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quisicion y al estado eclesiastico en general, eran dogmas comunes en el pueblo, aun en aquel que podia pasar por ilustrado. La nacion sora prevalida de estas disposiciones tan favorables á una esclavitud orien tal, no economizó su tiranía, para que durase mas largo tiempo, sino que abusó de ella, ocasionandole este abuso la pérdida de estas ricas posesiones. Es verdad que no contribuyó poco á este fin el egemplo que ella misma dió. atreviéndose á las autoridades legítimas cuando quitó á Iturrigaray de virey; pues hizo ver á los megicanos que los mandarines no eran tan inviolables como se nos queria persuadir. No contribuyó ménos entonces á comenzar á instruirnos en nuestros derechos la guerra de Francia. Los -sucesos de ella, aunque espurgados y desfigurados por los españoles, segun convenga á su política, dejaban descubrir de cuando en cuando algunos rayos de luz, que alumbra

Ban; 6 por lo menos hacian dudar á la nacion sobre las ideas que hasta entonces haba recibido. Sin em bargo, como esta pequeña ilustracion era conocida de uno u otro hombre reflexivo, la masa del pueblo al tiempo de acompañar al grito de Hidalgo, se puede decir que lo hizo por un movimiento natural, por un secreto instinto de independencia, así como levanta el hombre, sin hacer reflexion, un brazo para resistir el golpe que se le tira, El amor que el pueblo de la jurisdiccion del cura Hidalgo tenia á su pastor, el concepto que éste héroe se habia grangeado en muchas partes de la América, por sus recomendables prendas, y aquella predisposicion que tenian los americanos á creer de fé cuanto decian los eclesiásticos, y principalmente los curas, que eran árbitros de las opiniones de sus feligreses, produjo la reunion de mucha parte del pueblo á las miras de Hidalgo, á quien veneró has

ta su muerte. Con estas ventajas se hubiera logrado desde entonces la augusta independencia de la Amé➡ rica septentrional, á no haberla atas cado el enemigo con los mismos principios y con las propias armas. La inquisicion y los obispos prodigáron escomuniones, los eclesiásticos en los pulpitos y confesonarios publicáron, enseñáron, aconsejáron y esparcié ron las opiniones mas erróneas. Hidalgo fué declarado herege, se prometió quemarlo en estátua si no se presentaba á ser juzgado por la inquisicion. No se presenté; pero tu Do la desgracia de ser preso, y su sentencia y muerte fuéron verifica das con el aparato pantomimico con que hacia aquel tribunal todas sus ardientes egecuciones y operaciones fantasmagóricas. Los pocos hombres ilustrados que tomaron partido, hiciéron todos sus esfuerzos para contrarestar estas preocupaciones; pero el mal estaba muy arraigado, y bas tante consiguieron con haber mante

vido once años el fuego de la revolu cion como la sagrada llama del altar de Vesta, sin que llegara nunca é estinguirse completamente. La idea que por entonces debian formar las naciones de nuestra lucha, era pronosticar la guerra y la anarquía por algunos años, hasta que radicadas las luces en América, con motivo de las mismas cuestiones políticas y mos rales, que ocasionaba la guerra, apareciese un genio superior, ó un verdadero héroe, que reconcentrando todas las opiniones, reuniendo todos los ánimos, y presentando la gran cuestion de América bajo su verda dero punto de vista, venciese todos los obstáculos que se oponian al es tablecimiento de la independencia y al triunfo de la libertad.

Consideremos ahora el vasto ter ritorio de Mégico al tiempo del griat to de Iguala, veamos cual era la idea que debian formar las nacio nes de su nueva revolucion. Nadie dudará que las esperanzas mas li

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songeras debian presentarse á cual quier político. La América ilustra da no solo con la doctrina de tanto libro como ha corrido en élla desde el establecimiento de la Constitucion española, sino lo que es mas, con el egemplo que le daba la Península en la lucha que sostenia la parte liberal contra la servil, debió haber producido en ella el resultado mas grandioso en favor de su libertad. Los sabios sistemas publicados en Europa por talentos raros, y que allá no han podido brillar prácticamente en todo su esplendor, por las góticas trabas po líticas con que se halla ligado cada reino, vendrian á verificarse aqué en toda su plenitud. Ni invasiones de potencias vecinus, ni pretensiones de testas coronadas prepotentes, ni pactos de familia, ni relaciones de comercio; en una palabra, nada tenia que combinar la América: para darse la mejor forma de gobierno conocido, roto una vez el

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