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Papel de S. M. I. dirigido al Su premo Consejo de Regencia, en 15 del corriente mes de mayo..

Escmo. Sr.-Esta carta y documentos que la acompañan', tienen por obgeto, el que instruyéndose V. E. de su contenido, se sirva elevarlo al conocimiento, de la Regencia interina del imperio, y S. A. S. al Soberano Congroso, si lo creyese conveniente.

Ya he dicho repetidas veces que la patria peligra, que por todas partes está amenazada, que tiene enemigos dentro y fuera de sus términos, que son sus asesinos los que la adulan, queriendo persuadirla de que nada hay que temer, y que su libertad é independencia está asegurada. He dicho repetidas ve ces, que á estos males no se les conoce otro antidoto, que mantener un egército de 35.000 hombres distribuido, como he dicho tambien ; y he dicho que sin egército y sin hacienda todo lo hecho hasta ahora es perdido, y servirá solo para ponernos de peor condicion. Para hablar en estos términos no he tenido la insensatez de fiarme de mis propios conocimientos, sin embargo de que cuanto sucede lo preveia, y á pesar de que tengo, y he tenido siempre para espresar mis

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ideas mejores datos que un sin número de charlatanes, sin ilustracion ni talentos en la ciencia del gobierno, engreidos con el farrago que aprendièron en rancias es cuelas, y que presumidos y mal intencionados se han propuesto sumergirnos en la confusion y el desorden, déstruyendo la obra de mis manos: sí, Escmo. Sr., de mis manos puedo decir, sin que se me tache de orgulloso, que di la lis bertad al imperio, y que yo sin la cooperacion de los que ahora presumen de patriotas, hice la independencia de este pais, criticado y zaherido de los habladores, ayudado solo de los que callan; pero que yo no sé si callarán por mu cho tiempo aun. Hago esta indicacion porque los buenos esperen y los malvados tiemblen. Me separo del asunto princi pal: sírvame de disculpa ó no me sirva, el amor de la patria que me exalta, y el dolor de presagiar la inutilidad de los heróicos esfuerzos de mis compañeros, la pérdida de mis trabajos, privaciones y peligros, el malogramiento de la buena disposicion de unos pueblos tan dóciles como desgraciados, sin otro delito que abrigar en su seno vívoras que les roen el corazon.

Por los documentos adjuntos se deduce la necesidad de presidiar las plaZas de guarnecer las provincias, de vigilar sobre nuestras costas, de guardar

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nuestros puestos, de ponernos á cubiert to de invasiones estrangeras y atentados interiores; pues à todo estamos espuestos, y tal vez próximos. Los que suscriben no quieren que se les crea sobre su palabra; pero tienen un derecho á que se acceda á lo que pi den, porque dan pruebas, dan razones; y los que se oponen no tienen otras que recurrir á los lugares comunes, muy tra queados ya, y muy ridículos en nuestro tiempo y en nuestras circunstancias. ¿A quien no escitará la orgullosa vanidad de los que sin haber profesado la milicia, ni haber hecho la guerra, sin conocer el pais ni los puntos fortificables, ni los que pueden ser invadidos, sin corres pondencias, sin noticias, se oponen solo por su capricho á lo que opinan los maes, tros de la guerra, los que han dado prue, bas de su adhesion à la libertad, los que tienen mas que perder en un trastorno, los que han recorrido el territorio del imperio, y examinado como interesados é inteligentes? Por Walis nos amenazan los ingleses, por Tejas se interesan nuestros vecinos, por varios puntos de la frontera de Oriente las naciones bárbaras, por Guatemala la anarquía, por las Califor nias los rusos, por Veracruz los españoles, por las provincias la guerra civil, y por todas partes todas las nacio nes de Europa: los embajadores se re

tirán del pais que nos reconoce: en Cá diz se aprestan buques de la armada: en Madrid nos llaman traidores: en Londres, en Paris, en Lisboa hay emisarios de nuestros antiguos dominadores: Viena, Petersburgo y los prusianos ya hicieron en Napoles su ensayo contra la libertad. La Europa entera no consentirá sino obligada por la fuerza, á que en este continente haya gobiernos independientes de aquellos la Europa sabe que los americanos organizados en sociedades bien constituidas, serán los depositarios de las luces, del poder, del comercio y de la industria, , y que á la vuelta de cien años será respecto de nosotros, lo que los griegos y los romanos han sido respecto á ella despues de la muerte de Alejandro, y la destruccion de los imperios de Orien te y Occidente.

Yo me creia relevado de mezclarme en reflexiones eruditas: no soy mas que un militar, y estaba persuadido que me bastaba saber manejar la espada; pero ¿que he de hacer, si no se sabe ó no se quiere saber? Es necesario que unos aprendan y otros se confundan.

Y contra estas razones, documentos y principios, ¿qué oponen esos rutineros visionarios? El infundado temor del despotismo, un liberalismo mal entendido, máximas aprendidas de memoria de algunos filosofos que escribiéron en

sa gabinete, sin haber visto jamas el man➡ do, ni entendido en los negocios públicos. ¿Qué pueblos hay hoy mas libres que la Gran-Bretaña, la Holanda, la Suiza y los Estados Unidos? ¿Y cómo adquiriéron su libertad y la conservacion? Crounwel, el principe de Orange, Guillermo Tell y Washington salvaron su pais de la tirania y del despotismo peleando y mandan do soldados. ¿Cómo se ha constituido Colombia en nuestros dias, cómo Chile, y cómo está próximo á constituirse el Pe-t rú? ¿Qué es Mégico hasta ahora? Sin constitucion, sin egército, sin hacienda, sin division de poderes, sin estar reconocido, con todos sus flancos descubier tos, sin marina, inquietos, insubordinados, abusando de la libertad de la prensa y de las costumbres, insultadas las autoridades, sin jueces y sin magistrados. ¿Qué es Mégico? ¿Se Hama esto una nacion? Y en tal estado, ¡yá nos es gra voso el egército que puso la primera piedra del edificio de la libertad? Yá le improperan, le desprecian y quieren estinguirle los que le deben la fortuna, la existencia política y aun la natural, los que son porque él quiso que fuesen? Esta es la ingratitud mas negra, y la ig norancia mas crasa.

Ultimamente, sírvase V. E. manifes tar à S. A. S. para que tome las providencias que considere convenientes, que

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