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el partido de hablar sin decir nada: otros algo timoratos retratan al sugeto de me dio perfil por el lado que tiene el ojo bueno; y otros o muy pusilánimes, ó criat turas del sugeto á quien se residencia, é espectadores de sus gracias, 6 natu ralmente lisongeros, hacen un panegiris co que le merezca la canonizacion. Des de ahora, si me fuese permitido, anun ciaria de donde y de quienes irán in formes equívocos 6 decisivamente lisongeros. Si hay alguno tan valeroso que se atreva á decir la verdad, ademas de que queda espuesto á los furores del efendido, interin que se le presenta oca sion de aniquilarlo, lo desacredita sa cándole hasta los pecados veniales; y di cen él y todos sus protectores, que es un díscolo y un insurgente; acusacion favorita del dia: no se le hace aprecio, porque preponderan & su informe los de todos los demas. Esto último que digo á V, E., no, no son puras congetu+ ras; podria citar en comprobacion un aviso que me comunican de esa ciudad con motivo de la representacion hecha contra el Sr. Iturbide sobre el préstamo forzoso; la cual se me atribuye á mi, en el que literalmente me dicen: se cree que el Sr. Iturbide volverá al Bagio:::: Si vuelve a su comandancia, V. será uno de los que mas aborrecesá; y como el poder de los comandan

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tes es absoluto, cuide V. de que no lo calumnie." Por esto mismo habia pensado representar á V. E. á efecto de que previniera al Sr. Iturbide, que en cualquiera cosa que sobre mi se ofreciera, diera cuenta á esa superioridad: lo suspendí porque no se me calificase de cabiloso y pusilánime: mas aun porque yo soy realista por principios y no por uti lidad, a nadie temo.

,,El tercer embarazo, que es una ema nacion ó consecuencia del anterior, es que aunque el Sr. Iturbide tiene muchos enemigos ó quejosos, tiene protec tores de alta gerarquía interesados en sus aprovechamientos. Va uno, pues, á luchar, si informa la verdad, contra poderosos rivales que lo pueden perder.

,,El cuarto y último embarazo para mí principalmente es, que yo por des gracia soy un hombre lleno de defectos: ¿cómo me atreveré á sindicar á mi prò gimo? Acaso y sin acaso, yo soy el que ménos cumple con su obligacion; de; modo que si se abriera residencia contra mí, y el Sr. Iturbide fuera el acusador, me confundiria

¡Pero que! ¿estos motivos de patria, afeccion, temores y espectativas de que se me cubran mis defectos, deberán preponderar.. men umir corazon á la fidelidad que debo á V. E que se fia de mí: al rey á quien interesa saber las cosas par

ra remediarlas: á la patria que gime, y solo vaguarda que se revele la verdad para aliviar un algo los infinitos males que la aquejan? ¡Caerè yo en la lasitud mas detestable y criminal de callar la verdad por unos viles y miserables motivos? No, Sr. Escmo., estoy resuelto á perecer antes que incurrir en semejante defecto. Tengo yá cerca de cincnenta años, y tan quebrantado de salud, que no espero durar cinco años: se me ha embotado la ambicion : nunca he sido agitado de la codicia: el odio y la envidia son para mí unas pasiones desconocidas, porque no las sufre la grandeza de mi alma: ¿qué aventuro, pues, en decir lo que siento? Nada. Vengan sobre mi males de cualquiera clase; conjúrense contra mí todos los poderosos que protegen al Sr. Iturbide; yo he de hablar las verdades que sé ó he oido decir en el mismo órden de certeza, probabilidad ò incertidumbre que las poseo; y V. E hará el uso que le parezca de mi informe, ò le condenará al fuego. El espíritu de sinceridad me anima: no cuido de resultas, estimas ni odios. Evacuaré, pues, los ramos de conducta del Sr. Iturbide, por el mismo òrden que V. E. me los propone. > ,,Tres épocas, por decirlo así, podemos distinguir de la vida del Sr. Iturbide: la precedente a la insurreccion:

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la que, comenzada ésta, militò bajo las órdenes de distinguidos, gefes; y la úl tima en que se le nombrò comandante general de esta provincia, y de ahí ge neral del egército del Norte. La prime ra fué escelente; le conozco desde jó. ven, porque nuestras familias se trataban intimamente; buena educacion sobre un talento luminoso : bellas modalidades; y en fin, un conjunto feliz de aprecia> bles cualidades sociales y religiosas, que le mereciéron la estimacion de Vallado lid, nuestra patria comun.

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,,Cuando se desplegó el estandarte de la rebelion, manifestó una adhesion particular á la justa causa; detestó la perfidia, y se consagrò al servicio del rey. Por solo este hecho merece el Sr. Iturbide los mayores elogios; la consi deracion del soberano, y la gratitud de de muchos qué ahora le sindican con tan ta acritud; pues que en parte à él le debieron la vida. En efecto, es cosa ad mirable ver á un joven de las bellas é interesantes circunstancias del Sr. Itur. bide, que hubiera representado uno de los principales papeles en la insurrec cion; posponer hasta su misma gloria é la defensa de la justicia, y escaparse del comun contagio.

,,Desde el principio de esa su segunda época manifestó el Sr. Iturbide gran des disposiciones para la milicia, valor

astucia, vigilancia, y aquella sublime in trepidez propia de las almas grandes, que parece locura á los Parmeniones, y cosa muy corriente á los Alejandros. Entònces fué cuando sorprendió a Albino García, formidable yá en el Bagío: cuando tomó por asalto á Yurira: cuando con un puñado de hombres desalojó la multitud de rebeldes que bajo la conducta de Moreles y Matamoros circundaban las montañas de Valladolid. Ninguna otra pasion le animaba al Rey y el que amor el incremento de su gloria: ¡ojala si hubiera continuado hasta el dia, y que no hubiese dado lugar à otras pasiones degradantes: él habria merecido el aprecio de la América, y seria el honor de nuestra patria! Pero, ¡oh qué débiles é inconstantes son las virtudes humanas! Al Sr. Iturbide le sucedió lo que à algunos emperadores romanos; admirables en los principios de su gobierno, y detestables despues. Mucha cuenta le habria tenido morirse, antes de entrar en su tercera época: habria conservado su gloria y buen nombre, y la gratitud de todas las generaciones.

,,Acaso deslumbrado el Sr. Iturbide con las graduaciones y ascensos que le dió el Gobierno, elevándole desde te niente hasta coronel, con la misma ra pidez que habian tenido sus gloriosas ac Ciones, cambiò de carácter y de cora

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