Imágenes de páginas
PDF
EPUB

tes que trae consigo poner el cetro en manós acostumbradas á manejarlo á su placer, sin mas ley que su antojo, y la corona en quien tal vez no profesa á los Americanos todo el amor que un principe debe á sus pueblos: si la constitucion no evitaba estos males, me quedaba al ménos el consuelo, aunque triste, de que no era obra mia. El llamamiento, pues, de los Borbones conciliaba la opinion sin constreñir la voluntad de los pueblos. A falta de aquellos, quedaban estos autorizados para invitar otro príncipe de casa reinante; el obgeto que me propuse fué alejar de mí toda sospecha relativa á sentimientos de ambicion, que nunca tuve. Frabajé, pues, en todos sentidos, y con prevision para levantar á la patria del abatimiento en que yacia, y para arrancarta del punto del peligro: el órden de los sucesos la fué trayendo despues á otro abismo, no ménos fatal que et en que se viera cuando resusitó en Iguala, y estos mismos sucesos exigian de mi nuevos esfuerzos, nuevos sacrificios: acaba de exigirme el mayor, yo cedo á la necesidad, y miro mi destino como su bien, porque él lo proporciona á mis conciuda danos; como una desgracia, porque me arrebata de mi centro, colocándome en un estado fuera de mi naturaleza.

Sí, pueblos, he admitido la suprema dignidad

á que me elevais, despues de haberla rehuzado por tres veces, porque creo seros así mas útil ; de otro ; modo preferiria morir á ocupar el trono. ¿Qué alicientes tiene éste para un hombre que ve las cosas á su verdadera luz ? La esperiencia me enseñó que no bastan á dulcificar las amarguras del mando las pocas y efimeras satisfacciones que pro duce de una vez, Megicanos, la dignidad imperial no significa para mí mas que estar ligado con cadenas de oro, abrumado de obligaciones inmensas eso que llaman brillo, engrandecimiento y magestad son juguetes de la vanidad.

:

Acabo de jurar sobre los santos Evangelios lo que ya habia jurado ántes de ahora en mi corazon, con propósito de no ser perjuro, aunque cayesen sobre mi cabeza males que encerró la fatal caja. ¿Con cuanta satisfaccion, pues, no habré renovado mis juramentos? ; Generales, gefes, ¡ oficiales y tropa del egército trigarante, vosotros fuisteis testigos de mis votos, ellos os diéron et nombre honroso que habeis sabido conservar ! Nuestra divisa fué siempre la religion sagrada, la santa independencia, la union que es la perfeccion de la moral, la justicia que sirve de escudo á los derechos que dió naturaleza al hombre, y que perfeccionó la sociedad. Pueblos, he jurado por convencimiento, por obediencia, por daros egempło, y por dejar establecido para mis succesores

un acto de reconocimeiento á la soberania de la nacion, de adhesion á ella, de subordinacion á las leyes, de respeto á sus representantes, y de adoracion al Autor y Supremo Legislador de las sociedades.

El peso que habeis puesto sobre mis hombros no puede soportarlo un hombre solo, sean cuales fueren sus fuerzas, méños yo que las tengo muy débiles; pero cuento con las luces de los sabios, con los deseos de los buenos, con la docilidad del pueblo, con la fortuna de los opulentos, con los robustos brazos del egército libertador, y con las preces de los ministros del santuario. Padres de la patria, la Constitucion y las leyes son los fundamentos de la sociedad, unas y otras son obra de vuestra sabiduria, tambien lo es, ayudarme á conducir á nuestros súbditos á la felicidad, ellos os harian el mas grave cargo si me abandonaseis.

¡Y qué podré decir de mi agradecimiento á i Ana nacion tan generosa! Las pasiones no tienen idioma conocido: mi corazon late..... la ternura no me permite articular..... i Ojala sea tal mi conducta, que el pueblo que me ha ele-. gido, y el Congreso que ha confirmado sus sufragios, se den por satisfechos; yo sin embargo, jamas podre creer que mi gratitud corresponda é mis deseos. Quiero, Megicanos, que si no hago la felicidad del Septentrion, si olvido algun dia mis

deberes, cese mi imperio: observad mi conducta, seguros de que si no soy por ella digno de vosotros, hasta la existencia me será odiosa. ¡ Gran Dios! suceda que yo olvido jamás que el príncipe es para el pueblo, y no el pueblo para el principe.

El Emperador al egército.

SOLDADOS: cualquiera que haya sido la sucrte á que me destinará la Providencia, hora subalterno, hora gefe; despues vuestro caudillo, vuestro general, y en el dia, por la gracia de Dios, por vuestros esfuerzos, y la voluntad de los pueblos, emperador de Mégico, el título con que mas me honré fué el de vuestro compañero, y el que mas me lisonjea hoy, el de primer soldado del egército Trigarante os debo esta declaracion, ella es el homenage que hago á vuestras virtudes, á lo que os debiera la nacion, y á lo que os debo yo testigo de vuestro valor, privaciones y peligros. Si, compañeros, esta hermosa patria que os vió nacer á unos, y que alimentó por mucho tiempo á otros, no tachará de ingratos á los que en recompensa de los beneficios que les dispensó, destrozaron el ominoso yugo, de cuya inmensa pesadumbre estuvo agoviada por siglos. Pero la

[ocr errors]

obra grande que emprendisteis aun no está perfeccionda; á los dignos representantes del pueblo les restá que hacer ; su ilustracion y celo infatigable nos prometen, que lo que empezamos lo per· feccionarán : esto sin embargo no es todo, á vosotros y á mi nos corresponde auxiliarles: nuestro deber es ser exactos observadores de las leyes que dicten, respetar su alto ministerio, sostenerles en paz para que deliberen sobre nuestros intereses, castigar á los enemigos, y á los genios perturbadores, guardarnosotros mismos disciplina y órden. Disciplina y órden son los carácteres del soldado, y no hay egército cuando entre los que le com. ponen se olvida la subordinacion justa, la escrupulosa honradez, la generosidad de sentimientos, el fraternal amor á todos los individuos de todas clases del Estado, la austeridad de las costumbres, el respeto-á las propiedades, la observancia sobre todo de la religion de nuestros padres. Estoy penetrado de que posccis todas estas cualidades ; pero desgraciadamente uno de los malos efectos de la campaña y de las alteraciones politicas es sufocarlas, necesitándose en tiempos tranquilos encrgía y vigor para restituirlas á su verdadero estado. ¡Ah, mis amigos, cómo he procurado no llegar á este punto! pero es inevitable deciros, que seré el padre de los buenos, y de los malos.... HO, vosotros me evitareis el ser executor de las leyes

« AnteriorContinuar »