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tad ha fijado su mansion, no pueden yá los usurpadores ni los tiranos gozar impunemente de sus crímenes la noble libertad de imprenta revelará sus atroces usurpaciones, por mas que se esmeren en cubrirlas y cohonestarlas con el nombre y proteccion de la Divina Providencia, y consentimiento de los pueblos. Pasó la época del embuste, del engaño y del origen divino de los gobernantes; hoy todo se sabe, se indaga, se analiza y se calcula; guiadas por el fluido magnético de la brújula, vuelan las noticias con la rapidez del viento; la filosofia las recoge y descubre siempre en el crisol de la imparcial crítica la VERDAD, la que entregada á la prensa pasa triunfante sobre el occeano de los siglos.

Puede algun lector vituperarme el guardar el anónimo, y atribuir á sentimiento poco decoroso, el silencio de mi nombre, como contrario á la devisa que he adoptado.

Je crains Dieu, cher Abner,

Et n'ai point d'autre crainte.

ATHALIE, Acte 1. Sc. 1.

Si por un instante reflexiona que tengo en la

capital de Mégico parientes, amigos relacionados, y compañeros á quienes podria perjudicar mi nombre, no solo escusará, sino aprobará la justicia que me asiste, conociendo que cumplo con los deberes que la amistad exige de la verdadera delicadeza.

No soy, ni pretendo ser un literato, soy un simple patriota lleno de entusiasmo por la libertad, la gloria y prosperidad de América, mi patria. Por no presenciar la tiranía que va á oprimir á la deliciosa ciudad de Mégico, he abandonado las risueñas vistas del precioso valle de Tenotchitlan por las márgenes del Potomac, en cuyas cercanías está el sagrado sepulcro del héroe de los siglos, el grande, el inmortal Washington. Venid aquí, ¡ oh valientes Megicanos! á consultar sus venerandas cenizas; y á su aspecto volvereis á templar vuestras almas. Este es el oráculo verdadero de la virtud y de la libertad.

BOSQUEJO

DE

LA SITUACION DE MÉGICO

ANTES DEL GRITO DE IGUALA.

LA A Constitucion Española en su nacimiento comenzó magestuosamente á disipar las tinieblas que estaban reconcentradas en España y América. Es verdad que los mandarines del Septentrion no permitiéron jamas que luciese en su suelo con todo su esplendor. Empero la simple lectura de sus instituciones, y de todos los escritos relativos á ella, le daban á conocer al hombre sus derechos, y le advertian los errores en que la tirania lo habia tenido sumergido. Viéron canonizado por uno de los artículos de ella, la máxima de que la soberanía residia esencialmente en la nacion, lo cual habia sido anatematizado como herético por la inquisicion de Mégico, é impugnado hasta entónces con el mayor calor en las escuelas y universidades. Los sabios discursos de los Megías,

de los Argüelles, Antillones y otros ilustres dipu tados, esparciéron ideas luminosas que desengañaron al pueblo. Con estos conocimientos, y con la práctica de alguna parte de sus instituciones, aunque unicamente de las que pertenecian al órden judicial, comenzáron á echar de ver los errores en que habian vivido. Entónces fué cuando el Americano conoció que era hombre, y que hasta entonces no habia sido otra cosa que un ente nulo, ó lo que es lo mismo, un vil esclavo, merced al abuso que habia hecho la tiranía de su opresion é ignorancia. Conoció los estendidos límites de la dominacion eclesiástica, usurpados por ella misma, bajo la proteccion de los tiranos, con quienes se ligó para forjar las ridiculas teorías del altar y del trono; y por último, probó aunque apénas, el dulce encanto de la libertad.

Estado de Mégico despues de la Caida de la Constitucion.

Todas las esperanzas que habian hecho concebir estos felices principios, se desvaneciéron como el humo, con la caida de la Constitucion. Se tornó á entronizar el despotismo; la ignorancia y el fanatismo pretendieron la reconquista de

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