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fluencia y direccion de los encomenderos á los indios, congregándolos en pueblos, y sometiéndolos con mansedumbre al órden civil y religioso.

Considerando luego que desde las ciudades del Tocuyo y de Barquisimeto, guiando al sur hasta los lindes de su provincia con las del Nuevo reino de Granada, habia gran trecho sin establecimiento alguno que asegurase la posesion de aquel partido, dió órden á Juan Fernández de Leon para que entrase por las llanuras que demoran á la falda oriental de la cordillera, y fundase una ciudad en sitio conveniente. Este es el origen de Guanare, levantada por Leon el año de 1595, á orillas del rio del mismo nombre, bajo la advocacion del Espíritu Santo.

Verdad es que á estas justificadas providencias añadió Osorio una que no lo era tanto, cual fué la de obtener en 1594 que el rei declarase venales y perpetuos los regimientos de cabildo, privando á esta institucion municipal de su forma verdadera, es á saber, electiva, como esencialmente popular; medida en que no deben sin embargo culparse las intenciones del gobernador, sino las escasas é imperfectas ideas de su tiempo en punto á la ciencia política y administrativa.

Despues de estos arreglos salió Osorio á visitar la provincia, y habiendo hecho alguna mansion en Maracaibo, se hallaba ya de regreso en Trujillo, cuando recibió la noticia de que Caracas habia sido saqueada por el corsario ingles Dracke. Este hombre, tan célebre en el orbe por sus largas y arriesgadas navegaciones, como temido en América por sus hostilidades y rapiñas, era uno de tantos aventureros como asolaban los establecimientos españoles en las Indias occidentales, fiándose en el descuido y abandono en que yacian. Recaló á principios de junio del año 1595 media legua á barlovento de la Guaira, y echando en tierra quinientos hombres de su armada, ocupó sin dificultad la marina, que los indios al verle abandonaron sin oponer ninguna resistencia. Noticiosos de ello los alcaldes Garci-González y Francisco Rebolledo, recogieron todos los hombres de armas que habia en la ciudad, y marcharon al encuentro de Dracke por el camino real que va de la ciudad al puerto, dejando ocupados los pasos estrechos de la serranía y prevenidas emboscadas donde lo permitia el tupido arbolado de la montaña y los vericuetos del terreno. Prevenciones acertadas que inutilizó el corsario, pues habiendo hallado en la poblacion de

Guaicamacuto á un español, de nombre Villalpando, le obligó con amenazas á que le sirviese de guia, y conducido en efecto por una trocha oculta, entró en Carácas sin encontrar tropiezo. Cuéntase que un vecino anciano llamado Alonso Andrea de Ledesma, montó á caballo, armado de lanza y adarga, y se fué solo al encuentro de los enemigos que Dracke, prendado de su denuedo, dió órden para que no se le matase, la cual no cumplieron sus soldados, porque Ledesma, resuelto sin duda á morir, puso piernas al caballo para abrirse camino entre las filas; de que recibieron todos despues tanto sentimiento, que llevaron en pompa su cadáver á la ciudad, y le dieron sepultura con grandes muestras de honor y de respeto. Esto sucedia poco despues que Dracke habia hecho colgar de un árbol á Villalpando, para castigarle de su traicion ó de su miedo. No hai motivo alguno para poner en duda estos hechos referidos gravemente por Oviedo, atento á que nada tienen de inverosímiles por sí mismos, y son ademas mui propios del espíritu de aquel tiempo, y de la índole caballeresca de aquel marino afortunado y valeroso.

Mui ajenos se hallaban los alcaldes de creer á Dracke por su espalda, cuando esperaban verle llegar de frente, siguiendo el camino real de la montaña. Pero no bien tuvieron la nueva del caso, bajaron al valle, determinados á desalojar de la ciudad al enemigo á costa de cualesquiera sacrificios. Dracke para un caso de esta naturaleza se habia fortalecido en la iglesia parroquial y casas de cabildo de tal manera, que los alcaldes, conociendo ser imposible rendirle allí, dividieron la gente en emboscadas, para impedir que los ingleses saliesen de sus trincheras á robar los cortijos y estancias del contorno. Aseguradas con esta diligencia las familias y caudales que estaban en el campo retirados, y siendo segura la muerte ó daño de los soldados que se atrevian á poner un pié fuera del recinto de la ciudad, se vió Dracke constreñido á abandonarla al cabo de ocho dias, retirándose ordenadamente á sus bajeles. Dejo derribadas varias casas, puesto fuego á las demas, saqueado todo, queriendo su ventura que los españoles, por la pequeñez de sus fuerzas, no pudiesen hacerle ningun mal en su repliegue.

El año siguiente 1596 murió en el mar este célebre marino ingles, terror de los establecimientos hispano-americanos. Desde el momento en que la reina Isabel de Inglaterra tomó la defensa de

las provincias unidas de Holanda contra Felipe II, resolvió llevar la guerra á las mas distantes posesiones ultramarinas de España, y para ello puso los ojos en Francisco Dracke, que ya las habia hostilizado con buen éxito y grandísimas ventajas en otras ocasiones. Dracke, en efecto, ocupó el año de 1585 algunas plazas en las islas Canarias y las de Cabo Verde, saqueó á Santo Domingo y Cartajena, destruyó en las costas de la Florida las ciudades de San Antonio y de Santa Helena, volviendo á su patria cargado de un inmenso botin que hizo nacer entre sus compatriotas la aficion á los viajes y espediciones marítimas. Estos estragos fueron el orígen de la famosa armada de ciento y treinta naves con ocho mil marineros y veinte mil soldados de desembarco, que llamó invencible antes de combatir la necia adulacion de los cortesanos de Felipe. Fué Dracke uno de los marinos ingleses que mas se distinguieron á las órdenes del almirante Howard, en la destruccion de aquel armamento formidable; y en la ocasion presente no limitó sus devastaciones á Carácas, sino que tambien saqueó á Santa Marta, Rio-Hacha, Puerto-Belo y varios otros puntos del nuevo continente.

El gobernador volvió á Carácas á principios del año 1596, á ver, sin poder remediarlas, aquellas lástimas, tanto mas sensibles, cuanto que apénas convalecia la provincia del hambre ocasionada en 1594 por una plaga estraordinaria de gusanos, que destruyó sus sementeras : sucediendo, para colmo de infortunios, que cuando llegó á la ciudad encontró recien llegado de España otro juez pesquisidor, encargado de averiguar fraudes cometidos en rescates y arribadas de navíos sin registro; lo cual produjo, como era natural, las inquietudes y alteraciones consiguientes á las pesquisas judiciales, sin meter en cuenta el azote de condenaciones, salarios y percances del oficio. Este juez, llamado Pedro de Liaño, no fué sin embargo tan perjudicial como Leguisamon; si bien, fenecida su dependencia, volvió á España razonablemente pertrechado de costas procesales.

En este estado se hallaban las cosas de la provincia, cuando en 1597, con gran sentimiento de toda ella, fué promovido Don Diego de Osorio á la presidencia de Santo Domingo. Entró á sucederle Gonzalo Piña Lidueña, que vivia retirado en Mérida despues de haber poblado la ciudad de Gibraltar, á orillas del lago de Maracaibo; pero este escelente hombre, habiendo gobernado en paz y

mui bien quisto por espacio de tres años, murió en el de 1600, dejando repartida la autoridad entre los cabildos de las ciudades, cada uno en su distrito, hasta la llegada de Alonso Arias Baca, enviado por la audiencia ese mismo año por gobernador interino de Venezuela.

CAPÍTULO XIV.

Estado de la conquista en la provincia propiamente llamada de Venezuela. -En la de Barcelona.- En la de Guayana.- Misioneros. - Don Antonio

Berrio. ellas. zuela.

- Sir Walter Raleigh. Fin de la conquista.

Trabajos de las misiones.- Juicio sobre Límites de la capitanía general de Vene

Con escepcion de la guerra que, como ya hemos dicho, se hizo en 1628 á los indios jiraharas hasta su total esterminio, puede decirse que la conquista de lo que entonces se llamaba propiamente provincia de Venezuela, estaba concluida.

Hasta aquí se ha empleado en la colonizacion la fuerza material con todas sus injusticias y violencias. Uno que otro hombre filantrópico, interponiéndose entre la espada del vencedor y el pecho del vencido queriendo reemplazar las encomiendas por un sistema mas sabio de civilizacion : dando reglas para ordenar el caos de aquella imperfecta república, donde imperaba sin superior la soldadesca; esto hemos visto. Pero en verdad con menos frecuencia que la tierra dividida sin proporcion entre un reducido número de individuos improductiva en manos de señores y de esclavos ignorantes; estos indolentes, aquellos holgazanes y viciosos; el indio empeorado de condicion, el español sin mejorar la suya.

A todo esto procuró el gobierno aplicar conveniente remedio, con mas ó ménos buen éxito, segun lo diremos adelante. Ahora en pocas palabras vamos á referir la marcha que siguió la reduccion de los indígenas en varias comarcas no comprendidas antiguamente entre los límites de Venezuela, pero que hoi forman parte de su vasto territorio y tambien como la conquista, cambiando en ellas de instrumentos, dejó de ser empresa de soldados, para convertirse en diligencia de misioneros.

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Recordaremos que Cristóbal Cóbos hizo en 1585 una entrada feliz en las tierras de los cumanagotos, y que de acuerdo con Rodrigo Núñez Lobo, las separó despues de la gobernacion de Venezuela, agregándolas á la jurisdiccion de Cumaná. Pues sucedió que el mismo año presentó sus despachos Don Francisco Vídes, goberna

HIST. ANT.

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