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tismo y esclavitud de Mégico. Algun dia quizá regenerada esta region, no los tratará con la consideracion que ellos crèen' merecer siempre, aunque hagan los mayores atentados. Pero antes de que prorumpan en agrias quejas contra los amigos de la razon y de los derechos dell hombre, traigan á la memoria los hechos de los eclesiasticos en América. ¿Quiénes sostuvieron con tanto ahinco la dominacion española? ¿Quiénes han protegido la del déspota Iturbide?

Es verdad que en la insurreccion antigua hubo un Hidalgo, uno Morelos, un Matamoros, y otros sacerdotes generosos é ilustrados, que se sacrificaron por la justa causa; pero ¿qué son estos en comparacion del crecido numero que profanó los púlpitos, los confesonarios y lo mas sagrado, comprometiendo las opiniones y las conciencias, prevalidos de la ignorancia de los pueblos de que abusaban torpemente? Conocen que la libertad del hombre está en contradiccion con sus escesivas prerogativas, y con su ilimitado poder, de aqui es que teniendo necesi dad de un gobierno que sea enemigo de la libertad y de las luces, se acomodan necesariamente con el tirànico. Este como á la vez, tiene necesidad de ellos para mantener a los pueblos en la preocupacion y en el error los favorece profusamente. De aquí es, que hallan sis

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dos,

nónimos los nombres de liberal y herege, francmason y anti-religioso, ilustrado y libertino, republicano y jacobino, sin tener siquiera el rubor de manifestar su ignorancia supina, los que tales denominaciones confunden. Estas bellas calidades que conocia en éllos Iturbide, le obligaban á contar con su auxilio, y por lo mismo les daba una tan crecida representacion. En cuanto á los empleasiendo hechuras suyas, por ser él quien daba los empleos, como presidente de la Regencia, eran necesariamente de su partido pues siendo los mas de éllos hombres de poco mérito, tenian su conservacion unida estrechamente á la de Iturbide. Lo mismo se puede decir de los militares, y en cuanto a las demas clases, como por sus profesiones solo entienden los negocios peculiares á ellas, tomarian poco empeño en los asuntos pú blicos, y seria fàcil ganarlos accediendo á sus pretensiones, respectivas á sus negociaciones, como corporaciones particulares. ¿Qué oposición podian hacer nueve diputados del pueblo a toda esa multitud? El proyecto era bueno en efecto para Iturbide, pero tan opuesto al interes público, que éste lo recibió con un desagrado universal. La razon especiosa en que se fundaba Iturbide, era en que haciéndose la elección por estamentos, se reunirian en el Congrese sugetes

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de todo género de conocimientos, y sik salir de su seno tendria un conjunto de ilustracion en todas materias.

Plan de convocatoria admitido por la Junta provisional.

No fué oida por el público esta especiosa razon, y conociendo Iturbide la poca aceptacion que habia tenido su idea, procuró acercar á ella en lo posible, cualquier reglamento que se hiciese para convocar à las elecciones. La Junta provisional, que tambien conoció la poca disposicion del pueblo, para admitir los estamentos, y queriendo por otra parte combinar las ideas de Iturbide, formó un plan que se discutió en sesion que durò desde las nueve de la mañana hasta las tres y media de la tarde, á que asistió Iturbide en compañía de la Regen-" cia. El plan estaba reducido en sustancia, à lo siguiente. Que cada provincia eligiese los diputados que le correspondiesen, con arreglo á uno por cada 50 mil habitantes que las provincias que segun esta base nombrasen de cuatro para arriba, eligiesen precisamente un eclesiastico, un abogado y un militar, siendo libres para nombrar los restantes de estas mismas clases, ó de las que qui siesen. Así se discutiò y aprobó en la

referida sesion de 10 de noviembre de 1821, pero en la de 12 del mismo mes se le pusieron algunas adiciones al plan referido, resolviéndose que aquellas provincias, donde por nombrarse mas de cuatro diputados, debian elegir uno de cada una de las tres clases referidas, no pudiesen nombrar mas que los tres señalados de ellas, escogiendo los restantes entre las demas clases del Estado. Esta ligadura arbitraria impuesta al vo to nacional, si bien ideada por los pocos liberales de la Junta provisional, para quitar en el Congreso la influencia que de otra manera habrian, tenido las clases improductivas ô privilegiadas, despues del absurdo ya cometido de asig Darles un cierto número de plazas segu-, ras, chocó sin embargo á la gente sensata porque pecaba en sus principios, porque restringia la libertad del pueblo, en el único acto en que directamente egerce su soberanía en los gobiernos re-, presentativos porque tal restriccion se creia establecida para privar al Congreso de las luces de, aquellas tres clases que por lo general en Nueva-España son las que poseen mas conocimientos: porque estando establecido en el Plan de Iguala y tratado de Córdoba que se obserVase la Constitucion española mientras el futuro Congreso formaba la suya, en to do lo que no se opusiese á aquellos, era

evidente que en la Junta no habia facultades para alterar el método de elecciones prevenido en aquella, y que el haber accedido à la propuesta de Iturbide, aunque con la enmienda adoptada en la sesion del 12, era una prueba de su debilidad, y de su aquiescen, cia á los ambiciosos planes del generalísimo. Por las mismas miras de agradarle aprobó el proyecto que á nombre de la Regencia propuso Iturbide el dia 6 de noviembre, para que el futuro Congreso se dividiese en dos salas, providencia que adolecia de los mismos defectos que la de la convocatoria, pues ni ésta era materia de las atribuciones de la Junta provisional, y por otra parte era sumamente ridículo verla dictar leyes constitucionales al futuro Congreso constituyente. Pero Iturbide pensaba sacar de esta division dos ventajas: la primera formar una sala de sus partidarios, compuesta de eclesiásticos y militares, segun se ve en su plan*: y la otra que cuando se juntasen las dos salas, como que cada presidente era igual al otro, no podia ninguno de ellos presidir al Congreso pleno, y entonces por, necesidad habian de buscar un presidente que lo fuera tambien de ellos, cuyo lugar pensaba obtener Iturbide, para de

* Véuse la nota 12.

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