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paz de faltar á lo mismo que tantas vēs ces ha jurado, ya de sostener el Plan de Iguala, ya de sujetarse al Congreso? Y rogaros... que no se dé lugar á la exaltacion de las pasiones, que se olviden resentimientos. ¿Cuáles eran las pasiones que se podian exaltar? ¿Acaso un justo enojo por el atentado cometido? Y ¿á este es al que no se ha de dar lugar? Al contrario, cualquier buen patriota debia haber estimulado al mas apático para que defendiera el honor de la nacion, la dignidad de sus representantes, la libertad de la América, y castigase al que intentase hollar en lo mas minimo estos sagrados obgetos. Y ¿cuáles son los resentimientos que se han de olvidar? ¿Los que ha causado hasta ahora la criminal conducta de Iturbide? ¿No es esto cla-, ramente pedir que se apruebe su proclamacion? Que respetemos las autoridades, porque un pueblo que no las tiene,

las atropella, es un monstruo. Buen egemplo ha dado él mismo de respetar las autoridades, atacando á la nacion y sorprendiéndola en las tinieblas de la noche, para que sus representantes por fuerza ó de grado aprobasen lo que propusiesen sus facciosos. En efecto, el pueblo que las atropella es un monstruo," como lo fué el que proclamó á Iturbi-» de. Ah! no merezcan nunca mis amigos este nombre. Los que lo sean, los

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se declaren adictos á sus ambiciosas ideas, los que le ayuden a esclavizar á Mégi co, no pueden merecer otros nombres que, los de imbéciles de monstruos, de enemigos de sus hermanos y de su patria. Que dejemos para momentos de tranqui lidad la decision de nuestro sistema y de nuestra suerte; van á suceder luego luego. ¿Cómo se han de reservar para momentos de tranquilidad nuestra suerte y nuestro sistema, cuando van á suceder luego luego? ¿No es una contradiccion, aun en lo material de las palabras? No es menor aun en la sustancia de su contenido. El mismo pueblo de la noche an-: terior entusiasmado con el cohecho, la misma tropa revolucionada, y podrá i en medio de este tumulto haber momentos de tranquilidad? La nacion es la patria; la representan hoy sus diputados: oigámosles. Oigamosles, si; pero cuando tengan libertad para hablar. Salga fuera de la capital el número 1 y los granaderos imperiales; sosiéguese el barrio del Salto del Agua, cálmese el tumulto que el mismo Iturbide ha suscitado con sus intrigas y cohecho, y tomadas estas medidas, oigamosles; pero oirles cuando no pueden decir mas que lo que quiere oir la violencia, ¿de qué servira? ¿Por ventura podrá una forzada declaracion del Congreso subsanar la nuTidad del origen del atentado? por el con

trario, cualquiera aprobacion dada' en tales circunstancias, añade otra gulidad.. No demos un escándalo al mundo. Esto es lo mismo que decir: no os opongais É lo que quiere la faccion, porque ésta se empeñará en sostenerme y se dará ocasion á un tumulto popular, con escándalo del mundo. Y no temais errar siguiendo mi consejo. ¿Cuál es el cousejo que ha dado? hasta ahora no se ha espresado sino con capciosidades: ya se ve, querrá decir: no temais errar haciéndome emperador. Era muy justo el temor de errar, colocando en el solio al hombre que hay en Mégico menos digno de él al realista que anti-cristianamente SANTIFICA el viernes-santo,; mandando á los infiernos 300 megicanos: al cruel anti-independiente, que tiene sus manos tenidas en sangre de sus hermanos: aquel en cuya boca jamas ha descansado la verdad: aquel cuyo corazon siempre ha sido el taller del fraude y de la intriga habia en efecto motivo pa ra temer errar, y errar demasiado La ley es la voluntad del pueblo. Pero no cualquiera voluntad, sino legalmente espresada, como lo dice él mismo en una de sus proclamas: la que carezca de estas cualidades, será capricho, despotismo y anarquía. ¿Puede Iturbide creer dentro de su corazon, que su proclama cion es la voluntad de Megico? Yo por

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sus mismos principios se lo argüiria di ciéndole ¿para qué valerse de tantas intrigas, de tantas torpezas para proclamarse emperador? ¡No prueba tan vil manejo y tan criminal conducta, que la voluntad de la nacion nada menos quie. re que monarcas? ¿El deseo de repúbli ca no esta yá generalizado, no lo ma-, nifiestan los papeles públicos, la esposi cion del número 11, y aun las espre siones de los diputados en el Congreso? pues si la voluntad de la nacion es ley, ¿por qué no la obedece Iturbide dejandola que se constituya en república, y renunciando á sus ambiciosos designios? Nada hay, sobre ella. Sino las intrigas, los delitos de los déspotas, apoyados de la fuerza. Entendedme. ¿Qué quiere decir esta sola palabra? Ya sabeis lo que deseo, lo que quiero, no finjais comprender lo que yo os he queride significar con mis enfáticas espresiones; lo que pretendo es ser el enemigo de la América, el asesino de mi patria, disfrazado con el título de emperador. Dadme esta prueba de amor, que es cuanto desep. A la verdad que bastante lo ha ma nifestado. Y lo que colma mi ambicion. ¡Oh poder irresistible de la verdad! ¿cómo te escapaste casualmente de la boca de donde acaso es la primera vez que sales? Cuantos pasos ha dado Iturbide desde que figura en el mundo has

ta ahora, no han tenido otro resorte que su ambicion, que no se ha saciado basta llegar á usurpar la libertad á su patria misma. Así lo conocerà y confesará cualquiera que esté medianamente impues-to de la horrible conducta de Iturbide, ya de insurgente, ya realista, ya de independiente. Dicto estas palabras con el corazon en los labios, hacedme la justicia de creerme sincero. Bien necesita de todas estas protestas el que recela, y con fundamento, no ser creido aun cuando profiera alguna verdad. Y vuestro mejor amigo. Con mas propiedad se hubiera espresado diciendo vuestro opresor, vuestro tirano, el mas acérrimo enemigo de la América. He examinado este monumento eterno de oprobio de Iturbide; de tan é indignado el corazon gro tegido de maldades, intrigas y anatemas políticos; solo puede desahogarse el alma generosa del virtuoso patriota, leyendo el siguiente discurso del inmortal Bolivar, discurso que ese héroe pronunció ante el sabio Congreso de la república de Colombia, y que merece estar esculpido en el corazon de los verdaderos liberales del orbe.

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