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Llegada de Iturbide á Azcapotzalco, y medidas que empezó á tomar para su proclamacion.

Despues de los tratados de Córdoba partió Iturbide al sitio de Mégico, que ya se puso en toda forma. Se situó en el pueblo de Azcapotzalco, y desde allí comenzó á maniobrar en la toma de la capital por medios suaves y de política, y no de hostilidad. Aquí es donde comienza la época de la ambicion de Iturbide, ò por mejor decir, donde comenzó á declararse con las ideas de ser emperador. Algunos politicos fijan desde entonces esa época: otros la fijan en Puebla, estimulado con los inciensos y las bagezas del obispo Perez y del pueblo: otros la hacen mas antigua; y en efecto, en la hacienda de S. Martinito, cerca de Puebla, donde hizo una corta mansion Iturbide, ántes de entrar £ dicha ciudad, dijo un amigo suyo à un sugeto verídico: hé aquí la emperatriz de América, señalando á su muger; y añadió, porque ¿qué hará la Nueva-España con hacer emperador á quien tanto ha trabajado por ella? Todo puede ser; pero lo cierto es, que en el referido pueblo de Azcapotzalco fué donde se comenzó á desplegar con claridad. Los in

trigantès aduladores de Iturbide trabajáron en seducir mucha parte de la tropa, con el fin de que a la entrada de Mégico lo proclamasen emperador. Iturbide trabajaba por su parte todo lo posible para hacerse favoritos. Tanto á Âzcapotzalco como á Tacubaya, villa á casi igual distancia de Mégico que aquel pueblo, y donde despues trasladó su residencia, lo fuéron á ver todos sus conocidos, amigos y muchos aduladores, empleados egoistas, con el fin de conseguir colocaciones, ó no perder sus destinos. Ya se supondrá que tanto éstos como aquellos se prostituian hasta el último grado de abatimiento, apoyándole y fomentándole sus ideas, con el fin de congraciarse con él, y conseguir cada cual sus pretensiones.

Instalacion de la Junta provisional.

Entre el humo de estos inciensos, entre los perversos consejos de estos aduladores, nombró Iturbide despoticamente, sin contar mas que con su voluntad propia, una junta provisional que gobernara mientras se iustalase el Congreso. Esta Junta se componia de sus mas adictos aduladores, de los hombres mas ineptos, ó mas corrompidos, mas ignorantes ó mas serviles; en fin, y de

la gente mas odiada é desconceptada de Mégico el celebérrimo obispo de Puebla Perez, à quien mandò llamar con este obgeto, el Ldo. Azcarate, el ex-inquisidor Monteagudo, y otros poco mas o menos de la clase de los espresados. Es verdad que entre ellos mezcló uno ú otro de sus desafectos, y nombró á D. José María Fagoaga, hombre de honor, de riqueza, de talento, de instruccion y de mucho concepto, como verdadero patriota liberal, á quien siempre ha reputado por su enemigo, con el fin de aparentar imparcialidad; pero todos los hombres de discernimiento conocian esta hipocresía; pues habiendo elegido la mayor parte con escesiva ventaja de sus favoritos, y siendo él presidente de la Junta, claro està que las votaciones saldrian siempre à su gusto y contemplacion.

Instalada ya la Junta, todavia estando él en Tacubaya, antes de haber entrado en la capital, y evacuada ésta de la tropa que capitulo y debió marchar inmediatamente para España, se determinò la entrada solemne en Mégico para el dia 27 de setiembre del año pasado.

Medidas para proclamar á Iturbide emperador á la entrada del egército en la capital.

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He dicho que se estaba trabajando con el fin de proclamar á Iturbide emperador en ella esto estaba ya tan abanzado, que un clérigo liberal quité de la prensa de la imprenta volante del egér cito, un papel que se iba a imprimir, aprobando la tal proclamacion. El medio de que se valio para hacerlo, fué decir que no convenia darlo á luz miéntras Iturbide no se posesionara de la capital, porque los españoles se valdrían del pretesto de que se quebrantaba el Plan de Iguala, y renovarian, la revolucion. Se aguardó, pues, el dia de la entrada, y se formó el plan de esta ma nera: debia entrar la vanguardia del egército gritando viva Agustin I, emperador de la América: este grito debia ser inmediatamente correspondido por el populacho de Mégico, seducido ya para esto, entre los que hacian papel muy distinguido muchos frailes y clérigos, que estaban de acuerdo; y habia léperos* destinados à gritar de trecho en tre

* Llámase así á la hez del pueblo que mue sin casa ni hogar, desnudos y mis

cho para escitar al pueblo, y hacer correr la palabra. Ya se deja entender que la vanguardia se componia de la gente mas adicta a Iturbide; de manera que la tropa que siempre habia ido en el egèrcito de vanguardia, para ese dia ocupó la retaguardia, y se colocó en aqueHa la tropa favorita. Alborotabase así el pueblo y el égército con los mútuos vivas, y la tropa que se sospechaba de safecta, como quedaba á retaguardia, tenia que ceder á la aclamacion general.

Casualidad porque se frustré la proclamacion ese dia.

El golpe hubiera sido decisivo, pero se frustró por una casualidad. Iturbide creyendo quizá que su presencia causaria mayor impresion al tiempo de marchar el egèrcito, se puso à la cabeza, acompañado de muchos generales, entre ellos Victoria, aunque vestido de simple particular. El pueblo à quien le faltó, por esplicarme así, la contraseña de que la vanguardia entrara dando los vivas; por otra parte, algunos liberales que gritaban viva Guerrero, viva Viċ

serables, y por lo general entregados á la embriaguez. Son por otra parte el madelo de la humildad cristiana,

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