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canos ¿ si todos y cada uno de ellos no ha visto, ó no sabe que han entrado caudales inmensos en la tesorería de egército, de quien era intendente Cavaleri, antiguo oficial de la marina Española, despues negociante quebrado, hombre sin fé, jugador insigne, viejo calavera entregado á toda especie de vicios y de inmoralidad, por cuyo medio agotaba Iturbide con cuanto dinero entraba en las cajas nacionales. Iturbide ha manifestado siempre una sed insaciable de oro. Ya cuando describí su carácter hablé de esto, y ahora añado para mayor prueba, un hecho reciente, despues de haberse proclamado emperador. Por falsas intrigas se denunció á un Español llamado D. Francisco Gonzalez, de que tenia correspondeneia con Dávila; lọ prendiéron, lo examináron, y salió completamente indemnizado, pues todo su delito era que Iturbide queria cogerse 25 ó 30,000 pesos, que habia realizado de unas salinas que rendió con obgeto de irse á España. ¿ Cómo podria dejar fuera de sus arcas los caudales de las cajas nacionales? Las Córtes para remediar algo este abuso aboliéron la tesorería del egército, mandando que todo ingreso ó egreso se hiciese precisamente en las referidas cajas; pero muy poco ha servido este arbitrio, pues hoy dia no se oye otra cosa que las quejas de los ministros de

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ellas, porque apenas hay una entrada, cuando Iturbide manda por toda ó la mayor parte de ella. A esta exaccion, continua, debe añadirse la escasez de entradas. Es innegable que las mismas ocurrencias de la guerra han paralizado el comercio, la agricultura y minería que el mucho dinero de los particulares que lo han transportado á España ó á otras partes, hace falta para la circulacion interior de la nacion, y así por feraz que sea el suelo Megicano en todos ramos, es imposible que fructifique como ántes, y de consiguiente, que las entradas en las cajas nacionales no hayan sufrido una baja muy considerable. A esta falta de ingreso debe contraponerse el escesivo egreso, aumentado con sueldos cuantiosos, que no habia en el antiguo sistema de gobierno.. Veamos, aunque sea á bulto, el aumento del egre

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Ciento veinte mil pesos Iturbide diez mil su padre nótese de paso, que solo Iturbide y su muy humilde padre consumian ciento treinta mil pesos de renta: el héroe de la América, el Washington del Sur, el sublime Bolivar, solo tiene treinta mil pesos anuales, y ha cedido la mitad de este sueldo en beneficio de las viudas y huérfanas de los campeones de la libertad. ¡Qué contraste entre el avariento pigmeo del Norte, y el geneJoso Atlas del Sur, quien solo ha sostenido

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años la tremenda pesadumbre de la grandiosa independencia; sigamos: 8,000 cada uno de los einco ministros, que suman 40,000. 12,000 cada uno de los cuatro regentes, sin contar á Iturbide, suman 48,000 pesos. Hé aquí 218,000 pesos en unos cuantos sueldos que antes no se pagaban : añádase el gasto de la secretaría del almirantazgo, la de cada uno de los ministros, los sueldos de los brigadieres, mariscales de campo, &c., que se han nombrado, y que tampoco se pagaban ántes, porque nada de esto habia, y se calculará á cuanto podrá ascender el egreso de cajas sobre él que sufria antes. ¿ Dónde podian encontrar recursos los diputados? Usáron de cuantos arbitrios estuviéron á su alcance; pero nada daba lo bastante. Se propusiéron muy justamente bajar los sueldos, y en efecto, escepto el de Iturbide y su padre, lo verificáron, fijando el máximo de ellos en 6,000 pesos, y rebajando los demas proporcionalmente hasta el de 900; pero ademas de que se ahorraba poco, les atrajo el odio de todos aquellos que sufriéron la rebaja, principalmente de la tropa, que no aspira á otra cosa que á una paga crecida.

Manejo del Congreso para disminuir la prepotencia de Iturbide.

El Congreso por su parte procuraba enervar aquellas disposiciones que podian ser favorables a Iturbide; trabajaba lentamente su coustitucion para dar tiempo á la ilustración ; procuró escitar la memoria de los primeros gefes y verdaderos patriotas de la independencia. Hidalgo, Allende, &c.; pero entre tanto seguia la guerra oculta de opinion dentro de su mismo seno. Los borbonistas querian que se siguiese la suya, á saber: insistir en que se verificase el plan de Iguala, y se consolidase la idea de que por ahora no convenia á Mégico otro gobierno que el monárquico moderado constitucional, el cual debia preparar el camino para la república. Esta, decian, no puede establecerse sin que haya ilustracion y virtudes políticas en el pueblo ; ni uno ni otro hay en ek Megicano, merced á la opresion en que ha vivido; de consiguiente establecer una república será abrir la puerta á la ambición de los particulares, lo que indubitablemente producirá la anarquía. Póngase por lo mismo una monarquía moderada : bajo la proteccion de ella los ciudadanos adquiri rán ilustracion y virtudes, que necesaria é indis

pensablemente formarán la república. Los republicanos por su parte decian: ninguna república en sus principios ha tenido la ilustracion y virtu des que cuando ha florecido, ya constituida y consolidada. Pedir por bases de la república aquella ilustracion y virtudes que son fruto de la república misma, es formar un círculo vicioso, queriendo que exista el efecto, y sea el fundamento de la causa que deba producirlo. Conténtese el sensible patriota con encontrar en el pueblo constituido disposicion para sembrar, y que fructifique la semilla de la ilustracion y virtud esto será suficiente, para que se erija una república que á poco tiempo será digna de admiracion: el sistema republicano es el que mas conviene á nuestro siglo y á nuestra América, y es el verdadero espíritu del mundo liberal. El profundo Destutt Dutraci, y el político Maddison han combatido victoriosamente el brillante sistema del gran Montesquieu, que presenta al honor como base de la monarquía, y á la virtud como base de la república ; este admirable publicista incurrió tambien con Rousseau en el error de su siglo, pretendiendo que las repúblicas solo pueden establecerse y fijar su duracion en paises pequeños y virtuosos, error muy anticuado en el sistema político en Europa, y que quizas trae su origen de estas célebres palabras de Tácito..

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