Historia y juicio crítico de la escuela poética sevillana en los siglos XVIII y XIX.

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M. Tello, 1876 - 288 páginas
 

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Página 82 - Señor, extingue la funesta llama que en tu furor al mundo derramaste: de la acerba venganza que sufre el Justo nazca la esperanza. ¿No veis cómo se apaga el rayo entre las manos del Potente? Ya de la muerte la tiniebla vaga por el semblante de Jesús doliente, y su triste gemido oye el Dios de las iras complacido. Ven, ángel de la muerte: esgrime, esgrime la fulmínea espada, y el último suspiro del Dios fuerte, que la humana maldad deja expiada, suba al solio sagrado, do vuelva en padre tierno...
Página 80 - ¿Y eres tú el que velando la excelsa majestad en nube ardiente, fulminaste en Siná? Y el impío bando, que eleva contra ti la osada frente, ¿es el que oyó medroso de tu rayo el estruendo fragoroso? Mas ora abandonado, ¡ay!, pendes sobre el Gólgota, y al cielo alzas gimiendo el rostro lastimado.
Página 54 - Así al leon altivo breve injuria Tal vez la selva vió sufrir ; mas luego Sacude el cuello , ruge , vivo fuego Lanza la atroz mirada , y en su furia El bosque reconoce amedrentado De su rey el valor nunca postrado. . Arded por gloria , gremio esclarecido; Buscad , jóvenes claros , los combates . Y el pueblo os seguirá ; que á los magnates En vicio y en virtud siempre ha seguido. Así el que rige el fulminante carro , Competidor bizarro De los rayos del Rey del firmamento ; Y el que agita al...
Página 81 - Aun no ahuyentó la noche pavorosa por vez primera el alba nacarada, y, hostia del amor tierno, moriste en los decretos del Eterno.
Página 108 - En fin, he pugnado por reunir en la versificación muy variada en cuanto a los metros, la valentía y fluidez de mi maestro Rioja, con el artificio admirable y generalmente poco estudiado de los versos de Calderón.
Página 81 - ¿Quién cubrió tus mejillas celestiales de horror y palidez? ¿Cuál brazo impío a tu frente divina ciñó corona de punzante espina? Cesad, cesad, crueles; al Santo perdonad, muera el malvado; si sois de un justo Dios ministros...
Página 149 - ¿Por qué no busco asilo En el estrecho y congojoso seno Del cerrado navio?... No; rompa aquí, si quiere, el débil hilo De mi vida la suerte: No me arredra la muerte, Mas si viniere, ¡oh Dios! en ti confío. ¿Por qué temer? ¿No estás en la tormenta Lo mismo que en la calma más tranquila?
Página 117 - Ensaya el canto que escuchó del ave. En tanto la ovejuela en la llanura Al verse que de presto goza vida, Celebra á par del lobo su ventura, Y á triscar con halagos le convida. Tal vez mirando acaso...
Página 162 - En la region vacía Mides , y las sazones Tornas al año , revolviendo el cielo : Y tú , polo luciente , ¡ Solo á ilustrar del hombre las mansiones Os destinó la mano omnipotente! ¿ Mas qué nuevo vigor , qué nueva vida Se esparce por el globo venturoso ? A do el punzante cardo , Do el descarnado leño , victorioso Del voraz tiempo , la cerviz alzara , La adelfa enrojecida , Y el oloroso nardo A par del trébol crece : Cela en su cáliz la azucena , avara Del licor, miel sabrosa : Y placido...
Página 58 - Monarcas, que los pérsicos tesoros ostentáis con magnífica porfía, copiad el brillo de un sereno día sobre el azul del mar: o copie estudio de émula hermosura de mi deidad el mágico descuido; antes veremos la estrellada altura los hombres escalar.

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