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Al Excelentísimo Señor General en Jefe J. A. Páez.

Puerto Cabello, 31 de Diciembre de 1826.

Mi querido General:

Acabo de llegar á esta plaza, y al poner pié en tierra he sabido, con sumo sentimiento, que Ud. se había alarmado por noticias falsas ó ciertas, y que han tenido una incomodidad tan fuerte que había sido preciso llevarle á la cama desde la plaza de Valencia. El motivo más positivo que Ud. tiene para todo esto, se funda, segun se dice, en que yo mando venir tropas á Venezuela.

Yo he escrito á Ud. esto mismo desde Pamplona y Maracaibo. La comunicacion de Pamplona no sé si la ha recibido, y la de Maracaibo ha llegado hoy mismo conmigo porque el Oficial conductor se ha estraviado por los malos caminos de la provincia de Coro No mando á Ud. estos pliegos porque no probarán nada, pero los he abierto solemnemente en público para que Guzman los pudiera certificar.

Si yo traigo tropas, tengo mil motivos para ello. En el Oriente se están batiendo hermanos contra hermanos; y en el Occidente lo mismo. Además, yo sabía desde Bogotá que había tramas secretas contra mi vida, y aun al mismo Guzman lo quisieron asesinar, siendo amigo de Ud. y viviendo en su casa.

En la iglesia de San Francisco se ha juzgado mi fidelidad y patriotismo: hoy mismo he visto un pasquin de Valencia, en que se dicen horrores de mi.

Como mi autoridad no está reconocida en el territorio. que Ud. manda, he debido traer conmigo una fuerza necesaria para hacerme respetar; en una palabra, General, Cumaná y Ud. le hacen la guerra á los que me obedecen á mí y á la República, y yo no puedo dejar sacrificar á los que se consagran á su deber y á mi per

sona.

Mi querido General, un libro no bastaría para esplicar, de una parte y otra, todos los motivos de queja que podemos tener. Diré mi escusa: que no he tenido parte en las turbulencias de Venezuela: que he venido porque Ud. me ha llamado: ninguna ambicion me anima, puesto que no he querido aceptar las ofertas de Ud., ni la dictadura que me han ofrecido los actos de los pueblos. Ahora bien, tampoco quiero la guerra, poque ella matará la pátria. Yo ofrezco convocar al pueblo para que determine lo que quiera y haga cuanto alcance su poder. Haré más. Me iré de Colombia el dia que se reuna. Por consiguiente, ninguna mira política me animará a tomar partido por nada.

Unámonos, pues, para salvar á nestros infelices hermanos. Basta de sangre y de ruinas en la pobre Venezuela. Mil maldiciones le acompañen al infierno al que pretenda levantar su poder sobre escombros amasados en sangre! Entendámonos General, y nadie será infeliz. Ningun espíritu de partido me guia. Jamás la venganza ha entrado en mi pecho, y en cuanto á Ud, toda la vida lo he amado, y aun en el dia excita Ud. á mi corazon una ternura mezclada de pena. Ud. se pierde! Ud. se Ud. se pierde!

Si Ud. quiere venir á verme, venga. Morillo no desconfió de mi lealtad, y desde entonces somos amigos. Si Ud. no tuviere por conveniente hacerlo así.

mande Ud. una persona de su confianza á tratar conmigo. Mande Ud. á quien quiera, todos me son iguales. Me han dicho que Fergusson ha detenido al Doctor Pena: no lo creo porque Fergusson sabe muy bien que O'Leary, por haberse excedido, ha perdido su empleo.

En fin, yo espero con ansia la respuesta de esta carta, que la lleva el Teniente Coronel Wilson, hijo del General Wilson, único edecan que tengo, ahora, á mi lado. Le ruego á Ud. trate muy bien á este Oficial que tiene mucha recomendacion por mí.

BOLIVAR.

AÑO DE 1827.

Al Excelentísimo General en Jefe, benemérito José An

ionio Páez, etc., etc.

Puerto Cabello, 1o de Enero de 1827.

Mi querido General:

Es indecible el gozo con que he visto llegar al General Silva, y apenas lo he oido cuando he extendido el decreto que mando á Ud. Jamás he pensado hacer otra cosa que lo que consta en ese documento. Me es imposible tampoco hacer más. Yo no puedo dividir la República; pero lo deseo para el bien de Venezuela, y se hará en la Asamblea general, si Venezuela lo quiere. Ud. verá por una carta que tengo del General Santander para Ud., que he logrado convencer al Gobierno de la necesidad de dividir á Colombia en tres Estados. Santander quiere que todo se olvide para que. dar como buenos amigos y vecinos.

Yo creo que Ud. está loco cuando no quiere venir á verme, y teme que yo lo reciba mal. General; puede Ud. persuadirse de que yo sea menos generoso con Ud. que ha sido siempre mi amigo, que con mis propios enemigos? No crea Ud. tal cosa. Voy á dar á Ud. un bofeton en la cara, yéndome yo mismo á Va

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lencia á abrazar á Ud. Morillo me fué á encontrar con un escuadron y yo fuí solo; porque la traicion es demasiado vil para que entre en el pecho de un grande hombre.

No sé que decir á Ud.; porque ya todo se ha acabado; ya yo he ahogado en el lago del olvido todo lo pasado; es decir, los chismes, pues jamás dejará de estar muy cerca de mi corazon la amistad y el sacrificio que Ud. hace ahora á la felicidad y á la gloria de Venezuela. Ud. será adorado por todos, y de mi parte le veré como al dios de la paz. La corona que Ud. se pone sobre su cabeza es más grande que la de Alejandro: no hay olivos en el mundo para tegerla, y cada una de sus hojas encierra mil beneficios. Tambien yo he recibido de la mano de Ud. la más bella guirnalda que jamás ha adornado mi frente. Ud. y yo salvamos á Venezuela. Digo mal, Ud. la salva del exterminio de una guerra sanguinaria que la iba á asolar.

Querido General: reciba Ud. mil abrazos que le mando con Guzman y Silva. Si usted quiere más garantías las daré todas, porque á Ud. no puedo negar nada, ya que Ud. no me puede pedir que falte á mi deber como Presidente y como ciudadano. Créame Ud., General, Ud. será todo, todo en Venezuela por un camino legal.

Silva y Guzman dirán á Ud. cuanto deseo de mi parte; y no soy más largo porque parten.

Soy de Ud. de corazon,

BOLIVAR.

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