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« Observe Vd, que nuestros enemigos no mueren «< sino por sus crímenes en los cadalos ó de muerte << natural; y los fieles y los heróicos, son sacrificados « á la venganza de los demagogos. ¡Que será de Vd? «¿Que será de Montilla y de Urdaneta mismo? Yo «temo por todos los beneméritos capaces de redímir « la patria. El inmaculado Sucre no ha podido escaparse de las asechanzas de estos monstruos. ».

A esta triste noticia se agregó, para mayor sufrimiento de Bolívar, un hecho poco generoso del señor Mosquera, fué el siguiente habiendo llegado á sus manos, como presidente de la República, la comunicacion dirijida por el Congreso de Venezuela al de Colombia, en que se maltraba horriblemente al Libertador, tuvo á bien remirtirsela para imponerle « de tan notable circunstancia, por lo que pudiera influir en la dicha de la Nacion y por la trascendencia que tenía en la gloria del Libertador. »>

Supo tambien que el Congreso de Venezuela habia dado libertad completa á las personas que se hallaban detenidas ó encarceladas por complicidad en el atentado del 25 de setiembre, y que, para colmo de ignominia de sus autores y para mal de la patria, como lo veremos, Carujo habia tambien sido absuelto por este mismo cuerpo, considerando que aquel mal hombre se habia interesado por la libertad !.... Tales noticias conturbaron tan profundamente el espíritu de Bolivar que su salud, ya desmejorada, empeoró notablemente. Cada dia le traía una nueva y más grande amargura.

Un nuevo acontecimiento viene entretanto, á ensangrentar el pais y á aumentar la discordia. El coronel F. Gómez, con el batallon Callao y las fuerzas del Socorro á las órdenes del general Justo Briceño, insur

reccionándose contra el gobierno, proclamáron á Bolívar jefe de la República con ilimitados poderes; y durante su ausencia pusieron el mando en manos de Urdaneta. Marcharon estas fuerzas contra Bogotá y despues de haber derrotado en el Santuario (27 de agosto) las tropas del gobierno, tomaron posesion de la capital.

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Los SS. Mosquera y Caicedo, presidente y vicepresidente de Colombia, despues de haber declarado que cesaban en sus funciones, partieron, uno al extranjero, otro á su hacienda.

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El general Urdaneta asumió entonces el mando, (5 de setiembre) organizó el gobierno y envió una comision al Libertador á imponerle de lo acaecido. Notables jefes y oficiales se reunieron á la sazon en Cartajena y pidieron tambien á Bolivar se encargase del mando. A los militares siguieron las personas más notables de la ciudad, que, reunidas en asamblea, diputaron una comision suplicando al Libertador que se hiciera cargo del poder y salvara la República.

Sin embargo, Bolívar no tomo ni el mando del ejército, ni se hizo cargo de la magistratura. Solo ofreció << servir al pais en cuanto de él dependiera. » Así lo repitió al señor Garcia del Rio, síndico municipal, I, que con grande artificio queria inclinarle á asumir el mando, y le agregó: « Decid á vuestros comitentes que << por respetable que sea el pronunciamento de los pueblos que han tenido á bien aclamarme jefe su<premo del Estado, sus votos no constituyen aún « aquella mayoría que solo puede legitimar un acto «semejante, en medio de la conflagracion y de la « anarquía espantosa que por todas partes nos envuelve. Decidles que si se obtiene aquella mayoría,

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« mi existencia, mi reputacion misma la inmolaré sin << titubear en los altares de la patria adoráda á fin de << salvarla de los horrores, de los disturbios intestinos, « de los peligros de una agresion extraña, y volver á «presentar á Colombia ánte el mundo y ánte las gene«raciones futuras tranquila, respetada, próspera y << dichosa. »

Apesadumbrado Bolívar por los acontecimientos que traian al pais en angustia y consternacion permanentes, se retiró á Barranquilla donde pasó los meses de octubre y de noviembre. Enfermo y lleno de una melancolía extrema, sus dias fueron llenos de tribulacion.

Sin embargo, en aquellos aciagos momentos, en que la tierra que le vió nacer le maldecia y denostaba, la provincia del Ecuador, inspirada del más elevado sentimiento de la gratitud, le decretaba por medio de sus representes altos honores, poniendo la República bajo su proteccion y declarando día de regocijo nacional el natalicio del Libertador; actos estos, que honrarán siempre á sus autores, presentando un testi+ monio de sus nobles y generosos sentimientos.

No olvidó Bolívia en aquellas tristes circunstancias á su padre y fundador, sino que por medio de su presidente, el general Santa Cruz, le confió una augusta mision en Europa. He aquí algunas palabras de la comunicacion del presidente de Bolívia al Libertador (15 octubre 1830):

« Llenando los más vehementes deseos de vuestro « corazon, habeis dejado de mandar en Colombia y os « alejais de la América, resistiendoos á las súplicas rei« teradas de los pueblos, porque habeis querido << pensar ya en vuestra glória, y decidir la gran cues«<tion que sin duda se ha ventilado largo tiempo ánte

>> el tribunal de un mundo entero. Habeis vencido, « señor, y vuestra glória, superior á la de todos los « hombres libres, se presentará como el sol que nadie « deja de ver; y vuestros mismos opositores encon«<trarán en vuestra ausencia el convencimiento y tal << vez el arrepentimiento tardío de exaltaciones que nos << privan del mejor apoyo de la libertad americana. »>

Bolívar empeoraba de sus males; la falta de recursos monetarios, tal es la verdad, le habia privado de su salida para Europa. Así en espectativa martiririzante, determinó pasar á Santa Marta á donde tenía algunos buenos y sinceros amigos. El 1° de diciembre llegó á esta ciudad, postrado por sus dolencias (1). Allí buscó el socorro de la ciencia para aliviar sus males; mas ellos eran de tal naturaleza que nada podian los esfuerzos de un facultativo sobre su salud, combatida por un mal fisico que nutrian grandes sufrimientos é indecibles amarguras. El 6, fué trasladado á la Quinta de San Pedro, poco distante de la ciudad. El 10, creyendo cortos los momentos que le quedaban de vida, dictó sus postreras disposiciones y habló á sus conciudadanos para despedirse de ellos en una tierna proclama:

«He sido (decia en ella) víctima de mis perseguido-«res, que me han conducido á las puertas del sepulcro. Yo los perdono. »

Ahora, he aquí las palabras con que sella su despedida:

« Si mi muerte contribuye á que cesen los partidos y «se consolide la union, yo bajaré tranquilo al sepul

«< cro. »>

(1) Sufria un catarro pulmonar que habia descuidado,

Fué este su postrer acto. Empeorado de día en día, el 17 de diciembre, á la una de la tarde, exhaló su postrimer aliento.

Así terminó la existencia del Libertador Simon Boliyar. La amargura emponzoñó su vida: la ingratitud ciñó á su frente, tantas veces ceñida de laureles, la palma del martirio, Adunadas la envidia y la ambicion traspasaron su pecho con el hierro escandecente de la calumnia, y quisieron oscurecer sus glórias!... Mas que importa? La posteridad le contempla con admiracion y respecto; y las generaciones venideras pronunciarán su nombre al concierto universal de las bendiciones de todo un mundo !... En mayor oscuridad más brilla la luz tal la glória de Bolívar en medio de las sombras de la detractacion y de la diatriva, resplandece más mientras más intensas son aquellas.

Yo abro el libro de la historia, y en sus páginas que el polvo de los tiempos no ha oscurecido, busco ansioso un ejemplo que eclipse la gloria de tan egregio varon; y unas y otras generaciones de héroes pasan delante de mí, hasta que aparece el Libertador, y á todos « como el sol á los astros oscurece. » Audaz y afortunado como Alejandro, ha recorrido inmensas regiones, paseando sus estandartes victoriosos desde el Delta del magestuoso Orinoco hasta la cima del argentino Potosi. Mas si sus trofeos no lo forman cien reyes atados á su carro triunfal, fórmanlo si cadenas rotas y yugos despedazados!... Puras sus manos, tranquila su conciencia, no como el héroe macedonio tiene que ocultar la faz avergonzada al contemplar su diestra tinta en la sangre de un amigo, que ha sacrificado en el frenesí de su soberbia !

Valeroso y clemente como César, sus dias no estan

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