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tiempo, sin sangre, sin hacienda, de un modo maravilloso. El pais está enteramente tranquilo y bien dispuesto el Dios de la sabiduria y de los egercitos, asi como protegió visiblemente al trigarante Megicano, se digne por su infinita misericordia ilustrar y sostener á V. M.

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,, En efecto, me lisongeo de haber llegado al término de mis ardientes votos, y miro con placer levantarse el apoyo, de las esperanzas mas alhagüeñas. Digo de las esperanzas mas alhagüñas, porque nuestra felicidad verdadera ha de ser el fruto de los desvelos, de las virtudes y de la sabiduria de V. M. Señor, aun no hemos concluido la grande obra, y no faltan peligros que amenazan nuestra tranquilidad; no mas que amenazan.

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Por fortuna está uniformado el espíritu de nuestras provincias: ellas espontáneamente han sancionado por sí mismas las bases de la regeneracion, únicas capaces de hacer nuestra felicidad: ya dan por concluida, conforme à sus votos, la constitucion del sistema benéfico que ha de poner el sello á nustra prosperidad; no faltan con todo genios turbulentos, que arrebatados del furor de sus pasiones, trabajan activamente por dividir los ánimos, é interrumpir la marcha tranquila y magestuosa de nuestra libertad. ¿Quién hay que -pueda ni se atreva á renovar el sistema de la do

minacion absoluta, ni en un hombre solo, ni en

muchos, ni en todos ?

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¿Quién será el temerario que pretenda reconciliarnos con las máximas aborrecidas de la supersticion? Se habla, no obstante, se escribe, se declama contra el servilismo bajo el concepto mas odioso: se señalan con el dedo partidarios de él, se cuenta su exesivo número, se exagera su poder, y tal vez se añade por un audaz de mala intencion, que el gobierno le favorece por el contrario, qué de invectivas contra el liberalismo exaltado! Se persigue, se ataca, se desacredita, como si estuviéramos envueltos en los funestos horrores de una tumultuosa democracia, ó como si no hubiese mas ley que las voces desconcertadas de un pueblo ciego y enfurecido. Se cree minado el solio augusto de la religion, y entronizada la impiedad. Qué i delirio asi se siembra el descontento, se provoca la desunion, se enciende la tea de la discor dia, se preparan las animosidades, se fomentan las facciones, y se buscan las trágicas escenas de la anarquía! Estas son puntualmente las miras atroces de unos pocos perturbadores de la dulce paz. Scres miserables, que vinculan su suerte en la disolucion del estado, que en las convulciones y trastornos se prometen ocupar puestos que en el órden no pueden obtener, porque carecen de las virtudes necesarias para llegar á ellos que á pretesto de salvar á los oprimidos, meditan alzarse,

con la tiranía mas desenfrenada, que á fuer de protectores de la humanidad, precipitan su ruina y.desolacion! Ah! librenos el cielo de los espantosos desastres que se nos han pronosticado por algunos espíritus débiles, y por otros dañados, para los momentos críticos en que vamos á constituirnos. Las naciones estrangeras nos observan cuidadosamente, esperando que se desmicntan é verifiquen tan ominosos anuncios, para respetar nuestra cordura, ó para aprovecharse de nuestra. ineptitud.

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Pero V. M., superior á las instigaciones y tentativas de los malvados, sabrá consolidar entre todos los habitantes de este imperio, el bien precioso de la union, sin el cual no pueden existir las sociedades; establecerá la igualdad delante de la ley justa; conciliará los deseos é intereses de las diversas clases, encaminándolos todos al comun. V.M. será el antemural de nuestra independencia, que se aventuraria manifiestamente, destruida la unidad de sentimientos; será el protector de nuestros derechos, señalando los limites que la justicia y la razon prescriben á la libertad, para que ni quede espuesta á sucumbir al despotismo, ni degenere en licencia que comprometa á cada instante la pública seguridad. Bajo los auspicios de V. M. reinará la justicia, brillará el méri

to y la virtud; la agricultura, el comercio y la industria recibirán nueva vida, florecerán las artes y las ciencias; en fin, el imperio vendrá á ser la region de las delicias, el suelo de la abundancia, la patria de los cristianos, el apoyo de los buenos, el pais de los racionales, la admiracion del mundo, y monumento eterno de las glorias del

PRIMER CONGRESO MEGICANO.

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,, Desde ahora me anticipo, Señor, á cele. brarlas, y tan satisfecho del acierto en las deliberaciones del Congreso, como decidido à sostener su autoridad, porque ha de cerrar las puertas á la impiedad y á la supersticion, al despotismo y á la licencia, al capricho y á la discordia, me atrevo á ofrecerle esta pequeña muestra de los sentimientos íntimos é inequívocos de mi corazon, y de la veneracion mas profunda. Mégico 24 de Febrero de 1822."

Es preciso considerar muy atentamente esta arenga, y tenerla presente, lo mismo que la que salió al tiempo de la convocatoria; en ella supone á la nacion en una total quietud, sin enemigos interiores ni esteriores, reputando en nada á los 300 Españoles de S. Juan de Ulúa, y á los poquísimos Megicanos que pudieran intentar nuestro mal. Procura asegurar al pueblo, aun respecto de sus miras ambiciosas, esclamando: ¿quién hay

que pueda ni se atreva á renovar el sistema de la dominacion absoluta? En una palabra, procura asegurar á la nacion en todos aspectos, y deja el gran cuidado de gobernarla á las virtudes, desvelo y sabiduria del Congreso, mostrándose decidido á sostener su autoridad. Ahi veremos que bien cumplió esta promesa,

Conducta mútua del Congreso y de Iturbide, y esfuerzos de este para desacreditar á aquel.

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Continuó el Congreso egerciendo sus funciones, y aunque conocia la prepotencia á que habia elevado la junta provisional á Iturbide, no podia tratar de disminuírsela, por no esponerse â su resentimiento, ni á su violenta disolucion por medio de las bayonetas que lo rodeaban. Sin embargo, no dejaban por todos los medios posibles de procurar derribarse mútuamente. Iturbide, comprometiendo al Congreso con exigir dinero para gastos de la tropa, que como no se le pagaba se disgustaba mas y mas cada dia. Es verdad que la tropa no estaba pagada, pero ¿ quién tenia la culpa de eso? Pregúntese á todos los Megi

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