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seguro del egercicio de sus propias facultades. Un hombre como yo es un ciudadano peligroso en un gobierno popular: es una amenaza inmediata á la soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano para ser libre, y para que todos lo sean.* Prefiero el título de ciudadano al de libertador, porque este emana de la guerra, aquel emana de las leyes. Cambiadme, Señor, todos mis dictados por el de buen ciudadano.

Sesion del Congreso el dia de la Proclamacion.

I

Se citó á los diputados muy temprano para que se reuniera el Congreso. Estuviéron prontos sus partidarios y algunos otros que vilmente se

* Aprended, dicen los editores del Sol de Mégico, vosotros los que llevais el renombre de libertadores, en estos sentimientos de una alma noble y generosa como la de Bolívar servir á la patria sin interes, amar la libertad por el solo bien de los pueblos, desprenderse gustoso de los títulos, y buscar la verdadera grandeza en la dulce satisfaccion de haber procurado la felicidad á sus semejantes, haciéndolos soberanos é independientes, no para convertirse despues en su tirano á pretesto de remuneracion, sino para respetar su libertad, y disfrutar en comun de sus regalados frutos. ¡ Loor eterno al héroe de Colombia !

han prostituido, ó por el temor, ó por la conveniencia. Los mas no asistieron por no esponerse à un compromiso en que peligrara su honor ó su vida; y algunos verdaderamente patriotas repu blicanos, fueron despechados y resueltos á sostener la libertad de la patria, perdiendo, si fuera' necesario, su existencia. A los principales borbonistas como D. José María Fagoaga, D. Hipólito Odoardo, D. Francisco Tagle y algun otro, considerando Iturbide que eran los que para su proclamacion debian estar diametralmente opuestos, por el sistema que hasta entónces habian sostenido, les mandó recado anticipadamente, diciéndoles, que procurasen asegurarse, porque si se presentaban en público no respondia de sus vidas: ¿qué quiere decir esto, sino que él gobernaba la faccion ? હૈં Cómo sabia que la intencion de ella era acabar con sus principales enemigos? Pues á no ser así, no le faltaba poder para contener cualquiera tropelía de los sediciosos; pero estar impuesto en sus miras, poder obstruirlas y no hacerlo, sino valerse de arbitrios miserables para evitar lo que él queria que no se hiciese, es una prueba de que él fué el principal agente de su proclamacion. El recado que Iturbide mandó á los borbonistas hubiera estado muy bien en bocade algun amigo de ellos, que no teniendo poder

para protegerlos, solo le quedaba el récurso de aconsejaries la ocultación ó la fuga; pero en boca de un generalisimo almirante, que tenia mucho ascendiente sobre su regimiento número 1, por el afecto que tenía á su persona, aun prescin. diendo de la autoridad, que esta era muy inmediata, no solo por la de generalísimo, sino por la de coronel del mismo cuerpo, cuyo cargo habia conservado para mantener mejor la ilusion sobre esta tropa ; y que aunque no hubiera sido nada de lo dicho, sino todo lo contrario, podia disponer de la fuerza superior de ella para contenerla, si hubiera querido, prueba evidentemente que pues no lo hizo, no tuvo voluntad de hacerlo. El en cfecto, dando aquel aviso á los borbonistas, se propusotros cosas: la primera, evitar por este raedio que asistieran al Congreso, ó se presentaran en público tal vez á formar partido: y la segunda, convertirlos en amigos suyos, en vista del agredecimiento con que debio ligarlos el cuidado que manifestaba por su existencia; mas este es el resultado de la intriga, que por el ca

ino que quiere ganar pierde; pues el hecho referido en vez de causar aquel segundo efecto, no ha producido otro, que el de añadir un testimonio mas para convencerse de que él era el autor de todo el plan de coronacion.

Violencia que

hizo Iturbide al Congreso.

Al Congreso solamente asistieron 82 diputados, de manera que para completar siquiera las dos terceras partes faltáron 22; pues siendo el total 156, sus dos terceras partes son 104. Ya he dicho en el párrafo anterior la clase de sugetos de que se componia esa pequeña cantidad; se discutió con calor lo que debia hacerse; y despues de muchas disputas se mandó una diputación á la regencia, para que tomase las providencias oportunas, á fin de calmar las alteraciones populares, para que el Congreso pudiese disponer lo conveniente con entera libertad; mas en lugar de hacer efectiva esta peticion justísima del Congreso, se dirigió Iturbide á él personalmente. Sale de su casa: al verle, redoblan los vivas ya pagados, y la infame y envilecida plebe comprada para este acto, quita los caballos del coche, y ella misma desempeña la función que debian hacer aquellos brutos, y de esta suerte es conducido hasta el Congreso. Le acompañaba una gran comitiva de edecanes y oficiales, y una numerosa escolta de sus granaderos imperiales. Estos quedaron formados fuera del Congreso, y aquella entró juntamente con Iturbide, abriendo ella misma

paso al populacho para que entrase al salon, como entró, hasta sentarse muchos léperos, frailes, y toda especie de canalla en las mismas sillas de los diputados, alternando con ellos, y representando el escandaloso, ridículo y nunca visto sainete de la descarada proclamacion imperial. Estando el salon en esta disposicion, ya se deja suponer el desórden que habria en las galerías. Iturbide aparentaba embarazo, fingia sorpresa, arremedaba encogimiento, y parecia no estar impuesto de lo que actualmente pasaba; pero no tomaba medida alguna para contener la insolencia del pueblo, y purgar el seno del Congreso de tan inmunda y vergonzosa gavilla de léperos y facciosos, ántes al contrario, con su desentendimiento y su gesto lo aprobaba. Comenzó de nuevo la discusion; pero la plebe cada vez mas insultante, no dejaba hablar sino á los diputados prostituidos y viles aduladores, que comenzaban sus discursos por los elogios de Iturbide, y por la aprobacion de su proclamacion: cualquier otro diputado orador que tomaba la palabra, para representar algo en contra de ella, apénas comenzaba su discurso, cuando era sofocada su voz por los descompasados y tumultuosos gritos de la plebe, sin abstenerse de decirles las mayores injurias é insolencias. Sin embargo, se propusiéron algunos

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