Poesías: precedidas de una conferencia acerca de la personalidad del autor, dada en el Ateneo de MadridMaucci, 1910 - 221 páginas |
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Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 77 - ... y el choque asaz horrendo , de selvas densas de ferradas picas, y el brillo y estridor de los aceros que al sol reflectan sanguinosos visos,. y espadas, lanzas, miembros esparcidos o en torrentes de sangre arrebatados, y el violento tropel de los guerreros que más feroces mientras más heridos, dando y volviendo el golpe redoblado, mueren, mas no se rinden....
Página 23 - Por otra parte, no parece propio que alabe indirectamente a la religión que le destruyó; y menos parece propio aún que no quiera el restablecimiento de su trono por dar preferencia a extranjeros intrusos que, aunque vengadores de su sangre, siempre son descendientes de los que aniquilaron su imperio; este desprendimiento no se lo pasa a usted nadie. La naturaleza debe presidir a todas las reglas, y esto no está en la naturaleza.
Página 78 - ... devorar la presa, prosigue en su furor, y en cada huella deja de negra sangre un hondo lago. En tanto el Argentino valeroso recuerda que vencer se le ha mandado, y no ya cual caudillo, cual soldado los formidables ímpetus contiene y uno en contra de ciento se sostiene, como tigre furiosa de rabiosos mastines acosada, que guardan el redil, mata, destroza, ahuyenta sus contrarios, y aunque herida, sale con la victoria y con la vida. Oh capitán valiente, blasón ilustre de tu ilustre patria, no...
Página 14 - Señor diputado: yo ansio por el momento de ir al Perú; mi buena suerte me promete que bien pronto veré cumplido el voto de los hijos de los Incas y el deber que yo mismo me he impuesto de no reposar, hasta que el Nuevo Mundo no haya arrojado a los mares todos sus opresores.
Página 75 - ... al más afortunado; pero luego, envidiosa de la inmortalidad que les ha dado, ciega se lanza al circo polvoroso, las alas rapidísimas agita y al carro vencedor se precipita, y desatando armónicos raudales pide, disputa, gana, o arrebata la palma a sus rivales. ¿Quién es aquel que el paso lento mueve sobre el collado que a Junín domina?
Página 73 - Las soberbias pirámides que al cielo el arte humano osado levantaba para hablar a los siglos y naciones; templos, do esclavas manos deificaban en pompa a sus tiranos, ludibrio son del tiempo, que con su ala débil las toca, y las derriba al suelo, después que en fácil juego el fugaz viento borró sus...
Página 76 - ... la pelea? Preñada en tempestades le rodea nube tremenda; el brillo de su espada es el vivo reflejo de la gloria; su voz un trueno, su mirada un rayo. ¿Quién aquel que al trabarse la batalla, ufano como nuncio de victoria, un corcel impetuoso fatigando, discurre sin cesar por toda parte . . .? ¿Quién sino el hijo de Colombia y Marte?
Página 79 - ... que ató sus pies, y vuelan denodados a los campos de muerte y gloria cierta, apenas la alta fama los despierta de los guerreros que su cara patria en tres lustros de sangre libertaron, y apenas el querido nombre de Libertad su pecho inflama y de amor patrio la celeste llama prende en su corazón adormecido.
Página 72 - El trueno horrendo que en fragor revienta y sordo retumbando se dilata por la inflamada esfera, al Dios anuncia que en el cielo impera.
Página 20 - Así, amigo mío, usted nos ha pulverizado con los rayos de su Júpiter, con la espada de su Marte, con el cetro de su Agamenón, con la lanza de su Aquiles y con la sabiduría de su Ulises. Si yo no fuera tan bueno y usted no fuese tan poeta, me avanzaría a creer que usted había querido hacer una parodia de la Ilíada con los héroes de nuestra pobre farsa.