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pecialmente en la capitulacion de Mégico, cuando llegase el caso de su rendicion ; pues siendo esta la que habia de dar la base á la independencia de Mėgico, como que ya se versaba entre la nacion Megicana y el poder Español, egercido por sus mas principales agentes, seria indispensable que se diera á aquella la mayor representacion nacional posible y no pudiendo reunirse el Congreso facilmente entre las conmociones de la guerra, á lo ménos que se supliera su voz por la de los gefes mas condecorados del egército. No podia darse pretencion mas justa que esta, y que en efecto debió practicar Iturbide ya se ve que entónces no habrian salido las capitulaciones conformes con sus ideas, que era lo que él pretendia estorbar. El pensamiento de Victoria era él de todos los buenos. Ya Iturbide comenzaba á hacerse sospechoso de ambicion, porque desde el grito de Iguala trató personal y esclusivamente todas las capitulaciones de importancia, entrevistas con gefes del partido realista, y cuantos asuntos árduos se ofrecian, siempre con aire misterioso y reservado, sin consultar la opinion, ni pedir el consentimiento de nadie. Los hombres de juicio deseaban con ancia que Iturbide instalase alguna junta, con cuanta legitimidad pudieran dar las circunstancias, y sirviese de apoyo á los ciudadanos, cuando se qui

siera abusar de la fuerza militar. Otra de las pretensiones de Victoria fué, que si venia algun comisionado de España á transigir con Mégico, se le detuviese con decoro en alguna de las ciudades yá independientes, y no se tratase con él nada, hasta que no lo verificase el futuro Congreso, que debia instalarse al momento que se tomase la capital por las tropas americanas. Algunos, aun de los buenos patriotas y preciados de calculistas politicos, se burlaban de la prevision de Victoria, y creian firmemente que la España jamas mandaria virey alguno bastante versado en la verdadera política, para saber ceder á las circunstancias, renunciando á toda especie de orgullo. La venida inesperada de O-Donojú hizo ver cuan acertadamente habia previsto Victoria, y cuan útil hubiera sido para la nacion que los tratados de Córdoba hubieran sido hechos, si no por una asamblea nacional, á lo ménos por una junta de militares.

Motivos porque Victoria no hizo una contra-revolucion.

Iturbide aunque debió conocer que esto era le que exigian la razon y la justicia, tambien conocia que era lo menos conveniente á sus miras ulterio

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Con frivolas razones y protestas de sujetarse en todo al Congreso, se evadia de cuales juiera insinuaciones, y seguia adelante sus miras, y acaso para alejar de sí á Victoria, mas bien que para honrarlo, le encomendó una perezosa comision á tierra-caliente, poniéndole al lado á D. José María Franco, gran intrigante y adulador de Iturbide, para que estuviera á la mira de sus movimientos. Bien podia Victoria, si hubiera querido, hacer una contra-revolucion, para impedir, á lo ménos, los progresos de Iturbide; pero reflexionó que esa division seria muy favorable para el gobierno Español, pues prevalido de ella, tomaria empeño en fomentarla indirectamente y con sagacidad, para debilitarlos mútuamente, los desacreditaria en los papeles públicos como á unos anarquistas, y cuando ya estuviesen bastante débiles, acabaria con ámbos, frustrando para siempre la independencia de América. Juzgó pues, prudentemente, que lo mejor scria sucumbir por entónces, para que se verificara aquella, pronosticande al mismo tiempo que Iturbide por su felonía, habia de venir á ser visto con desconfianza, y aun á ser odiado de Españoles y Americanos. Profecía que el dia de hoy vemos cumplida; pues á pesar de las mas tosca ilusion que empañe los ojos de Iturbide, no dejará de conocer que á escepcion de

unas cuantas bayonetas que lo rodean, y de sus aduladores y hechuras, los hombres de bien y la masa de los pueblos le aborrecen de muerte, coino á un tirano que ha quitado á sus paisanos los griHos españoles á que estaban yá acostumbrados, para agoviarlos bajo el peso de la mas dura cadena que ha forjado el despotismo.

Toma de Querétaro, y sus consecuencias funestas para la capital.

Prevenidos desde S. Juan del Rio los preparativos para el sitio de Querétaro, que dista diez leguas de aquel pueblo, procedió Iturbide à ponerlo. La plaza era de la mayor consideracion para el gobierno Español: por su situacion es la llave de las provincias de tierra adentro: por sus caudales rica por su poblacion muy importante. Habian sido infinitos los recursos que habia prestado al gobierno Español en la antigua insurreccion: su pérdida era el preliminar de la de Mégico. Era entónces comandante de ella D. Domingo Luaces, nativo de Montevideo: Americano muy anti-criollo, lo que anuncia poco talento ó poca elevacion de alma; pero gefe bastante acre→

ditado entre los serviles del egército Español: quizá no tenia el gobierno realista otro gefe que reuniese las prendas de este. Estaba la plaza de Querétaro bastante bien defendida, pero ¿ qué hacia un general con poca tropa, y con la opinion del pueblo decidida en contra de la causa que defendia? Pidió, pues, al virey Apodaca un refuerzo de 3000 hombres, sin los cuales no podia responder de la plaza. El virey estaba yá tan escaso de recursos, que no podia enviarle ni 300. El egército de Iturbide era yá numerosísimo, pues como se habia hecho ya causa comun, solo de los que le acompañaban por mera curiosidad al egército, y de los que lo siguian con la esperanza de saquear la ciudad que se resistiera, principalmente Mégico, se podia formar una division muy respetable. Luaces con arreglo á ordenanza, no tuvo mas remedio que capitular. Lo hizo en efecto, y Querétaro quedó por Iturbide. Este golpe mortal desanimó infinito al gobierno de Mégico. Los Españoles exaltados y poseidos de toda la soberbia caracteristica de su nacion, creyéron que las medidas de Apodaca tenian la culpa de los progresos de Iturbide determináron llevarlo todo á sangre y fuego, y con este obgeto depusieron violentamente del mando á aquel virey, y pusiéron en su lugar á Novella: aun para su eleccion hubo

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