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Nota de mano de la reyna Luisa, muger de Carlos IV, entregada al gran duque de Berg por su hija la reyna Maria Luisa.

No quisieramos ni el rey ni yo ser importunos ni fastidiosos al gran duque, que tiene tanto que hacer; pero no tenemos tampoco ni otro amigo ni otro apoyo que él y el emperador, en quienes esperamos todos cuatro, el rey, nuestro íntimo amigo, como tambien del gran duque, el pobre principe de la Paz, mi hija Luisa y yo. Esta nos ha escrito ayer noche lo que el gran duque le había dicho, que nos ha penetrado y llenado de reconocimiento y de consuelo, esperándolo todo de estas dos sagradas é incomparables personas, el gran duque, y el emperador; pero nosotros no queremos dejarle ignorar nada de cuanto sabemos, á pesar de que nadie nos dice nada, ni aun responde á las cosas que preguntamos, ni aun á las mas precisas para nosotros; pero nada de todo esto nos interesa sino la buena suerte de nuestro único é inocente amigo el principe de la Paz, el amigo del gran duque, como el mismo exclamaba en su prision, en medio de aquellos tratamientos horribles que le daban. Llamaba siempre su amigo al gran duque, aun antes de haber sobrevenido esta conspiracion. Si yo tuviese, decia, la felicidad de que se hallase aqui, si el gran duque estuviese cerca, nosotros no tendriamos nada que temer. El deseaba su arribo, teniendo una satisfaccion en que quisiese aceptar su casa para alojarse en ella, y tenia regalos que hacerle. En fin no pensaba sino en este momento y despues ir al encuentro del emperador, é ir al encuentro del gran duque con todo el apresuramiento imaginable: nosotros tememos siempre que le maten ó envenenen, si conocen que se trata de salvarle. No se podrian tomar algunos medios antes de toda resolucion? Que el gran duque hiciese ir sus tropas sin decir á que, y entrar donde está este pobre principe de la Paz, y sin dar un momento de tiempo para que le tiren algun pistoletazo, ni hacer nada, separar su guardia actual (que no tiene ni otra gloria ni otro deseo que el de matarle, no queriendo que viva) y que se quede alli la del gran duque, mandando absolutamente por sus órdenes; porque mientras esté en manos de estos traidores indignos y á las órdenes de mi hijo, esté seguro el gran duque de que le matarán. Por Dios, nos atrevemos á pedirle que nos lo conceda, porque no estando fuera de esas

manos sanguinarias, si, de esos guardias de corps, de mi hijo y de esos malvados lados debemos siempre temblar por su vida, aunque el gran duque y el emperador le quieran salvar; no les darán tiempo para ello. Por Dios rogamos al gran duque que tome sus medidas para hacer lo que le pedimos, porque si se pierde tiempo, su vida no está segura; persuadase que estaria mas seguro en manos de leones y de tigres encarnizados. Mi hijo estuvo ayer despues de comer encerrado con Infantado, Escoiquiz, (este cura malvado), y San Carlos, el mas maligno de todos; lo que nos hace temblar; estuvieron alli desde la una y media hasta las tres y media. El gentil hombre que va con mi hijo (1) Carlos es primo de San Carlos; tiene talento y bastante instruccion; pero es un americano malvado, muy enemigo nuestro, lo mismo que San Carlos, los cuales han recibido todo lo que son del rey mi marido, y á instancias del pobre principe de la Paz, de quien se decian parientes. Todos los que van con mi hijo Carlos son de la misma intriga y muy propios para hacer todo el mal posible y presentar con los colores mas veridicos la mas horrorosa falsedad. Ruego al gran duque que perdone mis garabatos y si no escribo bien, porque me olvido algunas veces de ciertas palabras ó frases en frances, pues hablo siempre español de cuarenta y dos años á esta parte, habiendo venido aqui á casarme de trece años y medio, y aunque hablo frances no es corrientemente, pero el gran duque comprenderá bien y sabrá corregir los defectos de la lengua.

Nota eserita de mano de la reyna de España y entregada al gran duque de Berg por la reyna Maria Luisa, su hija.

El rey mi marido que me hace escribir, no pudiendo hacerlo á causa de los dolores é hinchazon que tiene en la mano derecha, desearia saber si el gran duque de Berg querrá tomar á su cargo y hacer todos sus esfuerzos con el emperador para asegurar la vida del principe de la Paz, y que fuese asistido de algunos criados ó capellanes. Si el gran duque pudiese ir á verle, ó á lo menos consolarle, puesto que tiene en él todas

(1) El gentil hombre que acompañó al señor infante D. Carlos en su viage á Bayona es el marques de Feria. Iban tambien con S. A. en calidad de secretarios D. Pedro Macanaz y D. Pascual Vallejo.

sus esperanzas, siendo su grande amigo. Todo lo espera de él y del emperador, de quien siempre ha sido muy afecto. Que el gran duque consiga del emperador que se dé al rey mi marido, á mi y al principe de la Paz con que vivir juntos todos tres en un parage bueno para nuestra salud, sin mando ni intrigas: no las tendremos ciertamente. El emperador es generoso, es un héroe; siempre ha sostenido á sus fieles aliados y á los que son perseguidos. Nadie lo es mas que nosotros tres y ¿por qué? porque siempre hemos sido sus fieles aliados. De mi hijo no podemos esperar jamas sino miserias y persecuciones. Še ha comenzado á forjar y se continua todo lo que se puede hacer mas criminal á los ojos del público y del emperador mismo, á este inocente amigo y apasionado á los franceses, al gran duque y al emperador; el pobre principe de la Paz! Que no crea nada; ellos tienen la fuerza y todos los medios para presentar como verdadero lo que es falso.

El rey y yo deseamos ver y hablar al gran duque y darle el mismo la protesta que tiene en su poder. Estamos muy agradecidos á estas tropas que nos ha enviado y á todas las señales que nos da de su amistad. Que esté bien persuadido de la que le hemos tenido siempre y tenemos; que estamos en sus manos y las del emperador, y que nos hallamos muy persuadidos de que nos concederá lo que le pedimos, que son todos nuestros deseos, estando en manos de un tan grande y generoso monarca y héroe.

Carta de la reyna de Etruria Maria Luisa al gran duque de Berg. (En italiano).

Señor y hermano mio:

He recibido en este momento al ayudante comandante el cual me ha dado vuestra carta, en la que veo con mucho pesar que mis padres no podrán tener el placer de veros, cosa que tanto deseaban, confiando solamente en vos que podreis contribuir á su tranquilidad. Lo mismo el pobre principe de la Paz, que lleno de heridas y golpes esta penando en la prision y siempre invocando el terrible momento de su muerte. No se acuerda sino de su amigo el duque de Berg: dice que es el amigo en quien confia su salvacion. Mis padres y yo hemos hablado con vuestro comandante ayudante, y él os lo dirá todo.

Yo solo confio en vuestra amistad que me salvareis, á mis padres y al pobre preso. No tengo mas tiempo: en vos confio. Mi padre pone dos líneas en esta misma carta, y yo soy de corazon vuestra afectísima hermana y amiga.

Aranjuez 22 de Marzo de 1808.

MARIA LUISA.

Carta del rey Carlos al gran duque de Berg. (En italiano).

Señor y hermano mio carísimo:

Habiendo hablado á vuestro comandante ayudante, é informado de todo lo acaecido, os ruego que me hagais el favor de dar parte al emperador, suplicándole de la mia que haga cuanto pueda para libertar al pobre principe de la Paz que padece solo por ser amigo de la Francia, y que nos deje ir con él á donde convenga mejor á mi salud. El Lunes salimos por ahora para Badajoz: espero que antes que nos vamos, si absolutamente no nos podeis ver, á lo menos me respondais, porque solo confio en vos y el emperador, y mientras tanto soy vuestro afectísimo hermano y amigo de todo corazon.

CARLOS.

Carta de la reyna Luisa al duque Berg.

Señor y amado hermano mio:

No tengo ningun amigo sino V. A. I. El rey mi amado esposo os escribe pidiendo vuestra amistad: solamente en vos y en vuestra amistad confiamos. Mi marido y yo nos unimos para pediros que nos deis la prueba mas fuerte de la amistad que nos teneis, haciendo que el emperador conozca nuestra sincera amistad, como tambien el afecto que le hemos tenido siempre, igualmente que á vos y á los franceses. El pobre principe de la Paz que se halla preso y herido por ser nuestro amigo y que os es enteramente adicto como tambien á toda la

Francia, se halla asi por esto, y por haber deseado aqui vuestras tropas é igualmente por ser nuestro único amigo. Deseaba y debia ir á ver á V. A. I. y actualmente no cesa de nombrar y desear á V. A. I. y al emperador. Consiganos V. A. I. que podamos acabar nuestros dias tranquilos, en un parage conveniente á la salud del rey, que esta delicada como la mia, con nuestro único amigo, el amigo de V. A. I. el pobre principe dẹ la Paz, para acabar nuestra vida tranquilamente. Mi hija será mi intérprete, si yo no tengo la satisfaccion de poder conocer y hablar á V. A. I. Nó podria hacer V. A. I. todos sus esfuerzos para vernos? aunque no fuese mas que un instante de noche, de dia, ó como quisiese. El ayudante comandante de V. A. I. le contará todo lo que le hemos dicho. Espero que V. A. I. nos conseguirá lo que deseamos y pedimos, y que V. A. I. perdone mis borrones y olvido de darle la Alteza, porque no se donde estoy, y crea no es por faltarle pues le aseguro de toda mi amistad.

Ruego á Dios que tenga á V. A. I. en su santa y digna guardia. Vuestra afectisima.

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LUISA.

Nota escrita de mano de la reyna Luisa, y entregada al gran duque de Berg por la reyna Maria Luisa, su hija.

Habiendo recibido ayer un papel de un mahones, que queria tener una audiencia secreta conmigo, despues que el rey mi marido se hubiese acostado, en que me daria grandes luces sobre todo lo que ocurre: el queria que yo le diese, (yo sola) seis ú ocho millones, pidiéndolos prestados á la compañia de Filipinas para hacer una contra revolucion y libertar al principe de la Paz, y contra los franceses: al punto el rey y yo le hicimos poner preso sin comunicacion, donde estará hasta que se sepa la verdad de todo. Creemos que este es un emisario de los Ingleses que queria perdernos, porque el rey y el principe de la Paz han sido y son siempre los únicos amigos de los franceses, del emperador y sobre todo del gran duque, y de ningun modo de los ingleses nuestros enemigos naturales. Creemos que seria muy necesario que el gran duque hiciese asegurar al pobre principe de la Paz, que ha sido siempre y es amigo del gran duque, de quien y del emperador esperaba todo su HISTORIA-39

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