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tentáculo de su dominacion, porque ella dá márgen al fanatismo y con este se manejan los pueblos arbitrariamente. Por eso el gobierno español manifestó siempre interes en que no se dilatase la instruccion en las sociedades del Nuevo Mundo. En la inconsulta idea de que los americanos deberian permanecer siempre como siervos, quería mantenérseles en el mejor estado para soportar el yugo, cual es el de la ignorancia. Aquel que poseido naturalmente de un espíritu investigador se sentia inclinado á las especulaciones que las ciencias entrañan, habia de pedir al silencio de la noche un asilo inseguro para leer aquellos libros en que los conocimientos humanos se han venido recopilando, ó irse á lejanos paises en busca de aquella fuente cristalina que dá vida á la inteligencia, descubriéndole los gran... des horizontes que cada dia va ensanchando el espíritu del hombre, en el estudio de los grandes fenómenos del mundo exterior y en los que su propia manera de ser, su conciencia y su razon le presentan á su admiracion y estudio.

Para comprender esta verdad, basta saber que en toda la Capitania General de Venezuela desde 1696 en que se fundó en Carácas el seminario de Santa Rosa, hasta 1721 en que este seminario se elevó á universidad, la colonia no tenía otra fuente de ilustracion que aquel instituto, en el que apénas se enseñaba latin, filosofia aristotélica, teologia, cánones y música llana : instruccion esta que verdaderamente venia á ser contraproducente; porque dando alguna luz á los que seguian la carrera eclesiástica y dejando á los otros en absoluta ignorancia, puede decirse que se armaba el brazo que debia establecer á más del cautiverio material en que gemian los pueblos, el de los corazones y

las conciencias rendidas al poderoso influjo de unos hombres que, con alguna instruccion, han aspirado siempre á reinar sobre sus semejantes, bajo el amparo de las santas doctrinas del Evangelio, enteramente contrarias á sus generales prácticas.

Creada la universidad en 1721, á más de las que habia, se fundaron una cátedra de derecho civil y otra de medicina. Este establecimiento y el seminario de Mérida, eran las únicas fuentes de ilustracion en todo el pais. Cual seria el corto número de personas instruidas que habia para entónces en Venezuela, de ello se desprende.

En estos institutos, los verdaderos adelantos del hombre no tenian entrada. Jamas los trabajos de Galileo, ni su nombre siquiera se dejó oir en aquellas oscurecidas aulas. Las leyes de Kepler, las grandes verdades descubiertas por Newton; las que el gran ingenio de Descartes presentó á la admiracion universal; las profundas especulaciones de Locke, las de Leibnitz, éran consideradas como impiedades, toda vez que la inteligencia humana se hallaba en aquellos establecimientos como detenida por una fuerza, que aspiraba á mantenerla en una estabilidad propia para servir á los designios que revolvía el espíritu de dominacion en las altas regiones del poder. Las matemáticas, que acostumbran al hombre á conclusiones lógicas, no se enseñaban allí; el derecho de gentes y el derecho político estaban cubiertos de un velo para los venezolanos; apénas se daban rudimentos de medicina. El error y la confusion eran el verdadero símbolo de lo que se hacia aprender en metafisica. Así extraviadas las facultades de los que asistian á aquellas áulas, apénas conocian entre enmarañadas y pueriles

nociones, las ideas universales relacionadas con los primeros conocimientos del hombre y su manera de ser. De química, botánica y las demas ciencias apénas se conocian los nombres. La historia, cuyo conocimiento y estudio alientá los pueblos en la práctica de la virtud, enseñándoles la marcha progresiva de la humanidad hácia la perfeccion moral y material, era fruta vedada para los venezolanos. La geografia universal y la del propio pais, enigma indescifrable que no entraba en los estudios.

Las bellas artes estaban proscritas de aquellos planteles de instruccion, y de las lenguas vivas y muertas apénas se enseñaba el latin. De aqui resultó que el habla y escritos de los ménos ignorantes, eran duros, incorrectos, sin elegancia ni galanura; plagados de citas en latin, cosa en que ponian grande esmero.

Así, léjos de formarse ciudadanos útiles para la patria, solo se veian por todas partes hombres viciados, indolentes ó perezosos, que sólo aspiraban á distinguirse de sus semejantes por títulos adquiridos por el oro, que les facilitaba los medios de seguir á sus anchas la vida triste y miserable que esperaban pasarse en el desconocimiento de los deberes y derechos de cada ciudadano para con su patria, su conciencia y sus semejantes.

¿De que valía aquel espíritu vivo y penetrante, aquella facilidad y entereza de ánimo que todos los viajeros creyeron siempre descubrir en los jóvenes de Venezuela, si esas prendas iban luego á perderse en prácticas y enseñanzas contrarias al verdadero desarrollo intelectual?

A fines del siglo pasado algunos « beneméritos hijos «del pais, dignos de eterna y grata memoria, mejora

«< ron la enseñanza de la medicina y de la música em«beleso y aficion irresistible del venezolano. » Leyéronse por primera vez cursos de filosofia moderna por los clérigos R. Escalona y A. Echezuría, y en casa de los SS. Luis y Javier Uztariz reunieronse algunos literatos á cultivar las letras y artes liberales.

Este movimiento intelectual espontáneo de los hijos del pais, fué seguido por el vice rector del colegio de Santa Rosa, señor Don José Antonio Montenegro, quien introdujo reformas literarias en los estudios y contribuyó á la mejora de la educacion no sólo con su ejemplo y trabajos, sino hasta con su propia fortuna. Mas entre todos estos hijos del pais que, amantes del progreso intelectual del hombre querian traer á su patria un rayo de luz siquiera que disipara un tanto la tiniebla de ignorancia que la envolvía, descollaba, como dice Baralt, «el licenciado M.J. Sanz que, aplicado desde la edad temprana al estudio de la jurisprudencia, hizo en ella y en los pocos conocimientos que entonces se enseñaban, tan notables progresos, que muy luego llamó la atencion y mereció el afecto de algunos hombres ilustrados que se sacrificaban en secreto al númen de las ciencias. Estos le facilitaron cautelosamente la lectura de algunos libros prohibidos, por cuyo medio llegó en pocos años á alcanzar un caudal de instruccion inmenso para aquel pais y para los tiempos que corrian, y sin duda muy superior al de la generalidad de sus conciudadanos. Conoció entónces, lleno de asombro, los admirables adelantos que las ciencias físicas, moráles y políticas habian hecho en Europa y midió, con no poca afliccion, el hondo abismo de ignorancia en que estaba sumido su pais. Desde entónces no hubo ya para él más placer que el estudio, más

anhelo que la ilustracion de sus conciudadanos; y acaso leyendo á escondidas y en altas horas de la noche á Rousseau, á Voltaire y Raynal, se le ocurrió como en sueños la idea confusa y en aquel tiempo quimérica de ver libre y dichosa á su patria. »

Dotado de un ánimo vigoroso, de una vasta comprension y de un claro ingenio, pudo abarcar las grandes verdades consignadas en las más elevadas obras del entendimiento humano, relacionadas con la moral, economía y gobierno de los pueblos. Y no contento aún con penetrar aquellas altas y trascendentales cuestiones, su espíritu en las horas de reposo descansaba « en el regazo de las Musas. »

Sanz era pues, jurisconsulto, literato, filósofo, economista y poeta : tenia lo que es mejor que el saber, la honradez y en grado superior aquel don precioso del cielo sin el cual valen poco para la felicidad de la vida la ciencia del sabio y el ingenio del poeta, es á saber el don de gentes (1).

Llegados pues, los dias ansiados de la independencia, aquel gran movimiento halló el pais si bien con algunas luces debidas á estos claros varones de que hemos hablado, estas estaban concentradas, por decirlo así, en el estrecho círculo de los que habian concebido el gran proyecto de libertar á sus conciudadanos del triple yugo de la ignorancia, el fanatismo y la tiranía. Sonada la hora de los combates, y aún en los grandes conflictos porque tuvo que atravesar la causa de tantos pueblos, no se olvidaron los que tenian en sus manos las riendas del Estado, de que la propaganda de la instruccion era la fuente verdadera de la ciudadania; y así desde 1811

(1) Historia de Baralt y Diaz.

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