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na de ellas dirigida por él, y acaso á pesar suyo, sino fué la escaramuza de Querétaro, en que sorprendido por 400 hombres al pasar cerca de la ciudad para S. Juan del Rio, los rechazò con 30. En efecto, esta accion fuè gloriosísima, y no se le podrá quitar jamas su mérito, ni dejar de recomendar el valor de la tropa que se batiò.

Propuestas que le hizo el general Victoria.

Hizo, pues, mansion en san Juan del Rio, tomando desde allí todas las medidas necesarias para tomar á Querétaro, y entonces fué cuando llegó á verle et general Victoria. Siempre ha considerado Iturbide á este verdadero héroe como un rival que lo eclipsa en los fulgentes rayos de su fama. El acendrado patriotismo y la generosidad, la con-tancia y pureza de la conducta política que distinguen á este famoso gefe, tienen demasiado brillo para que pueda soportarlas aquel antiguo enemigo de la independencia. Le recibió, sin embargo, con agrado y estimacion, oyó sus reflexiones, y le contestò lo que queda referido casi al principio de esta obra. Entre otras cosas que pasaron entre los dos, fué una la de advertirle Victoria, que

seria muy conveniente hacer las princi pales capitulaciones, y determinar los asuntos mas graves que ocurrieran, por una asamblea de gefes militares; la que debia en algun modo suplir á falta de gobierno, lo cual se observarà especial. mente en la capitulacion de Mégico, cuap, do llegase el caso de su rendicion; pues siendo ésta la que habia de dar la base á la independencia de Mégico, como que ya se versaba entre la nacion megicana y el poder español, egercido por sus mas principales agentes, seria indispensable que se diera á aquella la mayor representacion nacional posible: y no pudiendo reunirse el Congreso fácil. mente entre las conmociones de la guerr ra, á lo menos que se supliera su voz por la de los gefes mas condecorados del egército. No podia darse pretension mas justa que esta, y que en efecto debio practicar Iturbide ya se ve que entón, ces no habrian salido las capitulaciones conformes con sus ideas, que era lo que el pretendia estorbar. El pensamiento de Victoria era el de todos los buenos. Ya Iturbide comenzaba á hacerse sospecho so de ambicion, porque desde el grito de Iguala trató personal y esclusivamente todas las capitulaciones de importancia, entrevistas con gefes del partido realista, y cuantos asuntos árduos se ofrecian, siempre con aire misterioso y re

servado sin consultar la opinion, ni pedir el consentimiento de nadie. Los hombres de juicio deseaban con ansia que Iturbide instalase alguna junta, con cuanta legitimidad pudieran dar las circunstancias, y sirviese de apoyo a los ciudadanos, cuando se quisiera abusar de la fuerza militar. Otra de las pretensiomes de Victoria fué, que si venia algun comisionado de España á transigir con Mégico, se le detuviese con decoro en alguna de las ciudades yá independientes, y no se tratase con él nada, hasta que no lo verificase el futuro Congreso, que debia instalarse al momento que se tomase la capital por las tropas americanas. Algunos, aun de los buemos patriotas y preciados de calculistas politicos, se burlaban de la prevision de Victoria, y creian firmemente que la España jamas mandaria virey alguno bastante versado en la verdadera política, para saber ceder à las circunstancias, renunciando a toda especie de orgullo. La venida inesperada de O-Donojú hizo ver cuan acertadamente habia previsto Victoria , y cuan útil hubiera sido para la nacion que los tratados de Cordoba hubieran sido hechos, si no por una asamblea nacional á lo menos por una junta de militares.

Motivos porque Victoria no hizo

una contra-revolucion.

Iturbide aunque debió conocer que esto era lo que exigian la razon y la justicia, tambien conocia que era lo mènos conveniente á sus miras ulteriores. Con frívolas razones " y protestas de sujetarse en todo al Congreso, se evadia de cualesquiera insinuaciones, y seguia adelante sus miras, y acaso para alejar de sí á Victoria, mas bien que para honrarlo, le encomendò una perezosa comision á tierra-caliente, poniéndole al lado á D. José María Franco, grau intrigante y adulador de Iturbide, para que estuviera á la mira de sus movimientos. Bien podia Victoria, si hubiera querido, hacer una contra-revolucion, para impedir, á lo menos, los progre sos de Iturbide; pero reflexionó que esa division seria muy favorable para el Gobierno español, pues prevalido de ella, tomaria empeño en fomentarla indirectamente y con sagacidad, para debilitarlos mútuamente; los desacreditaria en los papeles públicos como á unos anarquistas, y cuando ya estuviesen bastante débiles, acabaria con ámbos, frustrando para siempre la independencia de América, Juzgò, pues, prudentemente, que

lo mejor seria sucumbir por entonces, para que se verificara aquella, pronos ticando al mismo tiempo que Iturbide por su felonía, habia de venir á ser visto con desconfianza, y aun á ser odiado de españoles y americanos. Profecía que el dia de hoy vemos cumplida; pues à pesar de la mas tosca ilusion que empañe los ojos de Iturbide, no dejará de conocer que á escepcion de unas cuantas bayonetas que lo rodean, y de sus aduludores Ꭹ hechuras, los hombres de bien y la masa de los pueblos le aborrecen de muerte, como a un tirano que ha quitado à sus paisanos los grillos españoles á que estaban yá acostumbrados, para agoviarlos bajo el peso de la mas dura cadena que ha forjado el despotismo.

Toma de Querétaro, y sus consecuencias funestas para la capital.

Prevenidos desde S. Juan del Rio los preparativos para el sitio de Queré taro , que dista diez leguas de aquel pueblo, procedió Iturbide à ponerlo. La plaza era de la mayor consideracion pa❤ ra el Gobierno español: por su situacion es la llave de las provincias de tierra adentro por sus caudales rica: por sa poblacion muy importante. Habian sido infinitos los recursos que habia prestado

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