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RELACION DEL EXCMO. SEÑOR VIREY DEL PERÚ D. JOSÉ ABASCAL Y SOUSA, TENIENTE GENERAL DE LOS REALES EJÉRCITOS, MARQUÉS DE LA CONCORDIA ESPAÑOLA, CABALLERO GRAN CRUZ DE CARLOS III, GRAN CRUZ AMERICANA DE IsaBEL LA CATÓLICA, Y DE LA MILITAR DE SANTIAGO, PRESENTADA Á SU SUCESOR EL EXCMO. SEÑOR D. JOAQUIN DE LA PEZUELA.—AÑO DE 1816.

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INTRODUCCION.

Jamás tuvo la obra que presento por objeto hacer ostentacion de un lenguaje elevado y correcto que no poseo, ni mucho menos exajerar el estado en que encontré este Gobierno y los diversos acaecimientos de este tiempo, para que así resalte mas el mérito que he contraido en sostenerlo y adelantarlo: pues en uno y otro, nada creo haber hecho que no sea propio de las extensas obligaciones en que me costituí aceptando la pesada carga del mando superior de un reyno tan dilatado. Al principio la idea fué solo reducida á formar unos sencillos extractos de las providencias que he expedido con motivo de los alborotos en las provincias vecinas á este virey nato, ajustados á los numerosos y muy abultados expedientes, que con este motivo se han seguido, y existen en la secretaría pero con tal exactitud que acaso en lo que consiste el verdadero y único mérito de esta pieza. Despues fué preciso que les precediera la noticia mas imparcial del fundamento de estas alteraciones, como conducente para el juicio recto y fundado que debe formarse de la justicia de los procedimientos de este Gobierno en materia tan delicada.

Se ha escrito, se ha dicho tanto sobre estos particulares, que mi delicado pundonor se ha visto necesitado, á dar una relacion tan menuda como fastidiosa de los acaecimientos y mis

disposiciones para que por ella y por los documentos á que sə refiere. pueda juzgarse con la propia inparcialidad con que se han expuesto. Los que hayan de leer estos estractos hallarán en cado paso un monumento de la pacîfica conducta del Virey, de los mas sanos consejos y de los covencimientos mas claros de la imposibilidad de realizar sus ideas, al propio tiempo que tendrán que admirar la obstinacion de los conmovidos, su solidez, y la mas atrevida arrogancia y desenfreno; motivos todos que unidos al desprecio de las leyes, que tienen por objeto la salud de los pueblos, han hecho indispensable recurir á la fuerza y el uso de las armas inescusable. Por último, se hace mencion de las mas notables ocurrencias; viniendo á componer el todo la relacion de mi gobierno, con algunas advertencias que podrán ser en adelante útiles á la conservacion de estos dominios, y al bien y prosperidad general de la patria.

Si las tristísimas circunstancias de la América del Sur, atacadas unas veces por enemigos exteriores, y conmovidas otras interiormente en varios puntos, han presentado un campo inmenso al Virey del Perú para práticar grandes servicios, auxiliando los unos, sujetando los otros, y manteniendo por último su territorio en la tranquilidad asombrosa, que todo el mundo vé con admiracion; debe reputarse esta ocasion por la mas desgraciada para estos paises, por lo que han tenido que sufrir, y aun para el mimso gobernador, que pudiendo emplear sus miras, su poder y sus talentos en realizar ideas beneficiosas, ha tenido que convertir sus esfuerzos en los de severidad y castigo, no solo para refrenar el orgullo de los que han sublevado los pueblos, sino para libertar á estos mismos de la tiránica opresion, de los que bajo las mas engañosas apariencias, les propinaban el veneno mortal de su esclavitud en la copa de oro de una imaginada emancipacion.

Es evidente que para consegirla han empleado los sofismas mas ridículos, atribuyendo los vicios de los gobernantes del antiguo regimen, á defectos de la Constitucion de nuestro Gobierno; invectivas atroces, las mas groseras imputaciones á los gobernadores. y cuanto puede sujerir á la imaginacion mas exaltada, los engaños de la arteria, otro tauto se ha puesto en planta en perjuicio de la interesante union de esta con España Europea. El congreso de sábios á quien fue confiada la formacion del nuevo código constitucional cree y confiesa que habiendo aumentado á la antigua solo travas á la arbitrariedad, nada tuvieron que reformar á los fundamentos de esta, dejando perfectamente arreglado el cuerpo política de una moderada monarquia. Por consiguiente los que no la adoptan; no la admiten, no la iuran, ni la obedecen. no han

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são impendos por la comun, sino por la particular convenrencia y no la buena fé, sino el reprobado egoismo es el que ha dirijido sus acciones, apartándose del comun sentir de los pueblos.

Aun pudiera decirse mas; pero esto sobra, para convencer, que la guerra de América ha sido movida por el interés individual, aumentada despues por los incautos acostumbrados á ver las cosas por la superficie, por los indigentes que toman el partido de la guerra como un medio de adquirir la` subsistencia; y finalmente por la muchedumbre ciega siempre y fácil de llevar al precipicio.

La ribalidad entre los hombres tan antigua como el mundo, pasó á hacerse comun á las familias, y despues de pueblo á pueblo, de provincia á provincia y de nacion á nacion, desde que propagándose el género humano se fueron constituyendo separadamente en distintas sociedades, por lo pue se contrarian al parecer entre sí sus intereses, por los celos ó por la emulacion de los unos con los otros. Bien sea, pues, por estos principios ó por el de la memoria del odioso sistema colonial porque han sido regidos, ó por los vicios de la administracion de nuestro antiguo régime; la rivalidad entre los españoles de este pais y los peninsulares, es tan cierta como inveterada y en proporcion á la que se observa entre las demas provincias de la monarquía tan grande como la distancia que los separa. Esta ha sido la piedra de escándalo, sobre la cual sé han echado los cimientos á la cruel revolución que devora los pueblos de la América, y la que conviene destruir, para que no se repitan atentados, que ó sostenidos con mas calor ó auxiliados por los émulos de las glorias de la Nacion Española, pueda llega alguna vez á tener efecto la desunion de una sola familia. Conocido el principio parece que no será difícil armar con los medios que han de remediar el mal pero sobre todos ellos entiendo yo,que ninguno es tan urgente, ni puede ser mas eficaz que el de dar ocupacion entre otros que no la tienen, á la clase mas menesterosa, cual es la de los mestizos que escluida de los empleos por la ley sin el beneficio de tierras que han disfrutado los originarios, sin arbitrio de que los han privado, el abatimiento del precio de sus tejidos por el contrabando; cuando no sea la insurreccion el delito á que han de acogerse para vivir, serán otros sus crímenes perjudiciales á la sociedad y al órden que en ella se requiere. Este es en mi entender el objeto que debe ocupar la séria atencion del Gobierno, removiendo los obstáculos que se opusieren á tan interesante fin, y aun facilitando los medios de que el patrimonio de los pobres, que son sus brazos, se empleen con utilidad comun. Aunque indirectamente estas han sido las miras y principal atencion de mi Gobierno, allanándoles la senda de su felicidad y protegiendo

los demas ramos de necesaria aplicacion al trabajo de los naturales.

Como el objeto principal de la ley que impone á los Vireyes la obligacion de extender las relaciones de su Gobierno, no sea el de saber la historia de sus hechos particulares, sino instruirse de las observaciones que sobre el reino hubiesen hecho en cada ranio, para dejar trazado en ellas el sendero por el cual deban encaminarse las providencias sucesivas para su mayor prosperidad; he juzgado oportuno, apartándome del método comunmente observado por mis predecesores en las suyas, abrazar todos los estremos conducentes á aquel propósito con la mayor claridad y concision posibles, sin dejar de estenderme en otros, segun la entidad y las circunstancias con que se han presentado para dar lugar al cierto de las conjeturas.

Apesar de esta consideracion que no me ha desamparado en ei acto de formarla, no dudo haber incurrido en algunas faltas; pero tambien debo contar con la indulgencia que merece la obra, por el buen celo que me ha determinado á emprenderla y porque escrita en el mismo tiempo, en que han incurrido las mas graves y extraordinarias novedades de la América desde su descubrimiento, hacen disimulable la nota de difuso ó de menos expresivo en algunos artículos de los que comprende.

Mi entrada en esta capital se verificó el 26 de Julio de 1806, despues de un viaje de 1,300 leguas por tierra, desde la villa de la Laguna en el Brasil, cuya circunstancia me dió á conocer con anticipacion una parte muy considerable del territorio que venia á mandar, su local situacion, el carácter y costumbres de sus naturales, y finalmente me hizo capaz de sus mas precisas y urgentes necesidades para poder hablar de todo, y de una manera que no es fácil ejecutarlo, cuando se procede por relaciones.

A nada deberé atribuir mejor el éxito de mis deliberaciones en el cúmulo de tantas y tan nuevas ocurrencias, como á este feliz accidente; porque advertido de la comun índole de sus moradores, dóciles y obedientes, ha contribuido su conocimiento á que mi Gobierno sea tan suave y benigno, como el que requieren unas almas dotadas de este temple. Alguna vez, sin embargo, conviene manifestar al que manda, que no carece de energía para contener el desórden y mantener el sosiego, que no ha dejado de sentir amagos de turbacion por la conducta de los forasteros fáciles y dispuestos á conmoverse. Con todo, mi natural propension à decidir sin estrépito ni violencia en los casos en que puede obrarse en favor de la tranquilidad sin hacer uso de remedios cáusticos, me ha obligado á elegir con preferencia el camino de la blandura, como se verá en el progreso de esta exposicion.

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