Imágenes de páginas
PDF
EPUB

á la libertad, jamás se han presentado ante el respetable tribunal de vuestra opinion pruebas mas evidentes é irrefragables de la temeraria ambicion de un hombre de los inícuos proyectos á que le arrastra: ni de la justicia y derecho con que se apresta á resistirle una nacion que sufrida y agraviada hasta el extremo, en vez de medios de reparacion y de venganza, ha cedido de su dignidad, ocurriendo á los de conciliacion y avenimiento.

Guerra ha sido el grito que ha dado el general Bolivar, y guerra ha debido contestar el gobierno del Perú. Pluguiese al cielo que antes de sonar la hora del combate, dando el general Bolivar una mirada á los verdaderos intereses de Colombia entablase negocia ciones de paz, que no desoiría el Perú armado solo por sostener su integridad, y poner á salvo las fortunas, la sangre y el reposo de sus hijos, y la independencia y libertad nacional.

PROCLAMAS.

EL CIUDADANO JOSÉ DE LAMAR, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA,

Ciudadanos:

A LOS PERUANOS.

La justa indignacion que excita la proclama del general Bolivar, y el vehemente deseo de marchar á responder á su insolente reto, parece que me restituyen inesperadamente la salud.

Antes de invadir el territorio, ha osado atacar una propiedad, que amamos tanto como la patria y mas que nuestra misma vida el honor. Terribles, abominables son las guerras fratricidas ¿pero qué hemos de hacer, si el patriotismo y el pundonor vulnerados nos ponen las armas en la mano?

Tiempo ha que estaba resuelta tan inícua agresion; y solo se buscaba la oportunidad de realizarla. Ya ha llegado. La impudencia mas descarada, los ultrajes y denuestos son la vanguardia del ejército con que se nos amenaza. Se nos pinta como agresores; y á la faz del mundo civilizado, en presencia de nuestros contemporáneos y de los testigos de los sucesos, se arroja á llamarnos pérfidos. Pérfido es el que prometió solemnemente mantener nuestras libertades patrias para despojarnos de ellas. Pérfido, el que hollando la ley y burlando la sinceridad de los

[ocr errors]

pueblos, usurpó su soberanía. Pérfido, el que apoyado en su espada les forzó á recibir su profesion de fé política, que es la execracion de América y el escándalo de Europa. ¡Y es pérfido el Perú! Por mi mismo, y como órgano del sentimiento nacional digo delante del universo, que pérfida es la mano que escribió contra nosotros tan enorme injuria, que mienten sin pudor los lábios que la profirieron. Decidan los hombres imparciales de parte de quien está la perfidia.

El gobierno veia á la república amenazada de una doble agresion. El artero jefe de la nueva nacion del Alto Perú, de concierto con el que alevosamente la llama su hija, movió por el Sur todos los resortes de su acreditado maquiavelismo, y con fuerza armada se avanzó precipitadamente á poner en obra sus siniestro designios. Por el Norte el general Bolivar mandaba levantar un ejército y ocupar las fronteras y coordinar los elementos para volvernos á subyugar. Y cuando el gobierno miraba acercarse la tempestad; cuando sabia todas las órdenes de sangre y exterminio que se daban secretamente á los jefes; cuando conocia todos los pasos que se daban en ruina del Perú, y palpaba las tramas que se formaban y los lazos que se tendian ¿era racional que yaciese en una criminal indolencia? ¿Y merece que se le acuse de pérfido porque no se ha dejado engañar y sorprender? Pero ¿por qué asombrarse de que cuando el general Bolivar ha invertido el nombre de las cosas, segun sus intereses, cuando llama gobierno firme y fuerte, al despotismo; rebeldes, á los pueblos exasperados; anarquía, el clamor de los oprimidos; tranquilidad pública, el silencio de los esclavos; energía, los trasportes de la ira; derecho natural, el ejercicio de la fuerza ; órden, el uso arbitrario del poder, y leyes, sus caprichos? ¿Por qué admirar que tambien llame perfidia nuestra prevision y nuestros esfuerzos para impedir los desastres con que nos amaga la venganza implacable de un ambicioso?

Llama en fin agresion y perfidia el auxilio que prestamos á la nueva república, que ya se avergüenza de su nombre, para que rompiese el férreo yugo en que gemia. Pero nadie se avanzará á negar que nuestras tropas estacionadas para atender al que se nombraba ejército de observacion, ó mas bien al cordon sanitario de la frontera, solo se movieron al ruego que de todos los ángulos del Alto Perú se les dirigia invocándolas como libertadoras; 33

TOM. II.

mas no en el sentido irónico con que algunos años há profanan esta palabra, los que cifran su gloria en la servidumbre de los pueblos. Nuestro ejército y el benemérito general que lo mandaba, llenaron su deber. Entraron, restituyeron á su libertad ese desgraciado país á despecho de la resistencia y amaños de sus dominadores y se retiran sin retardo para que se dicte libremente las leyes que le convengan. Si tan generosa conducta merece el desdoroso título de agresion y perfidia ¿cuál queda reservado para la de aquel que desde el Orinoco hasta el Pilcomayo no ha pisado un palmo de tierra sin haberlo devastado, y hecho entrar bajo su dominacion? De aquel que solo ha sido tenazmente fiel á ese grito involuntario de su conciencia, con el que una vez y quizá sin poderse retractar, se denunció el mismo como un ciudadano peligroso en el Estado, y cuya existencia era una amenaza perpétua á la república.

Peruanos: Habeis vindicado vuestra dignidad, destruyendo el régimen facticio, ilegal y extraordinario bajo que gemiais en el envilecimiento: habeis recobrado vuestra independencia, rasgando esa famosa Carta que debia sellar vuestra esclavitud, y coronar la carrera del guerrero legislador. Tened siempre fijos en vuestra mente estos actos grandes y solemnes de la voluntad nacional. No hay paz con los tiranos, ni fé en sus promesas, ni otro código, que las bayonetas, ni seguridad, sino en arrojarlos por siempre de la tierra que oprimen, y cubren de luto y de dolor.

Conciudadanos: Muramos con gloria, antes que vivir en la ig nominia: indignos son del nombre de peruanos, del aprecio de sus compatriotas, y de la proteccion de las leyes, los que insensibles á los conflictos de la república le niegan su ayuda, y crueles le rehusan los sacrificios que tiene derecho á demandar de cada uno de sus hijos.

Soldados: Queridos compañeros de armas, apoyo incontrastable de la independencia: os debo la reputacion con que me honra la patria esa divinidad consoladora y benéfica de los hombres, nos llama hoy á defenderla y á vengarla. Corramos á rodearla con nuestros brazos, y hacer de ellos un muro inexpugnable. Corramos á un triunfo fácil y glorioso. Los valientes de Colombia son con nosotros; los que han vencido en los combates por la independencia y libertad, los que han sostenido con su espada estos derechos sacrosantos de los pueblos, y fieles á su conciencia

en nada han desmentido los solemnes juramentos, que hicieron al cielo y á los hombres. Los que sirven á la tiranía no son soldadados, ni valientes, ni colombianos.

Amigos: Volemos al combate, que por amor á la humanidad hemos procurado evitar, y á que ya nos compromete la audácia del enemigo de nuestra Constitucion y nuestras leyes. Los soldados de la república llevan consigo el triunfo de la razon, el valor irresistible que esta inspira y que doblega á la fortuna. Mostraos como siempre dignos de sostener la causa de la justicia y del honor. Sí: restauremos la gloria amancillada de las armas republicanas; probemos al universo, y hagamos sentir á injustos enemigos que la virtud es el alma de nuestros ejércitos, que no les aqueja la abominable sed de las conquistas, que distingue á esos célebres bandidos, que aspirando á un falso y execrando heroismo, sacrifican millares de víctimas á su ambicion desenfrenada. Lima, 30 de Agosto de 1828.

José de Lamar.

EL VICE-PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, A LOS PUEBLOS DEL PERÚ.

Conciudadanos :

A nuestras proposiciones de paz ha contestado el general Bolivar con el grito de guerra. Repleto de venganza viene á derramarla á torrentes sobre vuestro suelo, y á ahogar en ella á vosotros y á vuestros hijos. Y lo consentireis? ¿Se convertirá en tierra de esclavos vuestra patria, y recibirá la dura y abominable ley de un vencedor ambicioso é insaciable? No: habeis jurado ser libres; y el mundo entero ha mirado con asombro los grandiosos sacrificios que hicisteis en la contienda con el poder español, no menos injusto, y aun mas terrible y poderoso, que el que ahora amenaza destruiros.

Conciudadanos: El general Bolivar os acusa de haberos sustraido del yugo que os impuso; de haberos dado un pacto fundamental, y afianzado vuestra seguridad y vuestra gloria, apercibiéndoos á defender la integridad del territorio, y á no permitir que tiranos lo profanen ni desmembren. Estos son los crímenes que han concitado su indignacion hácia vosotros, como si el Perú fuera un país de degradacion, y vosotros privados de los derechos.

imprescriptibles, que son la salvaguardia de la sociedad, y el espanto y el tormento de los opresores de la humanidad. A esta lista de agravios fementidos, ha unido, en el colmo de su ira, la proteccion que prestasteis á Bolivia para restaurar su independencia. ¡Qué, las leyes de las naciones, y el miramiento que se debe á pueblos amigos y hermanos prohiben ampararlos en sus conflictos, y repeler con la fuerza la injusticia de un extranjero que ha logrado avasallarlos! ¡Qué, la libertad no es el sumo de la especie humana!

Conciudadanos: El general Bolivar os insulta. - Desmentidlo con vuestra consagracion á la causa pública. Os vilipendia. Haced recaer sobre él la humillacion de que en vano quiere cubriros. Se proclama vuestro enemigo, y anuncia que su presencia será la señal del combate. Animaos de un noble orgullo. La victoria es de lo pueblos que resisten con magnanimidad á los tiranos.

-

Conciudadanos: De vosotros aguardan hoy la consolidacion de su libertad, el triunfo de las instituciones liberales y la completa ruina del absolutismo, todos los que habitan desde el Orinoco hasta las faldas del Potosí. ¿Renunciareis tanta gloria? Entre las huestes del agresor, del fondo de sus corazones elevan los libres al cielo mil votos, porque la victoria corone las banderas del Perú. - Colombia es nuestra fiel aliada. ¡Cómo ha de combatir derechos que tambien le pertenecen, ni extinguir en comun daño la única esperanza que le resta para reducir á ese grupo de ingratos, que, desgarrando, su seno con impía mano, son el oprobio de América y el escándalo del siglo, cuando emprenden una guerra fratricida y temeraria!

Lima, Agosto 25 de 1828.

Manuel Salazar.

« AnteriorContinuar »