Imágenes de páginas
PDF
EPUB

ménos 15,000 metros cuadrados, y en ella se han tallado en la roca las grandes esclusas que han de contener el agua del rio Macarao, que por un acueducto de 50 kilómetros de longitud vendrá á surtir la ciudad de abundantes é inmejorables aguas (1). Estos estanques tienen una capacidad de doce millones de litros, son de forma de una herradura, y estan guarecidos de sólidas construcciones que han estado bajo la direccion del laborioso é inteligente jóven ingeniero Luis Mario Montero. El acueducto, del cual daremos una descripcion detenida en el segundo volúmen, ha costado ya más de tres millones de francos y ha sido construido durante la actual administracion. Colocados pues en esta planicie, veamos que aspecto nos ofrece la ciudad y sus contornos.

Semejante á una hermosa matrona, reclinase á la falda sur del Avila, coronada de blancas torres y de pequeñas y oscuras cúpulas que contrastan con la multitud de árboles que se alzan por sobre la mayor parte de los edificios, como si estuviesen deseosos de atestiguar la permanente primavera con que quiso la naturaleza regalar aquella comarca.

Aquí se ven lánguidas palmeras, allá flexibles sáuces, á este lado se divisan esbeltos membrillos y manzanos; á otro lado naranjos cargados de verdes y doradas pomas, ó erguidos aguacates cuyo oscuro follaje contrasta graciosamente con las flores rojas y amarillas de otros árboles.

Tres riachuclos, el Caroata, el Catuche y el Anauco, dividen la ciudad en cuatro porciones y luego caen al Guaire que, por entre prolongadas hileras de sauces

(1) Este acueducto está ya terminado puede decirse.

y cañaverales va contorneando la parte sur de la ciudad. Diríase al verlo, que besa sus plantas y luego se retira un poco para ofrecerlas la rica alfombra de esmeralda que á sus márgenes presentan las dilatadas plantaciones de caña y de cereales. Hácia el oriente. los altos bucares que dan sombra á los cercanos cafetales determinan los linderos de la ciudad, mientras que á lo léjos y por sobre de ellos se divisan en la prolongacion del valle las risueños campos de Chacao. Si se vuelve la vista al sudoeste, el paisaje se presenta en todo su esplendor. Los labrados campos de la Vega, donde numerosas oficinas elevan sus humeantes torreones, que se miran suceder unos tras de otros por el angosto valle, mientras que numerosa tropa de labradores se ve diseminada aquí y allá, ya recojiendo la caña sazonada que aguarda el vecino trapiche; ya diregiendo los sumisos bueyes, ya abriéndo ó desembarazando los canales por donde ha de venir el agua á las sementeras; ya, en fin, atendiendo al cuidado que requieren las diferentes plantaciones de que se halla constantemente enriquecido este valle. Hácia el norte destacase la serranía costanera que en su primera mitad se ve cubierta de menuda yerba, y despues « de una ancha faja de grandes árboles siempre verdes, entre los que abunda el rosal alpino de la América equinoccial, que cuando florea cubre esta zona de purpurinos reflejos. » Luego se levanta sobre todo, como una immensa cúpula, la majestuosa é imponente silla de Carácas. Y mientras la vista se recrea en la contemplacion de este pintoresco cuadro (que en algo podran apreciar nuestros lectores en la vista que publicamos de esta ciudad) una atmosfera pura y transparente, una deliciosa temperatura y un hermoso cielo, convidan al hombre à

[graphic]

CARACAS

Palacio del Cuerpo Legislativo.

« AnteriorContinuar »