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,,Confieso ingenuamente que si ja mas me arredraron las grandes dificul tades que de suyo presentaba la empre, Ba, tampoco estuvo en prevision el col, mo de los felices acontecimientos que apresuráron y siguiéron el éxito, que creo no acaban aun de desenvolverse, y han de formar un cuadro que vean con asombro nuestros nietos. ¡Lejos de mí la va, Da presuncion de LIBERTADOR de la pat TRIA! Soy el primero que tributo la mas sincera gratitud á los esforzados ciudadanos que con su valor, su celo, su ilustracion y desinteres cooperáron á mi designio para llevarlo felizmente al últi mo término.

,,Empero tengo la dulce satisfaccion de haber colocado á V M. augusta en el sitio donde deben dictarse las mejores leyes; en total quietud, sin enemigos esteriores, ni en la yastísima estension del imperio, pues que no pueden considerarse como tales, por su nulidad, trescientos españoles imprudentes que existen en el castillo de S, Juan de Ulúa, ni los poquísimos megicanos que por equivocados conceptos, o por ambicion propia, pudieran intentar nuestro mal, La dominacion que sufrímos trescientos años, fué sacudida casi sin tiempo, sin sangre, sin hacienda, de un modo maravilloso. El pais está enteramente tranquilo y bien dispuesto el Dios de la

sabiduría y de los egércitos, así cothe protegiò visiblemente al trigarante megi cano, se digne por su infinita misericordia ilustrar y sostener á V. M.

,,En efecto, me lišongeo de haber llegado al término de mis ardientes votos, y miro con placer levantarse el apoyo de las esperanzas mas alhagüeñas. Digo de las esperanzas mas alhagüeñas, porque nuestra felicidad verdadera ha de ser el fruto de los desvelos, de las virtudes y de la sabiduría de V. M. Señor, aun no hemos concluido la grande obra, y no faltan peligros que amenazan nuestra tranquilidad; no mas que

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,,Por fortuna está uniformado el espíritu de nuestras provincias: ellas es pontáneamente han sancionado por sí mis mas las bases de la regeneracion, unicas capaces de hacer nuestra felicidad, ya dan por concluida, conforme á sus votos, la Constitucion del sistema be-. néfico que ha de poner el sello á nues tra prosperidad; no faltan con todo genios turbulentos, que arrebatados del fu ror de sus pasiones, trabajan activamente por dividir los ánimos, é interrumpir la marcha tranquila y magestuosa de nuestra libertad. ¿Quién hay que pueda ni se atreva a renovar el sistema de la dominacion absoluta, ni en un hombre solo, ni en muchos, ni en todos? ¿Quién.

será el temerario que preténda reconci liarnos con las máximas aborrecidas de la supersticion? Se habla, no obstante, se escribe, se declama contra el servi lismo bajo el concepto mas odioso: se señalan con el dedo partidarios de él, se cuenta su exesivo numero, se exagera su poder, y tal vez se añade por un audaz de mala intencion, que el Gobierno le favorece por el contrario, ¡qué de invectivas contra el liberalismo exaltado! Se persigue, se ataca, se desacredita, como si estuviéramos envueltos en los funestos horrores de una tumultuosa democracia, ó como si no hubiese mas ley que las voces desconcertadas de un pueblo ciego y enfurecido. Se cree minado el solio augusto de la religion, y entronizada la impiedad. ¡Qué delirio: así se siembra el descontento, se provoca la desunion, se enciende la tea de la discordia, se preparan las animosidades, se fomentan las facciones, y se bussan las tràgicas escenas de la anarquía! Estas son puntualmente las miras atroces de unos pocos perturbadores de la dulce paz. ¡Seres miserables, que vincuJan su suerte en la disolucion del Estado, que en las convulsiones y trastornos se prometen ocupar puestos que en el òrden no pueden obtener, porque carecen de las virtudes necesarias para llegar á ellos que á pretesto de salvar

á los oprimidos meditan alzarse, con là tiranía mas desenfrenada, que á fuer de protectores de la humanidad, precipitan su ruina y desolacion! Ah! librenos el cielo de los espantosos desastres que se nos han pronosticado por algunos espí ritus débiles, y por otros dañados, para los momentos críticos en que vamos á constituirnos. Las naciones estrangeras nos observan cuidadosamente, esperando que se desmientan ó verifiquen tan ominosos anuncios, para respetar nuestra cordura, 6 para aprovecharse de nues tra ineptitud.

,,Pero V. M., superior 6 las instigaciones y tentativas de los malvados, sabrá consolidar entre todos los habitantes de este imperio, el bien precioso de la union, sin el cual no pueden existir las sociedades; establecerá la igualdad delante de la ley justa; conciliará los deseos é intereses de las diversas clases, encaminándolos todos al comun. V. M. será el antemural de nuestra independen cia, que se aventuraria manifiestamente, destruida la unidad de sentimientos; se ra el protector de nuestros derechos, señalando los limites que la justicia y la razon prescriben a la libertad, para que ni quede espuesta á sucumbir al despotismo, ni degenere en licencia que comprometa & cada instante la pública seguridad. Bajo los auspicios de V. M.

reinar la justicia, brillará el mérito y la virtud; la agricultura, el comercio y la industria recibirán nueva vida, florecerán las artes y las ciencias; en fin, el imperio vendrá á ser la region de las delicias, el suelo de la abundancia, la patria de los cristianos, el apoyo de los buenos, el pais de los racionales, la admiracion del mundo, y monumento eterno de las glorias del PRIMER CONGRESO

MEGICANO.

,,Desde ahora me anticipo, Señor, á celebrarlas, y tan satisfecho del acierto en las deliberaciones del Congreso, como decidido á sostener su autoridad, porque ha de cerrar las puertas à la impiedad y à la supersticion, al despotismo y á la licencia, al capricho y à la discordia, me atrevo á ofrecerle esta pequeña muestra de los sentimientos íntimos é inequívocos de mi corazon, y de la veneracion mas profunda. Mégico 24 de febrero de 1822."

Es preciso considerar muy atentamente esta arenga, y tenerla presente, lo mismo que la que salió al tiempo de la convocatoria; en ella supone à la nacion en una total quietud, sin enemigos interiores ni esteriores, reputando en nada á los trescientos españoles de S. Juan de Ulúa, y á los poquísimos megicanos que pudieran intentar nuestro mal. Procura asegurar al pueblo, aun respecto

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