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Epitacio Sanchez, y con algunos léperos colectados por Marcha en el barrio del Salto del Agua, uno de los mas infelices de Megico. Todos los comprometidos creian y aun creen, que aquello era un pensamiento original de Marcha, pero lo fué del mismo Iturbide: este determinó que se diera el grito á la madrugada del dia 19 de Mayo; pero haciendo la observacion uno de los principales motores de la faccion, de que era dificil hallar léperos á esa hora, que gritasen y acompañasen á la tropa, se determinó que fuese el dia 18 á la hora de la comedia, y yá muy entrada la noche.

Conducta de Iturbide la noche de su Proclamacion.

Iturbide dispuso todo con sus regimientos favoritos, y mandó con varios pretestos, desde la tarde del dia 18, que se acuartelase aquella tropa que no era muy adicta á su persona. Preparada de este modo la tramoya, empezó el sainete imperial. Iturbide se encerró en su casa, y no fué ni aun al coliseo: poco ántes de las nueve de la noche los sargentos del número 1 formáron el regimiento, seduciéndolos para la empresa, y con

venidos yá en medio del desórden y de la embriaguez, pues se les franqueó la bebida con abundancia, comenzáron á gritar viva el emperador. Al primer grito Iturbide mandó inmediatamente á Rivero, edecan suyo, que gritase en el coliseo lo mismo. Rivero parte en efecto, y entrando en él, grita que el egército acaba de proclamar á Iturbide por emperador: los léperos, que ya estaban prevenidos, comenzáron los vivas, cuyas aclamaciones acompañáron los cómicos; salidos que fuéron del coliseo, se dirigiéron soldados y léperos á la casa de Iturbide, y formados frente de sus balcones, continuaron gritando viva el emperador, que saliera al balcon ; y que no se quitarian de aquel lugar mientras no se coronase. Iturbide aparentó sorprenderse con la inesperada ocurrencia: fingió mil protestas de no admitir la corona por ningun caso; y rehusó salir al balcon hasta cosa de las tres de la mañana. Mientras aparentaba este desinteres, estaba encerrado en su gabinete poniendo estraordinarios, para dar aviso á sus amigos y agentes de las provincias predispuestas por anteriores intrigas á este lance, dando por sentado que todo el egército y todo el pueblo se habian empeñado en proclamarlo, y que él no habia podido resistir á sus instancias, por mas repuguancia que habia mos

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trado. Se puso por fin al balcon, recibió las actamaciones del pueblo, y el gran hipócrita consintió como con violencia en ser emperador. A esa hora van á cumplimentarlo sus partidarios, entre quienes fuéron los primeros los frailes de S. Francisco, pues por estar su convento muy inmediato á la casa de Iturbide, no perdiéron tiempo en pasar á rendirle sus homenages:* los léperos corren á las iglesias, y hacen por fuerza que se les franqueen las torres para replicar á su antojo : corren tambien á las casas de muchos diputados á quienes tratáron con la mayor grosería, obligándolos á pasar á la de Iturbide, para que lo felicitaran. La tropa facciosa no abandonó esta, basta que quedó plenamente satisfecha de que habia conseguido su intento estaba tan exaltada, ya fuera por el aguardiente, ya por la precipitacion con que obró en todo, que hizo salva con cartuchos con bala; de suerte, que por una fortuna, casi milagrosa, no hubo mil desgracias entre ellos mismos. Venida la mañana, apareció una proclama de Iturbide fijada en las esquinas principales de las calles, que transcribirémos al pié de la letra, para hacer de ella el analisis correspondiente; pero ántes insertarémos aquí el Manifiesto del

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¡Cuándo pierden los frailes Ia ocasion de humillarse ante el despotismo y la maldad triunfante !

número 1; pues aunque salió tres dias despues, como es un comprobante auténtico del ilegal modo con que se proclamó Iturbide, me parece oportuno colocarlo en este lugar. El es el que da á conocer la maldad del intruso y nuevo farsante emperador, y es un documento que siempre será el monumento de su infamia: ¡ cuánto le habrá pesado que saliesc á luz ! Pero ¿ cuando no se han descubierto por sí mismas la perfidia y la intriga? Pio Marcha, teniendo que algun otro acaso le arrebatase de la cabeza el lauro que en su errado concepto ha adquirido, se propuso dar al público noticia exacta de su gloriosa empresa, y lo verificó en el siguiente

Manifiesto del regimiento Infantería de línea número 1.

:

MEGICANOS, habitantes todos del imperio de Anahuac el fausto, glorioso acontecimiento del memorable dia 19, debe calmar vuestros temores, y serenar vuestro espíritu : los tiranos de España ya no volverán á subyugarnos, ya no agoviarán con sus pesadas cadenas nuestras nobles cervices nuestros hijos serán libres, y bendecirán las manos de los dignos que les proporcionáron su libertad: recordarán con placer el dia grande

en que subió al trono el héroe de Iguala, el padre de los pueblos, el rompedor de nuestras cadenas; y lo que es mas, el digno, el amable paisano nuestro, el inmortal Iturbide.

Si, Megicanos: el cuerpo de sargentos del regimiento infantería número 1, tiene tambien la satisfaccion de haber sido el que tuvo la noble osadía de emprender tan grande y arriesgada empresa. El digno y benemérito sargento 1°. de nuestro dicho cuerpo, Pio Marcha, fué el que reflexionando sobre las desgracias que amenazaban á nuestro suelo si el déspota Fernando, ú otro de su dinastía venia á gobernarnos, tuvo primero el noble pensamiento de cortar estos daños, proclamando un emperador, que siendo hijo de nuestro suelo, nos viera con los ojos de un amoroso padre, y a quien con menos timidez y mas confianza, pudiéramos pedir el alivio que necesitáramos. Y ¿quién mas merecedor de empuñar el cetro y ocupar el trono Megicano, que aquel que desprendiéndose de sus comodidades y propia existencia por romper nuestras cadenas, supo abatir el orgullo Español ?

Confiado en que los sargentos de su cuerpo no podian disentir de su pensamiento, como que á todos los animan unos mismos deseos por el bien de la patria, les descubrió su proyecto para que le

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