Viendo que el vicio discurre por todas partes con la frente erguida, que la discordia sacude su ominosa tea, Olmedo siente oprimido el corazón por tan odioso espectáculo; pero no muestra en absoluto el deseo que le suponen de que vuelva á la nada el niño que empieza á vivir; antes bien codicia para él más felicidad y tiempos mejores, apostrofándole de esta suerte: "¡Oh si te fuera dado al seno oscuro, De la nada tornar!... y de este hermoso No volver á la luz, sino allá cuando La dulce patria su radiosa frente!>> Entre estos conceptos y la afirmación de los censores descontentadizos, encuentro gran diferencia. Pero oigamos de nuevo á Olmedo: "Traed, cielos, en ala presurosa De la más bella y más feliz pastora; De una bestia feroz ve su hermosura!»> Conociendo los deberes que impone á su amigo el verse alzado á la dignidad paterna, el vate procura esforzar su ánimo para que se contraponga con pecho fuerte á la avenida del mal y dirija al bien la índole de su hijo: Aprenda de tu ejemplo Prudencia, no doblez; valor, no audacia; Moderación en próspera fortuna; Constante dignidad en la desgracia; Porque cuando en el monte se embravece Mas al humilde suelo nunca inclina No añadiré nuevos ejemplos. Los citados bastan para acreditar mi opinión y demostrar que tan inspirada y bien sentida poesía compite con las mejores castellanas en nitidez y tersura. Tales prendas adornan también la versión, á veces algo parafrástica, de las tres primeras epístolas del Ensayo sobre el hombre. La índole de ese poema y de la interpretación de Olmedo, consideradas la gran popularidad que obtuvo la obra de Pope durante el siglo pasado y las diversas traducciones en prosa y verso que se hicieron de ella, tanto al latín y al alemán, como al italiano y al francés, me llevarían naturalmente á detenerme en consideraciones sobre uno y otras, si no me arredrase el temor de hacer interminable este escrito. Limitaréme, pues, á reproducir algunos versos de la epístola primera y á poner al pié los correspondientes ingleses, á fin de facilitar el medio de confrontarlos, y de que los lectores formen idea de la pericia de Olmedo como traductor. Helos aquí: "Del libro del destino nadie puede Lamer la dura mano que le hiere? ¡Oh feliz ceguedad de lo futuro! (1).» Este último rasgo está, en mi concepto, expresado más felizmente en la traducción que en el poema original. He llegado al término que me propuse, aunque con menos acierto de lo que hubiera sido de apetecer. ¡Ojalá sirva este imperfecto bosquejo para demostrar á nuestros hermanos de América el sincero afecto que nos inspiran, y la profunda estimación que les profesamos! La gloria de Olmedo no es solamente americana: es gloria que nos gozamos en aplaudir todos los hijos de la gran patria literaria española. FIN. (1) "Heav'n from all creatures hides the book of Fate, Or who could suffer Being here below? The lamb thy riot dooms to bleed to-day, Had he thy Reason, would he skip and play? e Pleas'd to thy last, he crops the flow'r y food, And licks the hand just vais'd to shed his blood. r |