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temerario de su inconsulto proceder, pues en 1587 fué sustituido en el gobierno por Don Diego Osorio, quien atendiendo á las munerosas quejas que contra Rójas le deponian, procedió á formarle juicio, de resultas del cual fué preso y reducido á la mayor miseria, confiscados que fueron sus bienes.

Era el nuevo Gobernador un sujeto de altas prendas; ademas de su talento nada comun, poseia cierta entereza y penetracion, tan necesarias á los hombres de estado. Así, pensó en mejorar la situacion de su provincia, en cuanto se relacionase no solo con las leyes y su cumplimiento, sino con la condicion de los infelices Indios traidos á la última miseria y mas duro yugo por sus antecesores. Pidió, pues, autorizacion al Rey por medio de un comisionado, que fué Don Simon Bolívar. Oyóle el Rey, y no solo le otorgó la autorizacion que demandaba, sino que hizo á la provincía otras útiles mercedes. Trájola Bolívar en 1592, y ya con ella comenzó su obra. Entre las reformas que puso en práctica, las mas loables son estas la creacion de ordenanzas municipales y la congregacion de los Indios en pueblos y aldeas por medios conciliativos y humanitarios; la cual reforma de todas es la que mas le honra y hace ver sú noble fondo.

La infalibilidad no es la dote de ningun gobierno; así, Osorio no dejó de errar en algunas cosas, pagando tributo á la condicion humana que nada puede hacer con perfeccion. Concluidas sus reformas, fundó en 1593, por manos de Juan Fernández de Leon, una ciudad entre Barquisimeto y los límites del nuevo reino de Granada, para de ese modo asegurar la posesion del extenso territorio comprendido entre estos puntos. Decidió entónces hacer un viaje á las principales villas de sus provincias, y

cuando se hallaba en Maracaibo, vino una gran calaInidad sobre Carácas, cual fué la llegada del corsario inglés Dracke, acaecida en junio de 1595. Este corsario, burlando toda vigilancia y todo preparativo de defensa, despues de haber desembarcado cerca de La Guaira, entró á Carácas con 500 hombres, la puso á saco, la incendió y ocho dias mas tarde volvió tranquilo á sus naves, sin que los españoles hubieran podido hacerle el menor daño (1). Volvió, pues, Osorio á Carácas á los principios de 1596; y allí se estuvo hasta el próximo año en que se le llamó á presidir el gobierno de Santo Domingo. Al retirarse este de su nuevo empleo, demas está decirlo, dejó en el corazon de sus gobernados un recuerdo de gratitud y admiracion, de que hasta entonces ningun otro se habia hecho acreedor. Entró en su lugar Gonzalo Peña Lidueña, el cual gobernó en paz por tres años al cabo de los cuales murió sin haberse hecho indigno de su predecesor, aunque nada notable se hizo en su tiempo.

VIII

DON FRANCISCO VIDES, GOBERNADOR DE CUMANÁ. ESTADO DE LA PROVINCIA. URPIN Y SUS INFRUCTUOSAS EMPRESAS.

Corría el año de 1600, y la provincia de Venezuela estaba en paz, presidiendo su gobierno Don Alonso Arias Baca, nombrado por la audiencia de Santo-Do

(1) Ya en 1585, este mismo célebre marino, de quien el gobierno inglés habia hecho una arma poderosa contra España, habia saqueado á Santo Domingo, Cartagena y otras cuidades de sus colonias. Y ahora, despues de haber arruinado á Carácas, fué á devastar las poblaciones costaneras, entre las que se cuentan : PuertoBelo, Rio Hacha y Santa Marta.

mingo para suceder á Peña. Apartémonos ahora un momento de ella para ocuparnos en las comarcas que han venido á formar parte de lo que hoy se llama Venezuela, aunque por entonces estaban fuera de sus límites.

Don Francisco Vides, habia llegado como gobernador á Cumaná en 1585, al propio tiempo que Nuñez Lobos extendiera su jurisdiccion sobre los Cumanacotos, apoyado por Cobos, que como hemos visto, no sin fruto, se habia internado en aquellas regiones. Este hombre, lejos de arraigar en su corazon sentimientos generosos, é incapaz por ello de concebir cosa que estuviese de acuerdo con la benevolencia, trajo nuevas y profundas calamidades sobre las regiones encomendadas á su gobierno. Depuso á Cobos, por su conducta nada compasiva para con los indígenas, y encargándose él mismo de la conquista, marchó al frente de 130 hombres de pelea, dejando por todas partes hondas huellas de crueldad, de suerte que en vano trató de fundar dos pueblos, porque los Indios obligaron á sus pobladores á abandonarlos.

Tocó á este mal hombre convertir á San Cristobal en factoría de esclavos, consintiendo á despecho de las leyes en que se robara á los Indios miserablemente. Tuvo, en parte, al fin su castigo por tales fechorías, pues llegadas á conocimiento del gobierno, este mandó á Don Juan de Haro en su lugar, quien le puso preso y le remitió á España.

Poquísimo habian adelantado los Españoles en esta parte del continente, y fué tan lento el progreso allí, que basta decir que desde entónces hasta 1671, en que se fundó definitivamente á Barcelona, comenzada á construir por Urpin al pié del Cerro Santó en 1637,

apenas pudo consolidarse una poblacion en toda la comarca, y esta fué la de Cariaco, fundada en 1630 á las márgenes del rio Caricuao. Este Urpin á quien hemos nombrado, habia obtenido en 1631 autorizacion de la Audiencia de Santo Domingo para someter á los indígenas de estos paises; pero apesar de su expedicion de 300 hombres y de su constancia, nada consiguió hasta 1633, en que por intrigas le fueron retirados los poderes. Volvió, sin embargo, despues de haberlos obtenido de nuevo, cuando habian pasado ya dos años, mas tuvo el mismo resultado. Parece que á este expedicionario le guiaba mala estrella, pues nada de cuanto emprendia llevaba á buen término. Así ya fundaba á orillas del Manapire una ciudadela, y esta desaparece al retirarse él; ya comienza á construir un fortin en el sitio en que se halla hoy Clarines, y no puede concluirle nunca; reedifica á Uriche, que ha de desaparecer bien pronto á impulsos de los Indios; y funda á Barcelona, que debia trasplantarse á la orilla izquierda del Neverí, bajo el gobierno de don Sancho Fernandez de Angulo.

Estas mismas contrariedades demuestran bien claramente, el estado en que se hallaba esta provincia que, por decirlo asi, estaba por someter aun en el siglo xvn, época en que Urpin dejó de existir.

IX

LOS MISIONEROS. -SE PROHIBEN EXPEDICIONES ARMADAS Á CUMANÁ. BUENOS RESULTADOS QUE DIERON LAS MISIONES EN BARCELONA CUMANÁ.

NEROS.

ABUSOS QUE COMETIERON LUEGO LOS MISIO

- TRISTE SITUACION DE LOS INDÍGENOS.

No al brazo ensangrentado de cruel conquistador, ni á la perfidia de feróz avariento, fué dado el some

ter aquellas comarcas. Estaba reservada esta alta empresa á los misioneros cristianos que, en el siglo XVII, á influencias de un buen sujeto de San Cristobal de Cumanacotos, llamado Francisco Rodriguez Leite y del obispo de Puerto Rico, Don Lope de Haro y su sucesor, vinieron á predicar las santas doctrinas que encierra el Evangelio.

El Rey, oyendo á este obispo y á muchos otros sujetos de cuenta, pensó con ellos que el sistema de enviar misioneros seria mas fructifero que el de expediciones armadas, que hasta entónces solo habian ensangretado y puesto en la mayor miseria todo el pais. Así, en 1652 se expidió una cédula, por la que se prohibian las expediciones militares á Cumaná, y pocos años despues comenzaron á fundarse misiones, hasta que en 1755 llegaban á trece. Tocó á Barcelona, ser el teatro primero de aquella propaganda que debia sustituir al sable la santa mision del cariño, y que debia demostrar que no hay ciencia de gobierno cuando se quiere gobernar por la benevolencia y la caridad.

No pocos de estos misioneros, en su penosa tarea, sufrieron el martirio; mas su obra se consolidó de manera que para 1799, habian ya fundado 38 pueblos con masó menos de 25,000 habitantes de raza indígena. Y los capuchinos aragoneses que se encargaron de reducir á los Indios de Cumaná, á pesar de la resistencia de los que habitaban las montañas, no hicieron ménos progresos, pues á fines del siglo XVIII tenian fundados. 17 pueblos, y 18,000 Indios oian de su boca los principios religiosos establecidos por el Cristo, y en sus prácticas humildes y benévolas aprendian á gozar de las dulzuras de una vida para ellos desconocida. Mas estos mismos hombres que, á fuerza de sacrificios y con

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