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la virtud la mujer, amiga y compañera del hombre, dobla su existencia, es orígen, ocasion é instrumento de los mas dulces placeres de la naturaleza, y consuelo en las adversidades. En la carrera del vicio la mujer, cambiada y pervertida su influencia, emponzoña la fuente de la vida, hace estéril la del hombre, y le incita al delito con la misma fuerza que le hubiera estimulado á la virtud; ángel glorioso ó caido, su destino es amarnos y vencernos para nuestro bien ó nuestro mal, desde la cuna al sepulcro.

Júzguese pues con cuánto esmero y diligencia no deberá promoverse la cultura moral é intelectual del ser que colocó á nuestro lado la Providencia para que fuese norte y guia de nuestra vida sobre la tierra. Pero desgraciadamente en América este ramo esencialísimo de prosperidad estaba mas desatendido que ningun otro. La educacion de las mujeres, reducida á la enseñanza de algunas artes y labores femeniles, habia olvidado las que cultivan y perfeccionan el ingenio, y aquella instruccion mas importante todavía que formando y dirigiendo las inclinaciones y costumbres, las prepara para llenar dignamente en la sociedad las funciones augustas á que ha sido destinada por el cielo. El manejo de la aguja, el gusto por el adorno, los innumerables y pueriles artificios de una coquetería tan perjudicial como insulsa, rara vez la música, el dibujo ó el baile, casi nunca la escritura, por temor de correspondencias peligrosas en punto á religion una cadena de prácticas y menudencias fáciles, poco diguas de la majestad divina; y finalmente el hábito de una bachillería ociosa y desenvuelta, manantial de escándalos y chismes; hé aquí lo que de un estremo al otro de las colonias españolas se enseñaba á las mujeres para disponerlas al difícil ministerio de madres y de esposas. « Viciada así la fuente que hu«biera debido dar ciudadanos útiles á la patria, no se encontraba « por todas partes en América mas que disipacion, falta de cos« tumbres, inaccion perezosa, galantería; y el estranjero instruido « y sensible, al mismo tiempo que hacia justicia al talento natural « y al carácter ameno, franco y hospitalario del hombre americano, « se afligia al ver su mísera condicion social efecto todo de los principios de política que desde el siglo XVI habian gobernado « aquellas regiones (72). »

Lástima era en efecto que tan viciado sistema anulase la capazidad y buena disposicion de los hijos del pais, cuando por efecto de una y otra hubieran podido cultivar con mui buen éxito las artes y las

ciencias. La facilidad con que aprendian lo poco que se les enseñaba en las escuelas : el ansia con que se dedicaban á la lectura de los libros estranjeros que podian conseguir á pesar de las prohibiciones; y la viva curiosidad con que inquirian de los viajeros estranjeros el estado de la civilizacion europea, prueban á un tiempo su perspicazia y el deseo ardiente de instruccion, que es síntoma infalible de un ingenio claro. Felizmente la opresion no pudo, como no podrá jamas, contrariar perpetuamente el órden de los sucesos ni la marcha de la naturaleza; y por mas que quiso mantener en América una crasa ignorancia, abrió por sí misma las puertas al saber y á la libertad de las colonias.

Seamos justos diciendo que Cárlos III no olvidó enteramente á sus vasallos de ultramar en las reformas utilísimas que hizo en los estudios españoles; pero los acontecimientos que mas contribuyeron á la ilustracion de aquellos fueron sus guerras y las de su débil sucesor; las cuales haciendo necesaria y frecuente la comunicacion con los estranjeros, introdujeron en América libros, ideas y conocimientos nuevos. Una y otra causa reunidas alteraron sensiblemente el método anterior; y lo que es mas, formaron prontamente y por do quiera una porcion de hombres sabios y generosos que dirigieron por mejor camino la educacion del Nuevo-Mundo. Estableciéronse periódicos en que por la primera vez se comunicaron al pueblo útiles nociones de ciencias y artes, mejorando así el uso de la imprenta, dedicada esclusivamente hasta entónces á la publicacion de libros místicos y de almanaques zurcidos de patrañas.

Grande esfuerzo de liberalidad era por parte de los monarcas españoles la sola introduccion en América del arte tipográfico; arte que segun la bellísima espresion de un elegante escritor venezolano « es el cetro de los tiempos modernos, y el que derramando á tor<<< rentes la luz sobre el universo, lleva la esperanza al esclavo, que<< branta sus cadenas y trae los gobiernos á presencia de las na« ciones» (75). Pero aun se hizo mas. Plantearonse en algunos lugares sociedades patrióticas á semejanza de las de España: en Méjico se estableció un jardin botánico, una academia de nobles artes y una escuela de minería en donde se hacia un estudio sólido de las matemáticas en Bogotá se fundó un observatorio astronómico, único en la América hispana : en Guatemala se abrieron escuelas de dibujo, y se adoptaron nuevos cursos de filosofía en la universidad en Quito se introdujeron reformas esenciales en el

plan de estudios en Lima desde 1771 se fundó el colegio de San Cárlos, donde al principio se enseñaba la aritmética, el álgebra y la geometría, despues la física de Newton, la anatomía, la medicina y otras ciencias.

Pero estas mejoras y muchas mas que se introdujeron en los estudios americanos, no fueron por cierto concesiones espontáneas del gobierno, el cual no solo se mostró siempre poco dispuesto á concederlas, sino que las retiró despues en parte á los lugares en que las habia al principio permitido. Su introduccion se debió á algunos ciudadanos americanos y españoles que destinaron parte de sus fondos y sus propios conocimientos al santo objeto de propagar las luzes, y al zelo ilustrado y filantrópico de algunas, aunque contadas, autoridades políticas y eclesiásticas.

Venezuela, sin embargo, siempre desatendida, no tuvo parte en ninguna de estas reformas, sin esceptuar la de la imprenta; pues aunque la introduccion de esta fué permitida en los primeros años del siglo, quedó el uso sujeto á restricciones y censuras infinitas; por lo que nunca sirvió en tiempo del gobierno colonial sino para publicar nauseabundas injurias contra la Francia y Bonaparte, é irritantes mentiras sobre el estado de la Península. Todo con el fin desacordado de mantener la colonia en la ignorancia de los sucesos de Europa, sin reflexionar que esa ignorancia debia ser causa de desconfianzas é inquietudes peligrosas. Léjos de deber Venezuela cosa alguna al gobierno colonial, se le negó por el motivo que sabemos la ereccion de la universidad de Mérida, y tambien el fundar en la de Carácas, en la Guaira y Puerto-Cabello, cátedras de matemáticas y pilotaje. Gracias á algunos beneméritos hijos del pais, dignos de eterna y grata memoria, la enseñanza de la medicina se mejoró algun tanto, y la música, que es aficion y embeleso irresistible del venezolano, se cultivó con mas esmero. Este arte encantador, ídolo de las almas sensibles y afectuosas, fué, digámoslo así, creado en Caracas por el presbítero Don Pedro Sojo los clérigos Rafael Escalona y Alejandro Echesuria destruyeron el peripato leyendo los primeros cursos de filosofía moderna: los dignos hermanos Luis y Javier Uztáriz, notables por su elevada clase, su instruccion, y mas tarde por su valor y virtudes patrióticas, tenian en su casa una academia privada donde se reunian varios literatos á cultivar las buenas letras y las artes liberales; y el bueno, el afectuoso, el sabio doctor José Antonio Montenegro, vicerector del colegio de

Santa Rosa, fomentó las reformas literarias con sus propios trabajos, alentó á la juventud estudiosa con su ejemplo, sus consejos y sus escasos bienes de fortuna, teniendo la gloria de contar entre sus alumnos y favorecidos á los hombres que hoi dia se distinguen mas en Venezuela por su virtud y por su ciencia.

Mas entre todos ellos, por su elevada capazidad tanto como por los servicios que hizo á su patria, descollaba el licencido Sanz, honor del foro venezolano. Este hombre nació de honrados padres en Valencia por los años de 1754, y aplicado desde la edad temprana al estudio de la jurisprudencia, hizo en él y en los pocos conocimientos que entonces se enseñaban tan notables progresos, que mui luego llamó la atencion y mereció el afecto de algunos hombres ilustrados que sacrificaban en secreto al númen de las ciencias. Estos le proporcionaron cautelosamente la lectura de algunos libros prohibidos, por cuyo medio llegó en pocos años á alcanzar un caudal de instruccion inmenso para aquel pais y para los tiempos que corrian, y sin duda alguna mui superior al de la generalidad de sus conciudadanos. Conoció entónces lleno de asombro los admirables adelantos que las ciencias físicas, morales y políticas habian hecho en Europa, y midió con no poca afliccion el hondo abismo de ignorancia en que estaba sumido su pais. Desde entónces ya no hubo para él mas placer que el estudio, mas anhelo que la ilustracion de sus conciudadanos; y acaso, leyendo á escondidas y en altas horas de la noche á Rousseau, á Voltaire y á Raynal, se le ocurrió como en sueños la idea confusa y en aquel tiempo quimérica de ver libre y dichosa á su patria.

Ello es que Sanz, dotado de alma fuerte, de claro ingenio y sólida piedad, consiguió cerrar su corazon á las erroneas doctrinas morales del siglo XVIII al mismo tiempo que abria los senos de su vasto entendimiento á todas las verdades que sobre el gobierno y los pueblos, sobre el hombre y las sociedades defendieron é ilustraron tambien Beccaría, Burlamaqui, Montesquieu, Puffendorf y otros autores. No ménos aficionado á la difícil cuanto necesaria ciencia de la economía política, á las buenas letras y á las artes liberales, nuestro jóven letrado meditaba constantemente las teorías de Smith; y en sus raros y cortos ocios descansaba de los estudios graves en el regazo de las musas. Sanz, pues, era jurisconsulto, literato, filólogo, economista y poeta: tenia lo que es mejor que el saber, la honradez, y en grado superior aquel don precioso del

cielo sin el cual valen poco para la felizidad de la vida la ciencia del sabio y el ingenio del poeta, es á saber, el don de gentes.

Semejante hombre no podia vivir oscuro, ni aun cuando su modestia hubiera sido igual á su mérito; tanto ménos que Sanz sin ser orgulloso tenia la noble ambicion de distinguirse entre sus conciudadanos y la de ser útil á su patria. Lo uno y lo otro consiguió plenamente. Varias defensas ruidosas en que lució su habilidad como orador y como letrado le ganaron aura popular ; y su honradez, sabiduría y compostura, el afecto y confianza de las autoridades.

No se valió de ellas Sanz para enriquecerse, no; ántes rehusó constantemente grandes pensiones que como justa recompensa de sus servicios se le ofrecieron varias vezes. Uso mas noble hizo del favor que gozaba, obteniendo en beneficio de su pais medidas de fomento para el cultivo y comercio de sus ricas producciones: promoviendo la formacion y organizacion del colegio de abogados, con el fin de dar á su noble profesion el lustre que tiene en todas las naciones consiguiendo la ereccion de una clase de Derecho público de que fué catedrático los pocos años que duró, el sabio regente de la audiencia Don Antonio López Quintana: arreglando los pesos y medidas, cuya alteracion era causa de muchos males públicos: redactando con general aceptacion y aplauso las ordenanzas municipales de Carácas, que los desórdenes y desastres posteriores no dejaron plantear; y en fin consagrando todos sus desvelos y trabajos, todos sus pensamientos y escritos, al fin que se habia propuesto de mejorar en su patria la instruccion primaria y la académica, basas esenciales de una sólida y verdadera grandeza popular.

Tal era Sanz, á quien mas adelante encontraremos otra vez, no ya bajo la forma de un literato laborioso, promovedor de las artes de la paz, sino bajo la de un patriota lanzado en medio de las revueltas populares. Acabamos de contemplarle ilustrando á su pais con el ejemplo y la doctrina: luego le veremos defendiéndolo con la pluma, el consejo y la espada; siempre cumpliendo las mas grandes y nobles obligaciones del hombre sobre la tierra, las de engrandecer á su patria ó libertarla.

HIST. ANT.

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