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el inmarcesible laurel de la verdadera gloria de la patria, solo está reservado á sus libertadores, Washington y su ins mortal imitador Bolivar. Si él hubiera tenido algun sentimiento americano, habria revocado al tratar con O-Donojú, el Plan de Iguala. La utilidad y la razon lo desaprobaban hasta la evidencia. La razon, porque en el mismo hecho de no haber sido jamas admitido del Gobier no de Magico, ni aun oido siquiera, ya estaba Iturbide libre de la obligacion de cumplirlo. Nadie duda que la transacion que celebrara entre los independientes y el Gobierno era un contrato bilaterals es decir, que obligaba á entrambos contrayentes: por lo mismo, si alguno de ellos no aceptaba las condiciones del contrato, el otro de ninguna manera quedaba obligado á cumplirlo. El Gobierno, en vez de ceder por su parte, no solo no admitia las condiciones que le proponian, sino que en todo obraba contra ellas, no perdonando ocasion de hostilizar á los independientes , y de causarles con la opinion y con las armas cuantos daños podia. De lo mismo se deduce la inutilidad del plan para evitar la guerra. Iturbide, por mas que le engañe su amor propio, co nocerá que la guerra se evitó por la generalidad de la opinion, en cuanto à la independencia; pero de ningun medo por condescendencia del Gobierno. Luego si

la guerra se evitò por la misma opinion, ¿cual era la utilidad del Plan? La úni ca que podia haber surtido, era que el Gobierno admitiese las ventajas propuestas que en él se hacian á la España, y abandonase enteramente las hostilidades y la guerra; pero si esto no se consegula, será necesario confesar que el plan era enteramente inutil. Iturbide nada ha hecho por la independencia: cualquiera otro que hubiera dado el grito, hubiera tenido el mismo resultado , porque estaba tan generalizada yá la opinion de ella , que à manera de torrente llevaba en su curso á todas las fuerzas del Gobierno español. No se necesitaba ni genio ni talento para seguir la favorable corriente. Cuando se necesitaba una cabeza superior y un hombre de superior genio, fué cuando diò el grito Hidalgo; entònces fué necesario crear todo, y hasta la misma opinion: el que hubiera entonces conseguido la independencia, hubiera merecido el puro homenage de la posteridad. Ni se diga que la opinion del pueblo estaba generalizada en cuanto al plan, y que por lo mismo era necesario sostenerlo. Esta es una impostura manifiesta. Ya he dicho las diversas consideraciones que esparcieron los serviles, ó que tuviéron los liberales para sobrellevar el plan en sus principios. Todo Mégico viendo el pésimo porte del

Gobierno, estaba esperando de momento à momento que Iturbide se valiese de cualquiera oportunidad de las muchas que aquel le proporcionaba en su conducta. pora revocar el plan. En una palabra, éste era soportado à mas no poder. Daré una prueba convincentísima de ello. La llegada de O-Donojú alarmó á todos los megicanos: suponian que por medio de él intentaria España usar de sus mas finas intrigas para volver a la América los grillos de que ya estaba libre. Juzgaban que ésta era la ocasion mas oportuna que se podia presentar á Iturbide para echar por tierra el Plan de Iguala, sin comprometer su honor ni su palabra, haciéndole ver al nuevo Virey la conducta del Gobierno: por lo mismo esperaban con ansia en Puebla, que tornase Iturbide de la entrevista con ODonojá, creyendo que el resultado seria et rompimiento absoluto de todo vínculo con España. Es de advertir que el pueblo de aquella ciudad es el mas fa. nático que hay en el imperio: dominado por el estado eclesiástico despoticamente, y por su obispo Perez, que tan to por las adulaciones que este prelado tributó á Iturbide, como por el prestigio que yá éste habia adquirido, estaba idolatrado de aquel pueblo con el mayor entusiasmo. Pues este mismo tan adicto suyo se junto delante del palacis epis

copal, luego que llegó Iturbide de tra tar con O-Donojú, en la noche del 28 de agosto del año pasado, y como ya se habia sabido la amistad y union de éste con aquel, y la sustancia de los tra tados, comenzaron á gritar con la mayor exaltacion: viva el Sr. Iturbide.

Otra de las razones que da Iturbi de y sus partidarios, para sostener la necesidad del tratado de Córdoba, es el haber evitado por este medio el derramamiento de sangre en Mégico, caso que no capitulara, sino que hiciera resistencia. Hé aquí una especiosidad: lea se el Manifiesto de O-Donojú, y se verá en él las tristes circunstancias en que se hallaba el Gobierno español, al que le era imposible fisica y aun moralmente resistir. En él se verá que el espíritu público estaba pronunciado y decidido que todas las provincias habian proclamado la independencia: que todas. las plazas habian abierto sus puertas: que el égército constaba de 30.000 hombres de todas armas, regimentados y dis ciplinados; y para no cansarme, que la independencia ya era indefectible, sin que hubiese fuerza en el mundo capaz de contrastarla. Consideraciones todas que hicieron que O-Donojú jamas pensase en que podria sacar de la entre

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vista con Iturbide partido ventajoso para España, y aun todavía se querra persuadir a los americanos la necesidad de sostener el Plan de Iguala, para no malograr la independencia? Hablen sin preocupacion los alucinados, y digan si la rendicion de Mégico fué mas bien obra de la imposibilidad de resistir, que dé las persuaciones de O-Donojú. El Go bierno hizo cuanto pudo para sostenerse, hasta que ya no pudo mas. Es verdad que las persuaciones de O-Donojú evitaron acaso que algunos realistas entusiasmados hubieran intentado resistir a toda costa; pero tambien era de esperar que éstos, por mas entusiasmados que se supongan, hubieran cedido á la ruina evidente que les amenazaba sin ninguna esperanza, a no ser por milagro de evitarla. Digad los mas ciegos preocupados a favor de Iturbide si creen de buena fe, á tener el Gobierno fuerza suficiente para resistirle, hubiera cedido a las instancias y consejos de O-Donojú? A mas de que aun cuando hubiera sido necesario derramar alguna sangre para tomar á Mégico, revocado el Plan de Iguala, debia haberse preferido este medio, si se deseaba la completa felicidad de América; pues se la proporcionaba en un todo, y no á medias, con la capitulacion de Mégico, sosteniendo la validez del plan.

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