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Este fragmento fué el último que pudo escribir Lina, pues al dia siguiente fué el 28 de octubre de 1746, en que tuvo lugar el terremoto, de que venimos ocupándonos, y cuya narracion vamos á continuar en el capítulo siguiente.

CAPITULO XXI

Destruccion del Callao-Los cadáveres-El robo.

En el mismo momento, en que tuvo lugar el dia 28 de octubre de 1746, en la ciudad de Lima aquel temblor, en el pueblo y puerto del Callao, se operaba otro espectáculo mil veces mas horrible que aquél.

Veamos y espliquémonos.

El temblor ó sacudimiento de tierra se habia prolongado hasta el mar, donde se operó una revolucion sin segundo, que aniquiló una numerosa poblacion y devoró todo un valioso y fértil territorio.

diez

En el propio instante, á la misma hora de las y media de la noche, que se produjeron los acontecimientos de la ciudad, tuvieron lugar los del puerto.

El mar bramaba de una manera tan desusada que parecia iba á salir en furiosas y gigantescas olas, y este temor fué desgraciadamente convertido en una cruel realidad.

El viento zumbaba atrozmente formando re

molinos, en ráfagas tan impetuosas que nada resistía á su estupendo poder, la electricidad producia frecuentes y prolongados fulgores y truenos aterradores; toda aquella poblacion habia quedado á oscuras y solo los relámpagos iluminaban brevemente la tierra para hacer en seguida mas sensible y aterradora la completa oscuridad que le sucedia.

En aquella época, las ciencias estaban muy atrasadas, pues no se poseían multitud de conocimientos que la humanidad viene conquistando con el esfuerzo de la inteligencia del hombre, de sus observaciones, de los progresos modernos sobre todo, del descubrimiento de nuevos y perfeccionados instrumentos.

y

Hoy se analiza fácilmente el carácter y condiciones de los volcanes, el poder y accion de la electricidad, se descubren nuevos planetas y otros mundos luminosos.

Ultimamente los señores Palmieri y Rossi han encontrado el medio de poner en contacto ó en comunicacion, el micrófono de Edison y el telégrafo de Bell, á favor de los cuales es fuera de duda, que han llegado á determinar con entera exactitud y á predecir con seguridad los

terremotos y erupciones volcánicas, con la misma facilidad que los astrónomos señalan el movimiento de los astros, los eclipses, la periódica aparicion de los cometas y otros fenómenos astrolójicos.

Por medio de hilos conductores se ponen en comunicacion aquellos dos preciosos instrumentos ó aparatos, y con ellos se siente bien perceptiblemente los ruidos subterráneos, precursores ciertos é infalibles de los terremotos ó grandes erupciones volcánicas; así es que se puede anunciar con anterioridad los cataclismos, para ponerse, en cuanto sea posible, á cubierto de su terrible y funesta accion.

En el año pasado de 1878, el mismo señor Rossi, llevando siempre adelante sus investigaciones, estudió y analizó la última gran erupcion del Monte Vesubio de Nápoles, con un acierto y talento dignos de encomio, por los beneficios alcanzados para la ciencia, dejando constatada la posibilidad de predecir ó anunciar la aproximacion de tales cataclismos.

El hombre, infatigable peregrino sobre la tierra, inquiere, busca y encuentra de tiempo en tiempo alguna de esas verdades perdidas, que

no han dejado rastro, y que al tropezar con ellas, se levantan como luz radiante que viene á iluminar nuestro opaco sendero, y á coronar los esfuerzos de la humanidad.

Estos progresos, estos verdaderos adelantos que caracterizan el siglo XIX, no tenian los habitantes de las devoradas y disolutas ciudades de Pompeya y Herculano, ni mas tarde los tuvo el Perú, es decir, la ciudad de Lima y el Callao, para precaverse de los desastres que sobrevinieron á aquellos pueblos en el terremoto que venimos describiendo, no á favor de la fantasía, sino apoyados en datos históricos que al principio hemos referido.

**

Las gentes todas del Callao estaban en pié y en la mayor ansiedad, presintiendo que algo terrible iba á suceder.

En efecto, la tierra empezó á temblar sensiblemente; siguieron estremecimientos y remesones que iban creciendo cada vez mas, pero de una manera horrible.

Luego, el mar se columpió en su propio lecho,

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