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2,aquellos que maquinan arruinarnos." Comparemos esta proclama con el discur so pronunciado por Iturbide en la instalacion del soberano Congreso, y verémos el diverso espíritu que reina en éste y en aquella. Justamente debia preguntársele ¿tan presto se ha alterado aquella total quietud en que estaba la nacion hace un mes? De donde han veDido esos enemigos interiores y esteriores, que entonces no habia? En este tiempo muchos españoles se han ido, y ninguno ha venido: las ideas liberales se han difundido, al paso que las serviles sofocado; debe por lo mismo ser mas corto que ahora un mes el numero de enemigos ya interiores, ya esteriores; pero aun suponiendo que todo estuviese en el mismo estado que entonces, ¿por ventura. aquellos 300 españoles se han convertido en 300.000 por una metamorfosis como la de los mirmidones? Los poquísimos megicanos de equivocados conceptos se han tornado en muchísimos? Pues si nada de esto es , ¿por qué entonces inspirarnos se. guridad, por qué ahora desconfianza? ¿por qué entonces debiamos permanecer_tranquilos? ¿por qué ahora vigilantes? La razon es obvia: porque antes le convenia á Iturbide de aquel modo, y ahora de éste.

Continúa la tentativa para coronarse Iturbide, y malas resultas que tuvo.

Esta proclama no fué mas que el diseño de lo que aparentó y ponderó en el Congreso. Allí presentó á la nacion esperando ya el último momento de su ruina, exigiendo del Congreso un pronto y eficaz remedio. Su proyecto ese dia era indisponerlo contra los espafioles, con el obgeto de que los republicanos se exaltaran 6 intentaran echar por tierra el Plan de Iguala y su tercera garantía: y que los borbonistas, por llevar adelan te su sistema, se opusieran á ellos. En esta discordia clamar él: que en unas circunstancias tan críticas el Congreso estaba dividido, y esta division daria lugar á que no se acudiese al peligro eminente y cierto que amenazaba á la patria; y que por lo mismo, el por salvarla reunia en sí toda la facultad, como antes cuando hizo la independencia, pues así lo requeria el honor de la nacion y la causa de la libertad. Si el Congreso convenia, conseguia él su intento, que era tener el mando absoluto, y si no convenia, lo obligaba á hacerlo, valiéndose de la fuerza bajo la capa de aquel' especioso pretesto, y de aquella conepiracion de españoles que el mismo ha

bia premeditado y egecutado, para conseguir la corona. Al intento previno su tropa favorita, redobló con parte de ella misma la guardia del Congreso, dando por causa que así prevenia cualquier atentado que intentasen hacer contra él los conspirantes que estuviesen dentro de Megico, de acuerdo con los capitulados. Ya habia tenido cuidado de echar fuera de Mégico toda la tropa adicta al Congreso y la noche anterior, entre la que salió à las once contra los levantados, al, regimiento de la Columna, el último ques habia quedado de aquella clase. No obstante todas estas medidas, se le frustrô su empresa este dia. Encontrò en el Congreso mas calma que la que se suponia para hacerlo exaltar, La primera providencia que tomó fué impedir que Itur bide se presentase como simple particular , y mandar viniese con la Regencia, que entonces como Presidente del poder, egecutivo, podia esponer lo que tuviese por conveniente. Vino la Regencia, y entró Iturbide con ella los diputados comenzáron á informarse de las ocurrencias actuales , y encontraron á todos los regentes enteramente ignorantes, no solo con respecto á lo que pasaba de los movimientos de los capitulados, sino aun, de las medidas que Iturbide habia tomado para corregirlos. Se mandó llamar, los ministros, principalmente el de

guerra, para que informase sobre lo mis mo; ninguno de ellos sabia lo mas miBimo. No pudo menos que sorprenderse el Congresó al ver tanta ignorancia en unas personas, que por razon de sus empleos debian tener las mas exactas noticias de todo. ¡No saber la Regencia ò el poder egecutivo lo que no debia ignorar! El Sr. Yañez para disculparse y disculpar á su cuerpo de éste cargo, confesó ingenuamente, que la Regencia no era mas que un parapeto; pero que en la realidad no habia mas Regencia que el Sr. Iturbide ; que jamas á ella se le daba cuenta, ni se contaba con ella para nada. Esto originó una acalorada disputa entre Iturbide y Yañez, hasta de cir aquel á éste, que era un traidor, y éste contestarle que el traidor lo era él, y tomándolo por el brazo le dijo estas formales palabras en tono enfàtico, enérgico y terrible :,, Sr. Iturbide, Hi,,brése V. de que yo hable: V. es el ,,verdadero traidor á la patria." Estos hechos inesperados perturbaron de tal mo-' do à Iturbide, que ya no acertaba á ha-' blar sino desaciertos: procuro clara y descaradamente sembrar la discordia en el Congreso; dijo, sin venir al caso, que en él habia muchos traidores enemigos suyos; se le pidió que los desig nase y acusase para castigarlos si lo merecian; nombró en efecto á muchos de

fos mas distinguidos por su probidad, ta lento y riquezas, como Fagoaga, Odoar, do, Lombardo, Paz, Obregon &c. ; pe-> ro con unas acusacionés tan frívolas, unos embustes tan groseros, que quedaron absueltos en el acto mismo; tambien echó en cara inoportunamente al Congreso, que tuviera por presidente á uno que habia capitulado (lo era en efecto el Sr. Orbegoso, presidente à la sazon): se le contestó que aunque capitulado, era hombre de honor, y merecia la confianza del Congreso: y bien le pudo haber añadi-! do, que en esto no hacia mas que imitarlo, favoreciendo á los que habian tomado par-› tido en la independencia por medio de capitulacion. Finalmente, cubierto de deshonor, y con un vergonzoso desaire, sin haber podido dividir al Congre so, ántes chocando él con todos, salió de la sesion, que se concluyó á las ora→ ciones de la noche, cargado de execra cion, reconocido por vil calumniador; y despreciado de todo hombre sensato. No ha de haber sido menor la sorpresa que llevaria cuando supo que los liberales habian ya ganado mucha tropa ese dia para sostener al Congreso, juntamente con mucha parte del pueblo, dado caso que Iturbide hubiera llevado al cabo su idea de oprimirlo. Esta tentativa se frustróg el sumo abatimiento que manifestó, el desconcierto de sus palabras, la palides a

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