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penales. El egército mientras yo impuñe el cetro no consentira malvados: lo exige la justicia, vuestro honor y mi deber.-Agustin.

¿Quién, acabando de leer estos documentos, despues de haberse impuesto en los hechos anteriores, no se sentirá indignado y arrebatado de cólera, al ver tan descarada hipocresía y tantos crímenes triunfar de la inepta credulidad del imbécil pueblo? Mas con razon quiere Iturbide hacer valer la voz del Congreso; pues este es hoy dia mas bien un conciliabulo de aduladores, de, hombres débiles, que prostituidos se abaten hasta la última bageza, ó por sacar partido de conveniencia personal, ó por indemnizarse con Iturbide de sus antiguas opiniones. Qué bien merecen estas palabras que repetia Tiberio á los senadores Romanos: ; oh homines ad servitutem paratos! Los verdaderos patriotas han procurado desprenderse del Congreso, unos yéndose á sus provincias bajo cualquier pretesto, pidiendo licencia para no asistir, aparentando enfermedades; otros renunciando el cargo de representantes, y otros economizando su asistencia en todo lo posible,* y haciéndose presentes uno ú otro rato en el Congreso, para evitar que los lleven á él con

• Véase la nota 16.

violencia. Quedan por lo mismo dueños absolutamente del campo los agentes esclavos de Iturbide, y ya se puede inferir qué no harán en favor de su ídolo! Han declarado á su hijo primogénito principe del imperio, título que debe tener el sucesor á él, pues ya esta reconocido por heredero de la corona. A su padre D. Joaquin Iturbide, le han dado el título de príncipe de la union, y á la hermana del emperador, princesa de Iturbide; y finalmente, se han entretenido en forjar la farsa del ceremonial para la coronacion del emperador eso sí, todo va autorizado con la capa de la religion y del fanatismo: en prueba de ello salió el Congreso á recibir bajo de palio una imagen de la virgen de Guadalupe, que le regaló el cabildo de su colegiata, para que la colocase en el salon.. Sin embargo, los hombres ilustrados que suelen ir al Congreso no dejan de trabajar para oponerse en cuanto pueden al aumento de su autoridad, é á lo menos de su esterior representacion : así consiguieron que no sc le besase la mano, como se le besaba desde la noche que se proclamó, y que él lo exigia, sino que se le hiciese una cortesía solamente, y que no se pusiese en los memoriales al fin, á los R. P. de V. M., sino únicamente: Dios guarde á V. M. muchos años, y algunas otras nonadas, que aun

á

que ligeras influyen materialmente en el pueblo. Estas ocurrencias, y el de no haber podido hacer de su partido á muchos diputados desde el principio, creyendo que algunas veces podran servir de obstáculo á su insaciable ambicion, lo han hecho que comience a poner en práctica el juego de sus malvadas intenciones, haciéndose proclamar monarca absoluto y despótico. Al efecto ha procurado desacreditar industriosamente al Congreso, exigiéndole dinero para los gastos de la tropa, con obgeto de que esta crea que el Congreso tiene la culpa de que no se les pague: tambien les insinuó con bastante claridad, que dieran órden para que se cogieran para esas necesidades, los caudales de los Españoles remitidos á Veracruz; con lo que conseguia aprovecharse del dinero, y malquistar al Congreso con sus ducños. Este se sostuvo no dando tal órden, y autorizó al mismo Iturbide para que tomase la providencia que quisiese para sacar dinero; pues en este caso él seriá el que se malquistaria y no el Congreso. Finalmente, sus partidarios han recogido hasta 14,000 firmas, con el obgeto de representar que se restablezca la inquisicion, como el mejor medio de consolidar la monarquía absoluta.

En medio de este triunfo, creerá alguno
Ah! no se hizo

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que Iturbide reposa tranquilo ?

la quietud para el malvado! Sus vacilantes pasos,. sus mal seguras disposiciones, sus reservas, sus misterios, todo anuncia que su alma está envuelta de continuo en una atmosfera sombría, que sole le deja percibir en los obgetos temores y fatales agüeros. Los hombres de honor y respeto huyen de su lado y de su favor. Ninguno de ellos lo ha ido á visitar voluntariamente; pues cuando alguno lo ha hecho, ha sido precisado de su representacion pública, si ha sido empleado, ó necesitado de acompañar á la corporacion de que depende. Aun estos solo han hecho las visitas de etiqueta, ahorrando las que han podido; y escapándose de todas los que han tenido oportunidad de hacerlo. Le ofreció el ministerio de guerra el teniente coronel de artilleria D. José Bustamante, diputado por Mégico, sugeto de ilustracion, talento y patriotismo, y lo rehusó. La conducta que ha observado el arzobispo D. Pedro. Fonte, ha sido para Iturbide un golpe mortaf. Este señor, cualesquiera que hayan sido sus opiniones á favor del gobierno Español, nadie duda en el reino de Mégico, que es un prelado digno de la primitiva iglesia, antorcha luminosa del divino cristianismo, sabio sin ostentacion, virtuoso sin hipocresía, religioso sin supersticion, tolerante por natural inclinacion, justo por principios

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amigo de los hombres honrados y enemigo de los malvados. ¡ Cuán diferente es esté ilustre arzobispo, del egoista y prostituido Perez de la Puebla, del caduco y autómata obispo Castañizas, y del bajo y avariento obispo de Guadalajara. Este digno arzobispo, firme apoyo de la religion, columna de la justicia y defensor de la verdad, indignado de la vergonzosa farsa que acababa de presenciar, no quiso con su residencia en Mégico, sancionar tacitamente tan criminal usurpacion; renunciando á mas de cien mil pesos de renta se retiró sin ver al tirano á las inmediaciones de Mégico, para pasar de allí á la New-Orleans á deplorar la desgraciada suerte de su amada diocesis de Mégico. Iturbide para alucinar enterămente al pueblo fanático, trató de ungirse; se negó el arzobispo á desempeñar esta ceremonia: el obispo de Durango, el imbécil D. Juan Francisco Castañiza, que estaba en Mégico con motivo de ser uno de los diputados á Córtes por aquella provincia, se ofrecio á hacerlo; pero como no podia egercer ninguna funcion episcopal en diocesis agena, sin consentimiento del diocesano, fué indispensable pedir esa licencia al arzobispo, quien constantemente se ha negado á darla. Iturbide quizá incómodo con este desaire, tanto mas publico cuanto que levantaron en la catedral los tronos en sus respectivos tablados para la ce

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