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de sú trémulo semblante probáron ese dia, que no tiene Iturbide, ni energía en el alma, ni viveza de imaginaciou: solo tiene habilidad para combinar friamente las mas negras é infames intrigas, y aprovecharse de ellas si tienen buen éxito.

Variacion de la Regencia.

Esta escena tan indecorosa para Iturbide, produjo muchos efectos en contra suya, y en beneficio de los liberales. Estos estendiéron y casi generalizaron el espíritu republicano en el Congreso; los escritores públicos hicieron otro tanto respecto del pueblo, y llegó á tanto el entusiasmo, que 72 sugetos firmáron à nombre del pueblo, una representacion que dirigieron al Congreso, en que le manifestaban , que en virtud de que por las sesiones anteriores habia sabido el público la ineptitud y debilidad de la Regencia actual, se dignase variarla, por no ser acreedora ya á la confianza pública. El Congreso conocia lo justo de la peticion; pero obrando con prudencia, no quiso que se digese que sus disposiciones eran efectos de movimientos populares. Aparentó por tanto desentenderse de la peticion; ma3 al tercer dia se pre sentó otra, en que se reproducia aque

Ha, firmada por mayor número de individuos. Se hizo aun desentendido el Congreso, y entre algunas disculpas que daba, era una la que de este corto número de sugetos no podia reputarse la voz de la nacion. De aquí debia aprender Iturbide cuando un voto se puede llamar de la nacion, y cuando no: ciertamente que se habria abstenido de dar à la insolente faccion que lo proclamó emperador, el nombre de el egército y pueblo megicano, como se verá mas adelante. El Congreso, despues de haber hecho proposicion formal un diputado, para que se variase la Regencia, y de discutido el punto detenidamente, puso los Sres. conde de Casa de Heras, Dr. Valentin, y D. Nicolas Bravo, en lugar de los Sres. Bárcena, Perez, obispo de Puebla, y Velazquez de Leon, dejando á los Sres. Iturbide y Yañez: bien hubiera querido el pueblo que se hubiesen variado éstos tambien; pero no lo juzgó oportuno el Congreso respecto de Iturbide, por el prestigio que aun conservaba en el bajo pueblo; y respecto de Yañez, en recompensa de haberse portado enérgicamente el miércoles. santo 3 de abril, y suponer que por esta misma ocurrencia se interesaba ya su honor en seguir tan plausible conducta.

Representacion del regimiento de ca

ballería número 11.

No fué mènos el entusiasmo que ma nifestaron algunos militares, insinuando al Congreso la opinion general de la nas cion á favor de la república, pues el re gimiento de caballería número 11, despues de haber hecho el respectivo juramen to de obedecer al Congreso, le dirigió una esposicion, dandole parte de haber celebrado aquel acto religioso, y al mis mo tiempo le significaba sus deseos y la opinion general de América, en cuanto al establecimiento de la república.*

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Esta esposición fue vista con el mayor placer de los diputados liberales y del pueblo; però no de los iturbidistas ni borbonistas de aquellos por las pretensiones de Iturbide, y de éstos por llevar adelante su sistema; se pidió que se insertase en el acta del dia; se ob getó, que no siendo proposicion hecha por ningun diputado no podria insertarse, y entonces el Sr. D. Santiago Vaca y Or tiz hizo suya la referida esposicion: así se decretó en la sesion pública; mas en la reservada por causas que se alegáron, á frívolas o sólidas, se revocò aquella

* Véase la nota 14.

disposicion, y no se insertó segun se habia mandado. Los escritores adictos á Iturbide y á los borbonistas, procuráron afear este hecho del núm. 11; pero los re publicanos lo sostuvieron con vigor. Los borbonistas, que ya eran muy pocos, no desmayaban en llevar adelante su siste, ma. Las noticias que se recibian de Es, paña eran muy contrarias á éste. El Go bierno español daba pocas esperanzas de reconocer la independencia de América, po adoptando el Plan de ella que le propusieron los diputados, á pesar de ser bien degradante para la nacion megicana. Se tenia noticias de que España no es taba en aptitud de mandar una espedi, cion con obgeto de reconquistarla; de suerte que su conducta suministraba pre, testos para anular el Plan de Iguala, y no habia que temer ningun funesto re sultado por hacerlo. En estas circunstan cias era ya un efecto necesario que se rompiese el equilibrio observado entre Iturbide y el Congreso. Aquel conocią que dilatando mas la execracion de sus miras ambiciosas era cierta su ruina, pues su poder solo estribaba en la pri mera ilusion que causó la independencia que se iba ya disipando como la niebla de la mañana, al aspecto de su avarientą y ambiciosa conducta. Este percibia muy bien que era tiempo de comenzar á contrapesar la fuerza fisica de Iturbide. E

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Congreso por lo mismo trataba de esta blecer la milicia nacional, é Iturbide dé aumentar el egército. Tambien proyectó el Congreso arreglarlo, y con este obgeto pidió à la Regencia un plan del pié de tropa que seria necesario mantener en el imperio, y el presupuesto de sus gastos. En lugar de desempeñar la Regencia esta comision que le tocaba por ser el poder egecutivo; convocó Iturbide una junta de generales, casi todos hechuras suyas, y despues de haber formado cálculos errados, y haber hablado infinitos desaciertos, pidièron 35.000 hombres, fuera de las milicias provinciales que se debian establecer, y de las na cionales. El Congreso manifestó sorprenderse con una proposicion tan avanzada, y en varias discusiones probáron hasta la última evidencia, la inutilidad de tal egército. Los partidarios de Iturbide por el contrario, sostenian con el mayor calor su necesidad. Iturbide temió que el Congreso no accederia á su peticion, y considerando que sin egército à su devocion seria arruinado indefectiblemente, tomó el mayor empeño en que se le otorgase lo que pedia. La siguiente carta que dirigió a la Regencia para que ésta la remitiese al Congreso, como lo hizo, manifiesta el estado de despecho en que estaba su alma, considerando que le podian quitar el egército. Léase con cuidado.

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