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asilo, como habia escrito por Izquierdo tambien al gran duque y al mismo emperador; pero yo no se y aun creo que no ha sido entregada la carta y quizá ha sido devuelta. Seria preciso que sacase de las manos de sus guardias de corps y de las tropas de mi hijo al pobre principe de la Paz su amigo, por que le matarán ó envenenarán y dirán que ha muerto de sus heridas; y despues que el gran duque le tenga en seguridad (pues no lo estará jamas, si permanece alguno de estos malvados á su lado) que tome medidas un poco fuertes, porque sin esto van á aumentarse las intrigas sobre todo contra el pobre amigo del gran duque y contra mi, y el rey mi marido no está muy seguro.

Mi hijo hizo llamar al hijo de Viergol oficial de la secretaria de estado y relaciones extrangeras: mi hijo le vió en su cuarto, estando presente Infantado y todos los ministros. ¿Qué hay dé nuevo en el Sitio? ¿y el rey? ¿qué hay? El respondió la verdad: nada de nuevo: el rey sale muy poco y la reyna nada: : no ven á nadie, y hacen arreglar una habitacion por si el gran duque y el emperador vienen. Le dieron órden para volverse aqui al lado de su padre, hasta que se vaya, porque es uno que tiene el cuidado de nuestras cuentas, como tesorero. A todos los que nos siguen los llaman los desertores. Veo que traman alguna cosa fuerte contra nosotros: estamos en grande riesgo. Infantado y el ministro, (1) son muy malvados, mas todavia que los otros. Creo que estamos expuestos el rey y yo, y el pobre principe de la Paz. Creo que no quieren que veamos al gran duque ni al emperador, y que muestra vida no está enteramente segura, si el gran duque no toma algunas medidas que contengan las abominables intenciones de estos malvados, porque mi hijo se deja arrastrar voluntariamente á todo lo que es contra, ó un mal para su padre y para el principe de la Paz. Hemos tenido esta noticia despues de la partida del edecan: el cura Escoiquiz es tambien de los mas malvados.

Nota escrita ne mano de la reyna Luisa, y entregada al gran duque de Berg.

Enviamos la respuesta de mi hijo á la carta que el rey mi marido le escribió antes de ayer, y cuya copia fué remitida

(1) Caballero.

ayer al gran duque: no estamos contentos de ella, ni de su ma nera de explicarse; pero el gran duque tendrá la bondad y amistad de arreglarlo todo, y de hacer que el emperador nos salve felizmente á todos tres, al rey mi marido, al pobre principe de la Paz su amigo y á mi: que esté bien persuadido, y que lo haga conocer tambien al emperador que nuestra suerte depende de él, pues estamos en sus manos, y que si no tiene la generosidad, grandeza de alma y amistad por nosotros tres, que hemos sido siempre sus buenos y fieles aliados, amigos, y afectos, nuestra suerte será de las mas desgraciadas. Nos han dicho que mi hijo Carlos va á partir pronto y aun mañana, para ir á recibir al emperador, y que si no le encuentra irá hasta Paris: él nos lo oculta: no quieren que el rey y yo lo sepamos, lo que nos hace temer alguna mala idea; porque mi hijo Fernando no se separa un momento de sus hermanos y tio, y los corrompe absolutamente con promesas y atractivos que engañan á los jóvenes, sobre todo no teniendo experiencia; que el gran duque procure y haga que el emperador no sea engañado por falsedades aparentes, pues tienen y buscan todos los medios para hacer que parezcan verdaderas: mi hijo no es al presente afecto á los franceses, y cuando crea tener necesidad de ellos, lo aparentará: yo tiemblo si el gran duque, de quien lo esperamos todo, no hace todos sus esfuerzos para que el emperador tome nuestra causa como suya: de ningun modo dudamos que la amistad del gran duque sostendrá y salvará á su amigo, y nos le dejará cerca de nosotros acabar juntos en nuestro rincon tranquilamente nuestros dias: estamos seguros de que el gran duque tomará todos los medios y todas las medidas para que sea conducido el pobre principe de la Paz, su amigo y nuestro, á un parage cerca de Francia, donde no esté á riesgo de que le maten, y esté mas en disposicion de ser trasportado y libertado de las manos sangrientas de sus enemigos. Deseamos mucho que el gran duque envie alguna persona que pueda informar á fondo de todo al emperador, para que le hallen prevenido de las falsedades que se traman aqui dia y noche contra nosotros y el pobre principe de la Paz, cuya suerte preferimos á la nuestra misma: pero esas dos pistolas cargadas para matarle nos hacen temblar, y esta es órden dada seguramente por mi hijo, lo que hace conocer su corazon; porque yo creo que no se hace jamas un atentado semejante, aunque fuese el mayor malvado, y creed que no lo es. En fin el gran duque y el emperador son los que únicamente salvarán á él y á nosotros; porque si no se le salva y no nos le entregan pereceremos el rey mi esposo y yo: creemos si le perdonan la vida le encerrarán en una cruel prision, en donde tendrá una muerte civil; y asi por Dios que el gran duque y el empe

rador le salven enteramente y le dejen acabar sus dias con los nuestros donde quieran.

Se sabe tambien que mi hijo teme mucho al pueblo; y los guardias de corps son siempre sus consejeros y tiranos.

Nota escrita de mano de la reyna Luisa, y entregada al gran duque de Berg

:: Habiendo visto la gazeta extraordinaria (1) que habla solamente de haber hallado entre los papeles del pobre principe de la Paz la causa del Escorial, está llena de falsedades; el rey guardaba esta causa en su bufete, y se la dió al pobre principe de la Paz para que la entregase al gran duque, á fin de que la presentase al emperador de parte del rey mi marido; pero como está escrita por el ministro de guerra y justicia, (2) y firmada por mi hijo, mudarán y escribirán lo que quieran, como si fuese verdadero, y todos los que estan empleados harán cuanto les mande mi hijo y todos los demas. Si el gran duque no tiene la bondad y humanidad de hacer que el emperador mande que esta causa no se siga y prontamente, al pobre amigo del gran duque, del emperador de los franceses, del rey y mio van á hacerle cortar la cabeza en público, y despues á mi, pues asi lo dicen; y temo mucho que no den tiempo á la respuesta y resolución del emperador. Ellos prometerán pero precipitarán la ejecucion para que á la llegada de la resolucion del emperador no puedan salvarlos, estando ya decapitados. El rey mi marido y yo no podemos ver con indiferencia este horrible atentado contra su íntimo amigo y del gran duque, del emperador y de los franceses: no hay ninguna duda en esto. Las declaraciones que mi hijo hizo entonces no se dicen, y si se dicen no serán lo que fueron. Acusan á este pobre principe de la Paz de atentado contra la vida y el trono de mi hijo: esto es falso, y es todo lo contrario. No hacen mas que acriminar en todo á este inocente pobre principe de la Paz, nuestro comun y único amigo para inflamar mas al público y persuadirle que es necesario hacerle todas las infamias posibles. Despues vendrán á mi, porque querian hacerle á él primero la causa:

(1) Es la gazeta extraordinaria de 31 de Marzo, cuyo contenido se comunicó á todas las autoridades del reyno en circular de 8 de Abril. (2) Caballero.

por lo cual si el gran duque pudiese decir á mi hijo que se suspenda toda causa y papeles hasta que el emperador venga ó mande; y al mismo tiempo que el gran duque tome la persona de su pobre amigo bajo sus órdenes, separar las guardias que tiene y poner alli de las suyas ó impedir que le maten; por que esto es lo que quieren, infamándole y al rey mi marido y á mí, á quienes dicen que es necesario formarnos causa, y que se nos haga dar cuenta de todo lo que hemos hecho. Mi hijo es de muy mal corazon; su carácter es sangriento; jamas ha amado á su padre ni á mí. Sus consejeros son sanguinarios: no se complacen sino en hacer infelices, y para ellos no hay padre ni madre. Quieren hacernos todo el mal posible, pero el rey y yo tenemos mas interes en salvar la vida y el honor de su inocente amigo que la nuestra misma. Mi hijo es enemigo de los franceses, aunque diga lo contrario. Temo que haga algun atentado contra ellos. El pueblo está ganado con dinero y le inflaman contra el pobre principe de la Paz, contra el rey mi marido y contra mí, porque somos aliados de los franceses y porque les hemos hecho venir. Ellos tienen á su cabeza á mi hijo, aunque procura ganar al emperador, al gran duque y á los franceses, para dar su golpe mas seguro. Ayer noche dijimos al general que manda las tropas del gran duque que nosotros somos aliados de los franceses, y que nuestras tropas irán siempre unidas á las suyas, se entiende las que tenemos aqui, porque de las otras no podemos disponer, y aun de estas ignoramos las órdenes que mi hijo les habrá dado; pero nosotros nos pondriamos á su cabeza para que nos obedeciesen, esto es, para estar con los franceses.

Carta de la reyna de Etruria Maria Luisa, al gran duque de Berg. (En italiano).

Hermano mio y señor:

Mi madre me envia esta carta para que os la entregue y para que la conserveis: amado mio no nos abandoneis por caridad, todos esperamos en vos solo. Dadme el consuelo de ir á ver á mi madre y á mi padre; respondedme alguna cosa con

soladora y no os olvideis de una amiga que os ama de corazon, vuestra afectísima hermana y amiga.

Madrid 26 de Marzo de 1808.

P. D.

MARIA LUISA.

Estoy mala en la cama con un poco de calentura y

por esto no me vereis fuera de casa.

Carta inclusa en la precedente.

Mi querida hija:

Dí al gran duque de Berg la situacion del rey mi marido, la mia y la del pobre principe de la Paz.

Mi hijo Fernando estaba al frente de la conjuracion, las tropas estaban ganadas por él, hizo sacar una luz de su cuarto á una de sus ventanas, señal que hizo comenzar la explosion. En este mismo instante los guardias y personas que estaban al frente de esta revolucion hicieron tirar dos fusilazos que acusaron haber sido tirados (lo que no es cierto) por la guardia del principe de la Paz. En el mismo instante los guardias y la infanteria española y walona se hallaron sobre las armas y aqui, sin ninguna órden de sus primeros jefes: los mismos guardias llamaban á todo el pueblo y le llevaban á donde querian. Mi hijo á quien el rey y yo llamamos para decirle que el rey su padre se hallaba incomodado de sus dolores y no podia asomarse á la ventana y que él lo hiciese en su nombre para tranquilizar al pueblo, me respondió con mucha firmeza que no lo haria porque en el momento que se presentase comenzaria el fuego, y no quiso asomarse. A la mañana siguiente le preguntamos si podria hacer cesar el tumulto y tranquilizarlos: nos dijo que lo haria al momento, que enviaria á buscar á los segundos jefes de los guardias de corps, guardias españolas y walonas, y que enviaria igualmente á alguno de sus criados para decir al pueblo y á las tropas que estuviesen tranquilos, que enviaria tambien á Madrid para que las personas llamadas para venir á aumentar esta revolucion, como ya habian venido muchas, no viniesen y que las haria volver. Cuando habia dado sus órdenes, en el mismo momento se descubrió al pobre prin

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