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para presidir los debates, ni las órdenes que se libraron para arraigarlos en Ocaña. No habiendo, pues, número suficiente con que continuar las sesiones, el 11 de junio se suspendieron los trabajos por haberse ausentado 19 diputados sin licencia y contra expresa prohibicion de permanecer en Ocaña hasta que se hubiese determinado sobre la peticion que habian presentado á la Asamblea. Estos diputados publicaron luego su escrito de defensa, declinando sobre una mayoria altanera que les zaheria y burlaba, la responsabilidad de lo que habia acaecido. Asi terminó la famosa Convencion de Ocaña, sin que nada provechoso saliese de

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su seno.

Bolívar, que á la sazon se hallaba en el Socorro, vió la disolucion de aquel cuerpo como un acontecimiento del que se derivarian las mayores calamidades. En tal situacion, pensó en pasar á Bogotá y resignar el mando.

El general Herran, viendo la Convencion disuelta, convocó en Bogotá (13 de junio) como Intendente de Cundinamarca, de acuerdo con el general Córdova, una reunion de los padres de familia y personas caracterizadas de la ciudad, para en cuenta de lo acaecido tomar un partido conveniente. La reunion se verificó y fué numerosa y respetable. Ella acordó que Bolívar asumiese el mando supremo, y que se le invitase á acelerar su venida á la capital. Fué esta la opinion tambien del Consejo de ministros, la cual se comunicó al Libertador.

El 17 marchó Bolívar á Bogotá adonde llegó el 24, Encargado del mando supremo, apenas usó de él. «con mucha parsimonia», hasta que vinieron las actas de toda la República en que le reconocian como jefe supremo de la Nacion. El 27 de agosto, publicó el

decreto orgánico de su nueva autoridad, llamándose no dictador sino Libertador presidente; mandó respetar las garantias que la constitucion de Cúcuta acordaba á los ciudadanos, y fijó para el 2 de enero de 1,830 el llamamiento de la Convencion que deberia establecer la constitucion del Estado.

Desacreditada la constitucion de Cúcuta, disuelta la Convencion de Ocaña, si Bolívar no hubiera empuñado el mando, la República se habria hundido en la mas horrible anarquía; la guerra civil ensangrentando la patria hubiera sin duda arrastrado á la Nacion por un abismo de miseria y acabado por extinguirla.

Hombre incapaz de guardar odio y rencor, el Libertador, atrajo á sus enemigos, les dió empleos y les otorgó distinciones. El mismo Santander fué nombrado ministro de Colombia cerca del gobierno de Washington. Asì correspondia aquella alma generosa y grande á sus enemigos encarnizados.

Entretanto, en el silencio del misterio se tramaba la muerte de Bolívar por una asociacion oculta protegida por Santander, de que eran miembros el comandante Pedro Carujo, el editor de « El Conductor »>, y otros enemigos de Bolívar.

Estos conjurados del crimen pensaron arrebatar la vida al Libertador el 10 de agosto en un baile en que se celebraba al aniversario de la entrada victoriosa de Bolívar en la capital despues de Boyacá; mas . frustrado su intento, lo difirieron para el 21 de setiembre, en que Carujo queria asesinarle con su propia mano en Soacha, adonde habia ido con Urdaneta, los Paris y pocas personas más. Santander, que comprendia lo infructuoso que le seria aquel asesinato, quedando el Consejo de gobierno dueño del ejército, logró di

suadir á Carujo de su intento, pensando que debia aprovecharse oportunidad mas propicia. Convenidos mas tarde en dar el golpe el 28 de octubre, natalicio de Bolívar, preparábanse al efecto; mas quiso la Providencia que el gobierno tuviese noticias de tan funesto proyecto, aunque tan vagas que no podian dar aproximada idea de todo. Preso uno de los comprometidos, creyéronse delatados los demas, y así determinaron adelantar la época fijada para el asesinato, y el 25 de setiembre á las 11 y 18 minutos pusieron en obra su infernal propósito.

Comprometido el cuerpo de artilleria en el proyecto, este sirvió de base á los operaciones de los conjurados. Con una parte pues de este cuerpo, Carujo marchó al palacio, residencia de Bolívar; otros de los conjurados se fueron al cuartel del « batallon Várgas » y al de << Granaderos. » Llegado Carujo al palacio, mató á los centinelas y penetró con sus cómplices hasta los salones superiores, despues de haber herido al teniente Andres Ibarra, que valieéntemente habia tratado de cumplir con sus deberes. Mas Bolívar no estaba ya allí. La fortuna velaba por sus dias. La mano misteriosa que ya várias veces le salvara del golpe premeditado de los asesinos, esta vez le salvó tambien. Arrojándose por un balcon, pudo salvarse; mientras, devorando su furor, los asesinos se devolvian buscando mejor éxito en otra parte, gritando: ¡ Viva el general Santander! Muera el tirano !

Al salir, encontraron al general Ferguson, y Carujo sin acordarse de la amistad que á él le ligara, le quitó la vida sin que el valeroso irlandés supiera ni hubiera tenido tiempo de preguntar la causa de aquel suceso.

Mientras tales cosas sucedian en palacio, el cuartel

Várgas rechazaba á los que lo atacaban. Mas los que lograron introducirse en la casa en donde estaba el general Padilla preso, mataron allí al coronel Bolívar, encargado de la custodia de aquel jefe y que á la sazon dormia. Padilla, comprometido con los conjurados, no solo permitió aquel asesinato, sino que armado luego de la espada del desdichado coronel Bolívar salió á ponerse al frente de las tropas. Así manchó Padilla todas sus glorias y cubrió su nombre con las nieblas del crímen!....

Despues de esto, trabóse por todas partes una lucha entre los conjurados y los que defendian los cuarteles, al ruido de vivas á Santander y mueras á Bolívar!

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Ninguna parte tomó el pueblo en este atentado, lo cual habla muy alto en favor de Bolívar. Al fin, los asesinos fueron derrotados en donde quiera, perseguidos y hechos prisioneros muchos de ellos. Los amigos de Bolívar se habian reunido en la plaza; en tanto ¿donde estaba él? qué habia sido de su vida? Habiendo visto pasar casualmente una compañia del batallon « Várgas», unióse á ella, siguió á la plaza, y fué recibido con grandes muestras de alegría y de ternura por el numeroso concurso que alli se hallaba. No contentos con verle, todos querian abrazarle. Cuando amaneció, Bolivar tornó á su palacio.

El 26 prendieron á Santander, á Padilla y á muchos otros comprometidos. Juzgados por tribunales, fueron condenados á muerte, Santander, Padilla, Briceño, Azuero y otros muchos; mas Bolívar conmutó á Santander la pena en extrañamiento; perdonó á Carujo y á muchos entre quienes se contaban, Florentino Gonzalez, Acevedo, Mendoza y otros. Solo subieron al cadalso los siguientes: el bravo general Padilla, que

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despues de tantos hechos heróicos vino á manchar con tal afrenta su memoria, y que fué fusilado el 2 de de octubre; el teniente de artilleria Pedro Celestino Azuero, que con un sargento y cuatro soldados salió al patibulo el 14 del mismo; mientras ya el 30 de setiembre pasado, Florentino Zulaivar, Silva, Lope y Galindo habian sido tambien ejecutados.

Tal fué el término de la horrible conjuracion de 25 de setiembre; y tal la generosidad de Bolívar, que' teniendo en sus manos la dictadura no quiso perder sino perdonar á sus más grandes enemigos. Santander, reconociendo la generosidad de Bolívar, le decia en 24 de febrero de 1829 en una representacion. « Ahora que mi desgracia me priva de amistades y de hacer servicios, soy agradecido á V. E. por su con<«< ducta en mi adversidad, y nunca omitiré ocasiones « de acreditarlo. Cuando V. E. conmutó en vida la in« justa sentencia de muerte pronunciada contra mi, el << 7 de noviembre, V. E. á imágen del Creador, me dió << un nuevo ser; hizo una nueva creacion.... »

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Asi hablaba el peor de los enemigos de Bolívar despues de este dia funesto.

La impresion que causó en Bolívar aquel infausto suceso le llenó de pesar; agobiado por el dolor y la tribulacion, pensó en irse de Colombia á buscar en playas extranjeras una vida ménos intranquila. «Yo estoy moralmente asesinado, »> decia al general Paris, aquí (señalándole el corazon) me ha entrado el puñal. »

Luego un nuevo y trascendental acontecimiento vino á agravar las cosas, cual fué la invasion que hizo el Perú en la República de Bolivia sin previa declaracion de guerra y con el objeto de someter la

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