 8.

so sorpresa que Iturbide se presentase soto a hacer tales tratados. Se supo en Puebla por los mismos edecanes suyos, que al presentársele O-Donojú, despues de haberlo éste cumplimentado, lo primero que le dijo fué :,,supongo que el Sr. Victoria habrá venido con V.; á lo que contestô Iturbide que se habia quedado enfermo en Puebla.' En efecto, al pasar éste por Puebla para Córdoba estaba enfermo Victoria, aunque de un achaque ligero, que jamas le hubiera impedido acompañarlo para un asunto de tanta importancia; mas como el obgeto de éste era, como queda dicho, evacuar por si mismo esclusivamente todos los asuntos políticos, en nada mènos pensó que en brindarle con su compañía, pues ni aun se sabe que siquiera le hubiera comunicado el obgeto á que se dirigia, Este hecho parece que demuestra el concepto que se tenia de Iturbide en efecto, un hombre de su representacion nacional y de su patriotismo, era de suponer que hiciera un papel brillante en la revolucion, y la poca cuenta que hacia Iturbide de él, no era el mejor agüero de sus proyectos.

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Razones para no ratificar el Plan de Iguala en el tratado de Cordoba, y las que daba Iturbide

y sus partidarios para lo cons

trario.

Si sus intenciones hubieran sido rectas, hé aquí la ocasión mas oportuna para dar una base liberal al gobierno de Amèri ca. ¡Qué gloria hubiera sido para Itur. bide haber celebrado unos tratados, los que nada hubiera tenido qué añadir ni quitar el futuro Congreso! ¡como se habria éste dado mil parabienes por ha ber tenido un digno patriota que le hu biera preparado un camino liberal por donde se hubieran podido conducir, sin los obstáculos, los calculos, las combi naciones que han tenido que superar pa ra intentar siquiera remediar en parte los errores del Plan de Iguala y tratado de Córdoba! Pero no es tanta gloria, no eš el dulcê encanto de la virtud, el que satisface à un alma criminal y baja. Qué dese para el servil Iturbide la posesion del oro, el desahogo de las mas vers gonzosas pasiones, la vanidad, la soberbia, el narcótico incienso de los aduladores, el encorbamiento abatido de los cortesanos envilecidos; recréese puerilmente con tan mezquina corona, que

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