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Señor Coronel Tomás Mosquera.

Caracas, 5 de Marzo de 1827.

Mi querido Mosquera:

Santana me ha leido las dos cartas de Ud. del 11 de Diciembre, y me ha presentado dos solicitudes de Ud. que he mandado guardar.

Yo no quiero que Ud. se separe de su destino, y mucho menos en estas circunstancias. En el momento sería Ud. reemplazado por otro que no tuviera ni sus sentimientos, ni sus luces. Tenga Ud. paciencia, como la tenemos todos, y trabaje en bien de la pátria. El órden y la tranquilidad deben ser sus guias.

Por el correo de anteayer he recibido comunicaciones de Bogotá, donde se había ya recibido la noticia del desenlace de los negocios de Venezuela el 2 de Enero, mi decreto y proclama de Puerto Cabello. Segun dicen, este suceso ha producido buen efecto. Asegúrase que se reunía el Congreso. Yo no sé lo que hará, porque es difícil penetrar lo que muchos piensan. Dios dirija sus aciertos para que no vengamos á caer en nuevos embrollos.

Salude Ud. á todos los amigos, y créame suyo de

corazon,

BOLIVAR.

A S. E. el General en Jefe Rafael Urdaneta.

Carácas, 6 de Marzo de 1827.

Mi querido General:

Por la Secretaria, ó por el E. M., recibirá Ud. la órden de reducir el Batallon de Albion á doscientas plazas. Igual medida se ha tomado con los demás cuerpos para ver si de este modo logramos desahogar el Estado de sus enormes gastos. Conservado el cuadro con sue jefes y oficiales, será fácil llenarlos otra vez, siempre que hubiere peligros que ahora no existen.

Esta órden no se extiende al batallon Vargas, que deberá conservarse con 500 á 600 plazas. Si no las tiene en este momento, pueden agregársele los peruanos y reinosos que se saquen de Albion, que no debe tener más de doscientos hombres. Recomiendo á Ud. esta operacion, porque ella nos va á ser muy útil, sobre todo en punto á ahorros.

Soy de Ud. de corazon.

BOLIVAR

ΤΟΜΟ ΧΧΧ

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Señor General Don Carlos Alvear.

Caracas, 6 de Marzo de 1827.

Estimado General:

Con mucho retardo, he tenido la satisfaccion de recibir una carta de Ud. del 3 de Agosto del año pasado, que contesto al momento de verla.

Debo comenzar por decir á Ud., que agradezco infinito las expresiones de bondad con que Ud. me honra, manifestándome sentimientos de amistad que retribuyo igualmente.

Antes de recibir la apreciable de Ud. ya sabiamos que tanto el gobierno de Buenos Aires, como el del Brazil se habian negado á admitir la mediacion que les ofrecia la Gran Bretaña por medio de su Embajador el Lord Ponsomby. Ahora, por lo que Ud. me dice, y por lo que veo en los papeles públicos, quedo impuesto del estado de la cuestion entre las partes beligerantes, de los progresos que hacen Uds. en la guerra, y los infinitos medios con que cuentan para terminarla de un modo digno y glorioso. Entre estos medios yo creo que el nombramiento de Ud. para el mando del ejército de operaciones, es el más poderoso, el más acertado. No dudo, pues, que las armas argentinas, siempre valerosas, llenarán la empresa que han principiado en esta ocasion, con el mismo brillo que las ha dirtinguido en todas partes. Así, yo congratulo al Rio de la Plata y á Ud.

A la verdad, no quisiera tocar la cuestion de Tarifa, porque ella me hace naturalmente rodar sobre otra que no puede menos que haberme sido desagradable, así

como á todos aquellos que se encuentran interesados en la dicha y en la conservacion de Bolivia, pero una vez que Ud. abre las puertas á esta discusion, no he podido menos que entrar en ella.

Ud. se queja de las pretensiones que han vuelto á nacer en Bolivia sobre Tarifa, sin considerar que ellas no solamente han sido las de esta República sino las de aquella provincia. Yo dí mi decreto restituyéndola al Rio de la Plata, contando con la seguridad que me daba el Gobierno de Buenos Aires de que Bolivia seria reconocida, tan luego como se presentase allí su Representante. Ud, General, lo dijo así del modo más solemne, en la villa de Potosí y en Chuquisaca, tanto pública, como privadamente, y cuando Ud. era Plenipotenciario del Gobierno, á cuyo nombre se hacia esta oferta, ¿por qué pues, se quiere gozar del sacrificio que hace Bolivia, sin retribuirle el que ella exije á su vez? Y más cuando el sacrificio de Buenos Aires apenas puede llamarse tal, porque más bien era una conveniencia política de aquel Estado, reconocer la existencia de otro, que no podia ya desconocer.

Dispénseme Ud., mi querido General, la franqueza con que le hablo, pero considere Ud. que ella es hija de mi carácter, y de mi amistad por Ud.

Por lo demás, yo espero que esta materia, aunque desagradable, no alterará las mutuas relaciones y la buena armonia que debe reinar entre pueblos, gobernados por leyes tan liberales, como justos son sus Magistrados.

Soy de Ud. afectísimo amigo.

BOLIVAR.

Al Excmo. señor General en Jefe Rafael Urdaneta.

Carácas, 6 de Marzo de 1827.

Mi querido General:

No tengo carta alguna de Ud. que contestar, y muy poco que decir porque no hay nada nuevo.

Recibí la recomendacion que Ud. me hace en favor del Coronel Sistiaga, y se le ha mandado ya estender el retiro que solicita.

Hoy le escribo á

Segarra llamándole, porque lo necesito aquí. Tenga Ud. la bondad de reemplazarle en el destino que va á dejar; pues él tiene órden mia para venirse sin aguardar la de Ud.

Por el correo de la semana pasada he recibido correspondencia de Bogotá hasta fines de Enero. Allí se había recibido ya la noticia del feliz desenlace que hau tenido los negocios de Venezuela, mi decreto y proclama de Puerto Cabello, y mi entrevista con el General Páez. El General Santander me dice que estos sucesos habian causado buena impresion en la generalidad; pero que algunos se habian mostrado no muy contentos. Así lo esperaba yo, porque es muy difícil, ó más bien diré, imposible complacer á todos.

El Secretario del Interior, Doctor Restrepo, me ha escrito una carta felicitándome por los últimos acontecimientos de este pais, y me habla sobre un proyecto, que me recomienda para cuando llegue el caso de reunirse la Gran Convencion nacional, que segun dice él, parece ser la opinion general de los Diputados que se han reunido.

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