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armados desembarcan y toman posesion de la isla por la corona de Castilla, dándole el nombre de San Salvador. Despues de esto y de haber reconocido al general por almirante y virei de aquellas regiones, forman los españoles de toscos maderos una cruz, y con gran regocijo colocan en lugar prominente el humilde y pacífico emblema de la cristiandad.

CAPÍTULO II.

Reconoce Colon varias islas y les impone nombre. Resuelve formar en la de Haití una colonia que llamó de la Navidad, y deja en ella cuarenta y tres españoles. - Vuelve despues á Europa. - Cómo eran las gentes y cosas de los paises descubiertos. - Primer combate de los naturales con los españoles. Llega Colon á las Azores, luego á Portugal, seguidamente á España. - Recibimiento que le hacen el pueblo y los reyes. Prepárase á una nueva espedicion que sale de Cádiz para la Navidad el 25 de setiembre de 1495.- Llega felizmente à la isla de Haití, por otro nombre la Española, el 29 de noviembre.

La isla descubierta por Colon se llamaba Guanahaní en la lengua de los naturales, y es hoi la gran San Salvador del grupo de las Lucayas. Tambien son de él otras tres que nombró la Concepcion, la Isabela y la Fernandina, sin hacer cuenta de muchas que, siendo de poca importancia, no se esploraron entónces por los descubridores. Sucesivamente reconocieron y visitaron estos la de Cuba, mui ponderada de grande y opulenta por los indígenas, y la de Haití, que llamó el almirante la Española, mayor aun que la anterior, llena de poblacion, rica en oro, y de tierra escelente por su fertilidad y suave temperatura. En ella habia una comarca cuyo jefe, ó cacique, en el idioma de los índigenas, se hizo mui amigo y admirador de los españoles; llamábanle Guacanagarí. Invitados por él, fueron á visitarle, siendo tal el recibimiento y trato que obtuvieron de los habitantes, que entre fiestas y regocijos pasaron allí muchos dias, prendados de la candidez, afecto y hospitalidad de las gentes, y de la bondad y belleza de la tierra. Y tanto por esto como porque adquirieron fácilmente mucho oro, á trueque de sonajas, avalorios y cascabeles, á que se mostraban mui aficionados aquellos hombres singulares, resolvió Colon formar en aquel sitio una colonia, dejando en ella de primeros pobladores cuarenta y tres españoles que escogió entre los muchos que se ofrecieron y aun rogaron por quedarse. Estaba situada la poblacion en el desembocadero del rio Guárico, cerca de un cabo que entonces se llamó Punta-Santa. Mandó, pues, Colon que se construyese en el puerto un pequeño fuerte de madera, con foso en derredor, para atender á la seguridad del nuevo establecimiento; en el cual trabajaron los

HIST. ANT.

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españoles con tanto ahinco, y fueron tantos los indígenas que por mandado del cacique, pusieron mano á la obra, que de allí á pocos dias estuvo concluida. Esta fortaleza, primera señal de dominio, fué llamada por los descubridores, de la Navidad : al puerto y á la corte misma de Guacanagarí se les impuso tambien aquel nombre estranjero.

Bien quisiera Colon detenerse algun tiempo en aquel pais hospitalario, tanto para seguir reconociendo las costas de la Española y otras islas, cuanto por las sospechas de haber allí especerías y otros preciosos frutos de la India oriental, y tenerse muchos indicios de ricas minas de oro. Dispuso, sin embargo, su pronta vuelta á Europa, forzado á ello por mui fuertes razones, siendo la principal el hallarse con un solo bajel en lugar de los tres que habia llevado de España; porque la nao mayor que montaba dió al traves en un bajío cercano á la Navidad, cuando fueron á visitar por la primera vez al cacique, y Martin Alonso Pinzon, llevándose la carabela que mandaba, desertó en Cuba con intento de buscar por sí el pais del oro. Aparejado, pues, á la partida, dió las instrucciones convenientes para el buen gobierno de la colonia y se hizo á la vela el 4 de enero de 1493, dejando en paz y contentos, tanto á los colonos, como á los naturales de aquella hermosa tierra.

Estrañas ideas y proyectos revolvia Colon en su mente al separarse de la Española, porque ni la posicion, ni otras circunstancias de las tierras descubiertas, le habian desengañado de sus errores geográficos. Por el contrario, figuróse haber hallado el Archipiélago asiático, sospechó si seria Cuba la famosa Cipango oriental, tierra de que contaba Marco Polo grandes maravillas, y conforme á sus preocupaciones llamó Alpha et Omega, la estremidad oriental de la isla, para significar el término del continente asiático por el rumbo del este; si bien vaciló despues en esta opinion, porque los isleños indicaban que Cuba era una grande isla, cerca de la cual habia una tierra mui abundante en oro. Sin embargo de esto, no cesó de considerarse en los últimos confines de la India.

Y con todo, ninguna muestra de opulencia y civilizacion se habia observado todavía en las cosas, ni en los hombres de los parajes visitados. Diferian los indígenas de todas las razas del linaje humano, conocidas hasta entónces. No tenian el color blanco y rosado de los europeos, sino uno aceitunado y uniforme. El vello, signo de la fuerza del hombre del antiguo mundo, no cubria, por lo

comun, parte alguna de su cuerpo. Sus cabellos, negros y lisos, caian sin arte sobre sus espaldas, ó los tenian cortados sobre las orejas, ó atados al rededor de la cabeza. Los hombres iban enteramente desnudos, pintados de diferentes colores lo mismo las mujeres, si bien algunas llevaban una red ó faldeta de algodon tejido. En muchas partes de la Española usábanlas generalmente las casadas y de mayor edad, yendo desnudas las mozas solteras.

Tales gentes no podian tener, ni tenian en efecto ninguna de las artes que la comodidad y el lujo han hecho tan necesarias en los países civilizados y cultos. Desde tiempos inmemoriales eran afamados los indios por su industria y destreza en las artes mecánicas, habiéndolas llevado á un punto de perfeccion que desesperaron mucho tiempo de alcanzar las naciones mas industriosas de la Europa. Conocidos eran sus variados lienzos de algodon, sus famosas sederías brocadas de oro y plata, sus chales de Cachemira, sus obras de filigrana, sus tapizes. Ni vestigios de semejantes cosas aparecieron en lo descubierto. Los indígenas ignoraban el uso del hierro, no tenian talleres, ni máquinas, ni instrumentos propios para la fabricacion de tejidos; entre ellos las artes mas necesarias á la vida, y aun las mas groseras, ó no existian, ó estaban en su cuna. Ya se ha visto cuáles eran sus vestidos. Sus habitaciones consistian en barracas armadas como las viviendas rústicas en algunas provincias de los reinos de España; y estas eran las mejores. Otras estaban construidas con varales hincados en el suelo y unidos por arriba á semejanza de pavellones ó conos. Tanto las primeras como las segundas cubiertas de hojas de palma y sin adorno alguno por lo comun, si no es algunos caracoles, y las camas colgadizas que llamaban hamacas, las cuales no eran otra cosa que una red de cuerdas de algodon, suspendida por los estremos á dos postes. Sin el conocimiento del hierro y sin el uso de animales domésticos para las labores, claro está que su agricultura debia ser imperfectísima. Y así era la verdad, pues se hallaba reducida al cultivo de algunas raizes comestibles y al del algodon, que hallaron los españoles en bastante cantidad y en diferentes estados, desde la siembra, siembra, hasta las redes y groseros tejidos que con él hacian. En Cuba halló Colon establecido el uso del tabaco que tanto se ha estendido en el antiguo hemisferio; y és de notar, que los descubridores no hicieron entónces ningun caso de la célebre planta, cuyo monopolio les dió mas tarde considerables riquezas.

Tambien se daban los isleños á la pesca, y la hacian con redes, anzuelos de hueso, arpones y otros instrumentos. Usaban como únicas armas unas varas á manera de lanzas pequeñas, y de dardos ó azagayas con puntas endurecidas á la lumbre, y en ellas cierto hueso agudo. Con el ausilio del fuego y por medio de piedras durísimas labraban la madera para formar sus armas, sus instrumentos de pesca y algunos muebles de casa, hechos con bastante primor. Del mismo artificio se valian para escavar el cedro y otras preciosas maderas con que hacian canoas ó barcas de un solo tronco, algunas de ellas capazes de cuarenta y cinco hombres. Una se vió en Cuba del largo de noventa y cinco palmos, con suficiente espacio para ciento y cincuenta. Gobernában las con canaletes semejantes á las palas de horno, haciéndolas caminar con increible celeridad y burlando sin ninguna vela, la, braveza de las olas. Echábanse á nadar si por ventura se les trastornaban, y volviéndolas, vaciaban el agua y seguian de nuevo su camino.

No una sola nacion, sino muchas, moraban en las tierras descubiertas, todas del mismo orígen y, á lo que pudo observarse, con iguales usos y costumbres : distintas por las lenguas. Eran pueblos sedentarios que vivian en sociedad bajo la autoridad despótica de los caciques, ó señores de vasallos, formando poblaciones mas ó ménos considerables.

Habiendo sido corto el tiempo que residió entre ellos Colon en este primer viaje, no pudo estudiar sus costumbres, creencias é instituciones; y así es que nada enseñó entónces á la Europa acerca del carácter de aquellas sociedades. Mui poco de la índole y espíritu de sus individuos; si bien en su estilo natural y enérgico pintó con verdad muchos rasgos propios para hacer formar idea de uno y otro. En aquellos países la asociacion política no destruia enteramente la igualdad que existia entre los hombres, ni habia otros vínculos que aquella subordinacion puramente militar que une á los guerreros con sus caudillos. Ni se fundaba en reglas ó convenciones, sino que, hija de la necesidad, no imponia mas obligaciones al uno que la de conducir al combate, á los otros la de obedecer para mejor combatir. La igualdad y libertad absolutas hacen inútiles tanto las instituciones políticas como las civiles; y cuando los pueblos que gozan el triste privilegio de poseerlas, no reconocen por otra parte ningun principio religioso que los una por medio de un pensamiento ó de una creencia comun, es claro que la

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