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das á los originarios del pais han sido tan productivas como pudieran serlo, pues dificultándose á estos su trasporte, las cosechas se han limitado en lo general, al preciso consumo de sus familias. Hoy, pues, que esas mismas tierras vuelven por derecho de reversion al Estado, por la estincion del ramo de tributos, es un medio que se presenta oportunísimo, para colocar infinitas familias de mestizos redimiéndolos de la miseria en que han vivido, y de la mala reputacion que se han granjeado por falta de toda ocupacion.

La única que se les conocia en las provincias donde mas abundan, ha sido la de sus tejidos de algodon, cuyo precio vilipendiado por el contrabando, como queda dicho, les ha quitado el recurso de aliviar sus necesidades por un camino honesto y provechoso. De que resulta que cuando se trata de mejorar el reino y la condicion de sus habitantes, es preciso que entren estos como los originarios al disfrute de iguales beneficios de que han estado excluidos por la ley, así como de los empleos y cargos.

La esplotacion y beneficio de los minerales es otra fuente inagotable de recursos para la ocupacion de los hombres. El copioso número y la riqueza de ellas, suficiente para emplear casi toda la masa de la poblacion, debe reemplazar las faltas que deja la agricultura y sus subalternas en un reino que por la localidad de él, hace que se consideren como sus principales frutos el oro y la plata que se extraen de las entrañas de la tierra. Con este conocimiento y el del íntimo enlace que tiene con el comercio, me han debido los mineros una singular consideracion, y he dado al tribunal privativo de este cuerpo toda la proteccion y amparo que han permitido las circunstaucias, aunque con el desconsuelo de no ser esta toda la que requiere una profesion tan importante, y de la que depende la principal riqueza y felicidad del Estado.

La pobreza de los que ordinariamente abrazan la carrera de las minas, su falta de luces y conocimiento para dirigir las labores y su beneficio, son otros tantos obstáculos que han impedido su adelantamiento y progreso. Siendo esto indubitablemente así, como lo testifica la esperiencia, es preciso confesar, que no habiendo logrado removerse hasta el dia, la minería ha carecido del amparo y justa proteccion, que ha debido prestársele segun su importancia y necesidad.

El Gobierno vigilante de España la conoció muy de antemano y trató de remediarla en el establecimiento del tribunal, y la comision conferida al Baron de Nordenflick, para enseñar por principios la ciencia de conocer los metales y el arte de beneficiarlos, sin perdonar medios hasta conseguir el fin; pero reducido todo á disputas y contestaciones sobre lo menos importante, esto es sobre beneficios, se han formado tan gruesos volúmenes, que ya es imposible divisar la verdad entre tantas sombras que la ofuscan, viniendo á triunfar por este medio, la costumbre sobre lo mas sábiamente dispuesto y la ignorancia sobre los conocimientos científicos de la profesion. Medio

millon de pesos importarán cuando menos las impensas en sueldos y gastos de la comision, fuera de otros tantos ó mas que ha consumido el tribunal en los propios destinos, y nada se ha adelantado hasta hoy en ningun ramo de los que abraza la carrera. Los derrumbes de minas, la opilacion de otras, la miseria de los mineros, todo á un tiempo pública, cuan imperioso es el poder de la costumbre, acompañado de la ignorancia, y cuan inútiles los medios de descubrir la verdad en los expedientes que promueve el capricho, el interés y amor á sus antiguos usos, y alguna vez la justicia y el deseo del acierto..

Mas entre tantas certidumbres y dudas como ofrece la fuerza de los raciocinios con que se combaten las opiniones, en la presente no habrá quien se atreva á negar la ceguedad de nuestros mineros, para conocer las partes heterogéneas con que se hallan combinados los metales, distinguiéndolos solo por los nombres de frios y calientes, con que la práctica ciega les ha enseñado el uso de varios magistrales; aplicados sin mas principios, ni otra regla que la que puede llamarse instinto. Menos podrá decirse que dirigen con arte la explotacion de las minas, cuando repetidos derrumbes de ellas, ocasionados por falta de la debida fortificacion, les ha atraido la ruina de sus intereses, dejando bajo de ellas las labores y sus endeudados operarios. Finalmente, sería el mayor error querer persuadir que no necesitan mas luces ni conocimientos, que los que actualmente poseen, unos profesores que no hacen caso de los auxilios de la maquinaria para el desagüe de sus minas y otras operaciones de sus Ingenios y Buitrones á fin de ahorrar el coste de los jornales, cuya falta lamentan con clamor incesante.

Las interminables disputas con la comision del Baron; las que han sucitado los mineros entre sí sobre intereses, los sueldos y gastos de aquella y de este; algunas habilitaciones dadas en corta cantidad y sin los seguros correspondientes; tal ha sido el término que han tenido las providencias del Gobierno, dirijidas á fomentar la minería de este reino, y tal la inversion de sus fondos. Toda la economía del tribunal ocupada únicamente de ahorrar los sueldos de la comision, ha conseguido al fin dispersar á sus individuos, vinién– dose á quedar el cuerpo tan pobre y escaso de fortuna y de noticia en materias de su profesion, como era antes, y ademas recargado con la contribucion de un real en marco, que son los fondos aplicados á su subsistencia.

Por mas que se fatigue el discurso en buscar medios para fomentar como conviene este ramo, no pueden ser de otra clase que la de los erogatorios; es decir, los mas impracticables mientras subsista el presente estado de las cosas de América; mas destruido este inconveniente como no puede dejar de serlo, los benéficos influjos del Gobierno deberán fijarse, en hacer cumplir y observar cuanto próbidamente está prescripto en la ordenanza de minería de Nueva España, adaptada de órden del Rey en este Perú. Su actual de

cadencia y mala situacion nacida de los abusos y defectos que se han indicado, piden imperiosamente esta providencia, y con mas urgencia siguiendo el órden con que se han expuesto en los tres principales puntos que siguen, y en cuya ejecucion veo cifrada la próspera felicidad futura del reino.

Primero será el establecimiento de un colegio de mineralogía en que se enseñe el conocimiento cientifico de los metales, la geometría y arquitectura subterránea, la hidráulica, la maquinaria, la metalurjia, la química, el diseño; y aun las artes de carpintería, herrería y albañilería en la parte que el ejercicio de las minas necesita de sus auxilios. Segundo, la habilitacion de los mineros de los fondos del mismo tribunal, cuya economía en los gastos, mayor seguridad en los suplementos que se hagan con oportunidad, aumentará sus entradas, y harán la fuerza del banco, poderosa para emprender mayores obras á beneficio del cuerpo. Tercero y último: la formacion de un nuevo reglamento de policía que arregle las tareas de los operarios y su pronta satisfaccion en plata y mano propia. Este es un punto de los mas recomendados por las leyes; pero por desgracia en el tiempo de la servilidad de los indios el menos obedecido, y á mi ver no por otro principio que el de la pobreza de los dueños de minas. Supuesto lo cual no es de admirar que falten trabajadores y jornaleros en las minas, pues todos quieren ver el fruto de su sudor y de sus fatigas, y esto mismo dá la preferencia á este punto para su arreglo.

Ademas, juzgo que sería de la mayor importancia, para animar este cuerpo, que á imitacion de lo que practican otras naciones mineras se estableciese en la nuestra una carrera honorífica que sirva de estímulo para que abracen muchos la profesion, y para empeñar á otros en seguirla; pues como las utilidades de ella son inciertas, es necesario que haya una compensacion que no lo sea. Las riquezas pueden encontrarse; pero esta posibilidad no es suficiente atractivo cuando despues de halladas pueden disiparse, como en efecto sucede en mayores empresas de eventual suceso. De aquí es que los que tienen una fortuna ya hecha, desestimen una ocupacion que puede producir la ruina de ella y de su buen nombre; lo cual quedaria precavido en cierto modo, cuando al cabo de sus años empleados honradamente en tan útil destino sin nota de mala versacion, les esperase un premio seguro á sus fatigas y á los descubrimientos útiles que hubieren hecho en ella.

El agente indispensable para el beneficio de los metales y mayor extraccion del oro y la plata consiste en el azogue, pues ignorándose hasta ahora la práctica de conseguirlo por fundicion, es de absoluta necesidad la provision abundante de aquel ingrediente, sin cuyo auxilio las minas vendrian enteramente á inutilizarse. Las noticias mas autorizadas de haberse conseguido en Méjico el método de fundir con el auxilio de la Sal Nutron, conocida allí con el nombre de Teguesginte, empeñó á muchos en hacer repetidos ensayos pruebas, teniendo á la vista las instrucciones y reglas que prescribe

la obra de Gamboa publicada en aquel reino; pero todas las tentativas han sido vanas, y sin efecto los mejores deseos y la aplicacion de algunos individuos del cuerpo.

Todo conspira á persuadir la necesidad del azogue; y la falta del de Almaden con motivo de la guerra, fué un cuidado que durante ella, y aun despues no pudo desampararme. Ha venido á repetidas instancias mias considerable porcion de este específico, que distribuido con la mayor economía, ha sido suficiente para el consumo de los minerales del reino. Sin embargo del recelo de que su falta pudiese suspender el corriente de las minas, aun en medio de las mayores angustias por falta de numerario, he tenido que desprenderme de una parte de aquel con que debia contar, para invertirlo en la compra de los pocos quintales que puede producir la de Huancavelica en el estado de derrumbe en que se halla, hasta que tocando por último término el de la imposibilidad, ha tenido que cesar esta negociacion con harto sentimiento, por el atraso que ha padecido y padece el gremio de sus beneficiadores, mayor sin comparacion que el de los mineros de plata y oro, pues como queda dicho, á estos no les ha faltado del todo el auxilio de este ingrediente, y á menos precio que lo han tenido en otros tiempos.

Entre tanto que el beneficio de los metales no consiga hacerse por fundicion, ningun objeto de este Gobierno puede ser mayor que el de reparar la única mina de azogues del reino, que es la de Huancavelica cuando lo permita el tiempo, poniendo en corriente sus ricas y abundantes labores para salvar de la última ruina que amaga á la minería cualquiera infeliz contingencia, que impida hacer pasar del continente de Europa el que se necesita anualmente; pues la mas corta suspension de su giro ocasionaria la mas irreparable desgracia en la distraccion de sus operarios y otros consiguientes males de igual magnitud.

Para precaverlos era necesario recurrir á uno de dos arbitrios que por impracticables ó peligrosos no han debido tener por ahora lugar ni en el pensamiento. Uno es el descubrimiento de nuevas vetas de aquel metal, y el otro habilitar la misma mina de Huancavelica: mas tocándose en el primero los inconvenientes de su incertidumbre, gastos ingentes y aventurados, hacian mas prudente fijarse en el segundo, no menos dificultoso en las circunstancias, por carecer el Erario y el tribunal de fondos con que costearlos. La misma dificultad subsistirá por algun tiempo, hasta que restablecidas las cosas á su antiguo estado, las minas y comercio á su mayor esplendor, faciliten los medios de reparar la alhaja mas apreciable del Estado en este nuevo mundo. Segun el cálculo prudencial que formó el Baron de Nordenflicht con inspeccion de ella, está computado en dos millones de pesos, cuya suma si hoy es espantosa por nuestras indigencias, despues parecerá exigua cuando los adelantamientos de este ramo y el del comercio, hagan llegar este reyno á su mayor opulencia.

Restablecer el comercio paralizado en toda la estension del vireinato con tan extraordinarias novedades, y desprenderlo de las trabas y embarazos con que ha estado ligado, es otro punto que no interesa menos á la felicidad de él y del Estado. Puede considerarse en dos maneras, el terrestre que se practica en las provincias del interior con efectos de Europa y su cambio en frutos de exportacion; y el que ellas hacen entre sí con los efectos de su industria y sus propios frutos; y el marítimo á cuyos objetos son los sobrantes de los productos de cada provincia exportado por mar para otras de dentro y fuera del vireinato, y el de efectos venidos de Europa y su retorno en caudales y frutos á la Península. Ambos son capaces de mayores aumentos, que los que habria conseguido en los últimos tiempos anteriores á las presentes revoluciones de la América; pero el primero jamás podrá incrementarse sin que se allanen antes los caminos para que el costo de las conducciones no recrezca el valor de los géneros de consumo de los pueblos, y el de los frutos y efectos de su suelo que hayan de exportarse á mas grandes distancias. Ya está dicho que en la imposibilidad de emprenderlos hoy con solidez y firmeza por falta de caudales, que deban invertirse en tan saludable objeto, es menester que la suplan la actividad de los propios pueblos, que no rehusan absolutamente la obligacion y el celo de los jueces encargados de su conservacion.

El segundo, esto es el marítimo, sufre ademas de este, otros inconvenientes de superior órden, que toca al Gobierno supremo facilitar, pues suponiendo que las inalterables reglas que rijen hasta hoy, su giro han sido dictadas con aquella combinacion y cálculo que conviene á la masa general del comercio, es forzoso que el particular padezca ciertas limitaciones de que resulte el adelantamiento de aquel. La materia es agena de mi profesion, y por tanto no debe estrañarse que no hable con la propiedad de conocimientos y estension de luces que requiere su importancia; mas no por eso dejaré de exponer con franqueza lo que me parece haber contribuido á su abatimiento, y los medios de sacarlo de tan abyecto estado al de su mayor prosperidad.

Hablaré primero del de cabotaje ó costanero, que aunque invirtiendo menores principales, por su mas rápida circulacion es el que adeuda mas considerables derechos á la renta pública. Algunos de los frutos y efectos. con que se practica están desde luego esentos de toda contribucion; pero hay otros que están sujetos á su pago en mas ó menos cantidad segun ha parecido convenir al fomento de la agricultura, ó de la industria de las provincias. Mas este no puede reputarse el mal todas las veces que las utilidades que rinde, las sufre y permite. Si lo fuese, sería un mal necesario, cuando no hay otra medida comun que regle las exacciones para mantener el estado, que el de los consumos, en que cada individuo se limita ó á su voluntad, ó al estado de su fortuna. Lo que se presenta difícil en la práctica es la determinacion del cuanto, para que la suma de dere

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