Imágenes de páginas
PDF
EPUB

gran parte y llenas de caserías mejor construidas que en otros parajes del Nuevo-Mundo. Los habitantes benévolos y afables, como los ya conocidos, altos de cuerpo y bien formados, « de mui lindos gestos >> escribia el almirante, y mas blancos que otros que hubiese visto en Indias. Túvolos por de mayor ingenio y policía que los demas isleños pacíficos, y observó que usaban brebajes fermentados blancos y tintos, y que eran sus bohios mas grandes y regulares, las canoas lijerísimas, hechas con mucho primor y artificio. En lo demas iguales á los otros indios : la misma mansedumbre é inocencia, la misma credulidad: el juzgar bajados del cielo á aquellos estranjeros y el acariciarlos con sincero y largo corazon. De ellos se supo que el pais se llamaba Paria, y á la pregunta constante del oro, respondieron señalando unas tierras que les demoraban al occidente, habitadas de hombres fieros. Vieron los navegantes con asombro y codicia perlas finas horadadas de varios tamaños; por lo cual nombró Colon golfo de las Perlas á la ensenada que se forma en un sitio ameno, llamado por él de los Jardines y que es por ventura la de Irapa. Estas perlas, los adornos de oro que tambien se vieron, y mas que todo las sugestiones de sus propios deseos, le hicieron formar de aquellos sitios, estravagantes conjeturas. Un tal Mosen Jaime Ferrer, docto lapidario, le habia dicho: « Que la vuelta del equinoccio eran las cosas grandes y de precio. » Juzgó confirmada esta grave sentencia, y volvió á su tema de considerarse en países orientales, antojándosele especerías y drogas cualquier fruto de los bosques. Y no se separara de allí, sin penetrar en aquella tierra de tantas esperanzas, si los cuidados de la Española y el deseo de conservar los bastimentos que llevaba para socorrerla, no le estrecharan á dirigir el rumbo á aquella isla.

Alzadas, pues, las anclas del lugar de Jardines, distante de la boca del Drago cosa de cuarenta leguas, navegó al poniente hasta cerca del seno mas occidental del golfo, siempre en la falsa creencia de que aquella tierra era una isla, y con la esperanza de hallar rodeándola, una salida al norte. Así anduvo cinco leguas, pero viendo que el fondo se disminuia con gran peligro de su nao, se detuvo, y mandó seguir costeando á la carabela menor y mas lijera. Esta anduvo mucho camino, hasta una espaciosa ensenada, donde desembocaba un rio mui grande, que á lo que es cuenta debia de ser el Paria ó el Guarapiche; pero esto sin hallar mayor fondo ni salida al norte: ántes reconocieron que las costas tomaban la direc

cion del sueste, y continuaban sin otra interrupcion que la de rios mas ó ménos caudalosos. Viéndose, pues, por todas partes cercado de la tierra y seguro de no hallar el paso que buscaba, determinó regresar á la boca grande del Drago, lo cual hizo luego al punto por distinto rumbo, habiendo advertido que las corrientes empujaban hácia el oriente las naos y les impedian volver por el camino de la costa. Vióse en grande apuro cuando llegó al canal, pues allí calmó el viento, y anduvieron las naves dando tumbos á merced de las corrientes encontradas, con inminente riesgo de tocar en la costa de la tierra firme ó en los escollos inmediatos. En el combate de las aguas dulces y saladas, que pugnaban unas por salir fuera del golfo, otras por penetrar en él, se embravecian y levantaban las olas de un modo estraordinario y terrible, con pavor de la gente; la cual se daba por perdida si del temeroso combate resultaban vencedoras las aguas del Océano. Mas no fué así ; sino que, vencidas estas, dejaron correr libremente los bajeles hácia la mar del norte, empujados con fuerza por las del golfo. El dia 15 de agosto fué cuando Colon salió por la boca del Drago; y dejando al nordeste dos islas que llamó la Asuncion y la Concepcion (aquella por ventura la que es hoi Granada) emprendió su derrota á la vista de la tierra y observó que la de Paria seguia unida sin término; por donde confirmó una sospecha suya mui reciente, de ser aquel pais el continente del Asia. Quisiera insistir para asegurarse de ello; mas le agoviaba el pensamiento de la colonia, hallábase indispuesto, y la impaciencia de la tripulacion crecia con la tardanza y las fatigas. Mal de su grado salió al mar grande, divisando ántes y poniendo nombre del Romero á la isleta que hoi se llama la Sola. Vió otras islas, que fueron la de los Testigos, la Margarita, famosa despues for sus perlas, en estos tiempos por el patriotismo denodado de sus habitantes; al oriente de esta las que llamó Guardas, hoi los Frailes, y sobre el cabo norueste de la Margarita el islote Martinet, al presente Isla Blanca. Léjos de tocar en ninguna, siguió corriendo en direccion del noroeste y arribó el 19 de agosto á la Española, cincuenta le uas á sotavento del puerto y rio de Ozama. A la mañana siguiente fondeó al abrigo de la punta Beata, y despachando algunos indios para dar noticia de su llegada, tomó luego la vuelta del oriente.

De los descubrimientos que acababa de hacer, formó Colon una carta que mas tarde remitió á los reyes, y lleno de alegres imagina.

ciones, deseaba cuanto antes tomar puerto para formar la relacion de los sucesos y disponer que su hermano Bartolomé siguiese lo empezado. Ya para este tiempo habian cambiado sus ideas respecto á la naturaleza de las tierras visitadas, y muchos pensamientos nuevos y estraños le traian alterado y perplejo. Tenia ya por cierto que el grande archipiélago que se estiende desde la Trinidad hasta las Lucayas era adyacente á la tierra firme de la última India, y que el principio de esta era la provincia de Paria; porcion pequeña de las grandes regiones, que en el sentir de los doctos debian ocupar la mayor parte del globo. Por eso decia que las tierras avistadas hácia el sur, á poca distancia de la Trinidad, pertenecian tambien al continente y continuaban largo espacio por aquel rumbo: que desde la punta de la Peña se estendian al poniente, ora llanas, ora montañosas. Tuvo al principio por islas las tierras fronteras á la Trinidad: ahora decia que no, pues eran una misna costa cortada por muchos rios caudalosos, cuyas corrientes, aglomeradas en el golfo de Paria, semejaban un solo raudal profundísimo; y que este inmenso lago de agua dulce acaso estuvo encerrado y sin salida en los tiempos remotos, entre la Trinidad y el continente. Reflexionando con asombro en la inmensa cantidad y fuerza de estas aguas, imaginó que en el centro del hemisferio nuevo estaba el paraiso, y que aquel raudal enorme era uno de los cuatro rios que. salen de la mansion del primer hombre á dividir la tierra, conforme al testo de las santas escrituras.

El dulce temple de aquellos hermosos sitios y otras varias razones, confirmaban á su ver este juicio, y siendo lo mas recibido que el Paraiso estuvo en el Oriente, concluia de aquí que Paria era el principio de esta region afortunada. En medio de tales embolismos en que se perdia el buen entendimiento de nuestro navegante, se descubre sin embargo un gran fondo de erudicion sagrada y profana, y el hábito de la meditacion filosófica. Su genio indagador, poco favorecido por las luzes del tiempo, y embarazado con sus propios sistemas, le conducia con frecuencia á sostener porfiadamente errores, que hoi nos parecen groseros y aun ridículos. Pero debemos pensar que esto sucede á los mejores ingenios, por el empeño indiscreto de referirlo todo á una idea principal y esclusiva, cuya prueba ó consecuencias creen ver en todas partes: que á mantener en el espíritu de Colon ese sistema, contribuia mucho la conviccion de ser útil persuadirlo á todos para el fomento de sus benéficas empresas; y por último,

que cuando su entendimiento, recto naturalmente, estaba libre del influjo de sus ideas erroneas, solia descubrir la verdad en los hechos mas oscuros, y promover siempre útiles cuestiones en beneficio de la ciencia. Él sospechó en esta ocasion cierta elevacion del globo hacia el ecuador, conjetura confirmada muchos años despues por observaciones numerosas y prolijas. Y cuando errase al querer esplicar varios fenómenos oscuros ó incomprensibles de la naturaleza, abrió el campo á la observacion y al estudio de ella con sus trabajos y su ejemplo.

Entretenido pues, como deciamos, en estos pensamientos, llegó á Ozama el 50 de agosto, y halló que en cumplimiento de real órden recibida por mano de Coronel, se habia establecido una villa sobre la boca y ribera oriental de aquel rio. Don Bartolomé Colon, su fundador, la llamó Santo-Domingo, y ahora en ella se reparó Colon de sus fatigas, recibiendo gran placer, así por la vista de sus hermanos, cuanto por la buena eleccion del puerto y sitio para la nueva poblacion. Pero su gusto presto se convirtió en pesadumbre al saber estrañas nuevas de alborotos, desórdenes y revoluciones acaecidas, durante su ausencia, en la colonia; en términos de tener dividida la gente en facciones opuestas, con infinito escándalo y perjuicio. Para esplicar estos sucesos, conviene que, volviendo un poco atras, hagamos un rapidísimo bosquejo de la historia de la Española, durante el gobierno del adelantado.

CAPÍTULO IV.

Estado de la colonia á la llegada del almirante. Nuevas inquietudes causadas por Roldan. Capitula este al fin y se aquieta. - Repartimiento de tierras. Envia Colon naves á España con indios esclavos. — Viaje de Ojeda al nuevo continente. - Impónese el nombre de Venezuela á cierta parte de él. Reyertas con Ojeda Córtase oportunamente una nueva sublevacion en la isla. — Nótase alguna mejora en su estado interior y con este motivo se abandona Colon á dulces pensamientos.

Cuando Colon aportó á Cádiz el 14 de junio de 1496, estaban en la bahía tres carabelas, á punto de salir para la Española, con refuerzo de gente y bastimentos. Partieron en efecto el 17 del mismo mes al mando de Peralonso Niño, y con esta ocasion escribió el almirante á su hermano Bartolomé, animándole á completar la pacificacion del pais, á establecer un asiento de minas en el Hayna, y á buscar cerca de ellas y en la costa meridional sitio acomodado para una buena poblacion. Aun ántes de recibir estas órdenes habia el adelantado procedido á establecer por sí mismo una fortaleza en comarca de las nuevas minas, y dispuesto ademas lo conveniente para perfeccionar su beneficio; mas hallando que no habia allí ni vituallas ni trabajadores suficientes, regresó á la Concepcion y pasó algun tiempo en las tierras del cacique Guarionex y otros señores de la Vega real, viviendo á costa de los indios y recaudando los tributos. En esto llegó Niño, y en consecuencia de las prevenciones del hermano, dió principio sin demora á la construccion de un fuerte sobre la boca del Ozama, rio caudaloso que situado á una jornada de las minas del Hayna, le pareció propio para el caso. Parte de la gente dejó allí para la conclusion y resguardo de la fortaleza, y con el resto partió á esplorar las provincias del sudueste, que no se habian aun reconocido y sujetado. Y estaba de tal modo esparcida por toda la isla la fama del valor y fiereza de los españoles, que no halló en parte alguna la mas mínima señal de resistencia. Señores y vasallos le recibieron con sumiso agasajo, le ofrecieron cuanto tenian; y no pudiendo resistirlo, aceptaron sin replicar el odiosísimo tributo. Behechio Anacaucoa, cacique principal de la provincia de Jaragua, se distinguió sobre todos en este buen recibimiento, fes

« AnteriorContinuar »