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del Bagio se sacrificaban ́ comprándo cáro, los de Mégico vendiendo barato. El público del Bagio pagaba precisamente en el menudeo el recargo que debieran sufrir comprados los efectos a precios muy subidos.. Añadase á esto todas las pensiones, las alcabalas, los derechos, y las demas exacciones que sufrian log comerciantes y el público, y se verá á cuanto pueda ascender el daño que su frian; pues los comerciantes de Mégico tenian que sufrir el gasto de las recuas inútilmente todo el tiempo que Iturbide detenia el comboy, mientras que espendia sus efectos; en una palabra, infinitos los males que se causaban

eran

Tiranizados de este modo los pue blos del Bagio, deseaban vivamente sa cudir el pesado yugo de su argelino comandante; pero su tirania los tenia in mobles, porque al menor pensamiento que se hubiera traslucido, les habria costado la vida en el instante. Se retiró Iturbide à Mégico por algunos dias, pa ra proseguir sus intrigas; los guanajua teños aprovechandose de esta feliz casualidad, representaron con tanta acrimonia en contra de èl, que a pesar de suvalimiento en la capital con el infame Bataller, su protector, y de haber formado capricho pa ra volver a toda costa al Bagio de comandante, jamas pudo conseguirlo;* permane

Véase la nota. 4.

biendo en Mégico de simple coronel has ta salir para egecutar el plan de Igua a. Su conducta en todo este tiempo no fué ménos perversa. Acordándose de su connatural tiranía, sorprendió en su casa á un D. N. Gilbert, sugeto decente, que le digéron habia hablado mal de él, y le hizo firmar un recibo de 25 azotes; seguramente él oyó referir esta misma anécdota entre Federico II y Voltaire, y quiso imitar en su venganza é ese real personage.

Contrajo trato ilícito con una seño-ra principal de Mégico, cuya reputacion de preciosa rubia, de seductora hermosura, llena de gracias, de hechizos y de talento, y tan dotada de un vivo ingenio para teda intriga y travesura, que su vida hará época en la crónica escandalosa del Anahuac. Esta pasion llegó á tomar tal violencia en el corazon de Itur. bide, que lo cegò al punto de cometer la mayor bageza que puede hacer un marido; con el obgeto de divorciarse de su esposa, fingiò una carta (y aun algu nos dicen que él mismo la escribió), en la que falseando la letra y firma de su Sra, se figuraba que ella escribia & uno de sus amantes; con ese falso documento se presentó Iturbide al provisor pi diendo el divorcio, el que consiguió ha ciendo encerrar á su propia muger en el convento de S. Juan de la Peniten

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cia. Esta inocente y desgraciada victima* de tan atroz perfidia, solo se mantuvo con seis reales diarios que le asignó para ¿su subsistencia su desnaturalizado marido. Para dar una idea cabal del carácter de este personage, copio aquì al pié de la letra el irrecusable informe que en 8 de julio de 816 puso al virey Callejas el respetabilisimo Dr. D. Antonio Lavarrieta, cura benemérito de la ciudad de Guanajuato, paisano de Iturbide y amigo de su familia.

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Informe del Dr. D. Antonio Lavarrieta, cura de la ciudad de Guanajuato, sobre la conducta que observó Iturbide siendo comandante general del Bagio.

,,Escmo. Sr.-Aseguro á V. E. que jamas me he visto en mayor conflicto, que sen el que me puso y tiene el oficio su

* Qué mudanzas! ¡Y cuán voluble es la rueda de la fortuna! Ahora cinco años esta desventurada criatura hubiera camebindo su suerte por la última criada hon

rada de Mégico, y hoy que tiene una çorona en la cabeza, no hay individuo de ningun sexo que pueda aguantar el peso de su orgullo, su impertinencia y var -nidad.

perior de V. E., fecha 24 del próximo pasado junio, relativo a que yo infor me sobre la conducta civil, politica, militar y cristiana del Sr. coronel D. Agus tin de Iturbide, y no sé como desempeñar esta confianza.

+

,,El Sr. Iturbide es mi paisano, y le he tenido grande aficion: ha sido un gefe que cuando militaba bajo las órdenes inmediatas de otros, hizo cosas admirables, y jamas se le notó otra pasion que la de la gloria. En efecto, vista la cosa por aquel aspecto, es digno de todo elogio y reconocimiento. Este, pues, es para mí el primer embarazo para pro◄ ducirme con libertad, tener que hablar de un sugeto que fué tan benemérito á la patria. Yo mismo en las pocas ocasiones que le he escrito, le he dado los mayores elogios por aquellas sus acciones.

,,El segundo embarazo para que yo hable con libertad, y para que hablen todas las corporaciones y sugetos à quienes se han remitido los oficios de V. E. es, que los trajo el capitan D. José María Gonzalez, íntimo confidente del Sr. Iturbide, y ha exigido las contestaciones para llevarlas. El se titula comisionado de V. E., pero se presume que no lo es sino del Sr. Iturbide. Cuando nos ha entregado los oficios, nos ha dicho que el Sr. Iturbide volverá pronto al mando de la provincia, y que esas

justificaciones solo se piden para mayor abundamiento. Me aseguran ademas, que para confirmar su dicho de la restitucion • regreso del Sr. Iturbide trajo y repartiò varios egemplares de la Gaceta, en que deshaciendo el error de otra, se avisa al público que el Sr. coronel D. José de Castro solo ha sido y es comandante interino del Norte, y el Sr. Iturbide propietario. De modo que tode conspira a intimidar á los informantes. Y en efecto, Sr. Escmo., ha sido tanto el terror que esto ha infundido, que para hacer los informes que van de esta ciudad, ha habido mil consultas y confabulaciones ; y por último, no atrevièn. dose a decir lo que sienten, se espli can con ignorancias, anfibologías y subterfugios, para solo hablar y no decir nada. No entro en cuenta de estos temores, porque no soy tan malicioso, que llevando su confidente las contestaciones podrian pasar ántes por la vista del Sr. Iturbide, suprimir los perjudiciales y entregar los favorables.

¿Cómo quiere V. E. que nadie tenga el heroismo de informar la verdad, temiendo su resentimiento, y que lo arruine cuando vuelva? Hé aquí el motivo por que las leyes de España no quieren que se residencie ningun virey hasta que se haya separado totalmente del mando, y aun del reino. Muchos toman

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