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un celo digno de todo encomio, habian traido á la paz y á la concordia tantos desgraciados, sometidos antes á grandes infortunios por la caprichosa y casi siempre temeraria voluntad de los crueles conquistadores, se olvidaron ya, en goce de su espléndido triunfo, de que el vencedor no debe dormir sobre sus laureles, ni el piloto descuidarse en la bonanza. Ellos, los mismos que con teson invencible, habian sufrido tanto, y hecho esfuerzos dignos de los que en medio de grandes tribulaciones sustentaron con su sangre y su martirio las doctrinas del Cristo, no solo se dieron á punible abandono, si no que entregaron sus almas á la codicia y á los placeres mundanos, con harto desdoro de si mismos y de la santa institucion de que eran representantes. Gozando entónces de una vida dulce y tranquila, nada tenian que les inquietase sino su conciencia. Dueños de todo, en todo deciden; se reparten las tierras, hacen trabajar á los Indios cuatro dias á la semana en su comun sementera, y especulan con las imágenes y rosarios, ya que no podian hacerlo con los sacramentos!... Sin embargo, de entre ellos hubo algunos á quienes solo puede acusarse de gran desidia y holgazaneria, pues que retirados á sus aislados conventos, ni enseñaban ya, ni hacian mas que reposar tranquilamente gozando del trabajo de los infelices Indios.

Traidas á este punto las cosas, los pobres habitantes solo habian conseguido cambiar de dueño y pasar á mayor estado de embrutecimiento; pues entregados aquellos hombres á sus tareas especulativas, no pensaron en lo adelante sino en hacer de aquellos infelices buenas máquinas de produccion con que enriquecerse. ¡Desdichada raza! Tu destino fué gemir entre la cuchilla de bárbaros conquistadores y las pérfidas garras

de codiciosa gente; y para colmo de infortunio, cuando en el cuadrante de los tiempos la hora de la independencia habia sonado, yacías en el sueño de la tumba ó errabas dispersa y en reducido número por selvas desconocidas!...

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GUAYANA. · PRIMERA ESPEDICION VENIDA A ESTA PROVINCIA, AL
MANDO DE ORDAZ. RESULTADOS QUE TUVO. GERÓNIMO DE
HORTAL.-MALOS RESULTADOS DE SU EXPEDICION.- LOS MISIO-
NEROS EN GUAYANA. INVASION DE LOS PORTUGUESES Y DE
LOS INDIOS. - RUINA COMPLETA DE LA COLONIA DE GUAYANA.
DON ANTONIO BERRIO Y SU EXPEDICION. NUEVA Y GRANDE
EXPEDICION EN BUSCA DEL DORADO. SUS RESULTADOS.
SIR WALTER RALEIGH. SUS EXPEDICIONES Á GUAYANA.

SUS PIRATERIAS. SU MUERTE.

Pasemos ahora á Guayana, donde encontraremos ménos misiones, con idéntico, ó, mejor dicho, con peores resultados.

Este inmenso pais está comprendido entre los grandes rios Orinoco y Amazonas, que se hallan unidos por el Casiquiare y el Rionegro el uno, brazo del Orinoco y el otro, afluente del Amazonas, de suerte que viene á ser una grande isla. A este gran territorio, pues, el primer español que llegó fué Don Diego de Ordaz, célebre ya en la conquista de Méjico, á quien Cárlos V habia dado el gobierno de las tierras que sometiese en un espacio de 200 leguas que hay del rio llamado entónces Orellana á Maracapana. Mas á pesar de haber reunido hasta 1000 hombres, de los cuales 400 eran veteranos, nada pudo hacer en su tentativa de entrar por el Amazonas en 1531, pues una tempestad le hizo volver á Paria mal su grado, abandonando tierras que

juzgaba de una riqueza fabulosa. Sin embargo, internándose por el Orinoco, llegó cerca de la embocadura del Meta, y allí tuvo noticias de ricas comarcas situadas á la falda occidental de los Andes; y aunque estaba sobre manera deseoso de ir en su solicitud, vióse forzado á retroceder, tanto por el descontento de sus soldados como por los obstáculos que á su paso presentaba el rio en aquellos parajes. Llegó por fin á Cumaná despues de haber estado en Pária, de donde con una parte de su gente habia enviado primero al Licenciado Gonzalez de Avila. Allí fué reducido á prision él con su adelantado sepamos por qué.

Habia construido indebidamente el gobernador de Trinidad, Don Antonio Cedeño, un fuerte en la costa de Pária, que estaba bajo la direccion de Ordaz : éste, cuando salió con su expedicion, habia sufrido una tempestad en las bocas del Amazonas, y obligado por ella, como hemos dicho, tuvo que recalar nuevamente allí. Vista por él la fortificacion, tomóla por sorpresa y dejó en ella guarnicion suficiente para defenderla, en momentos en que proseguia su viaje y conquista, de que acabamos de verle salir tan poco airoso. El haberse pues apoderado del fuerte, fué el motivo de su prision, en momentos en que su tropa, disgustada de tantos trabajos y fatigas, le abandonaba. Luego fué enviado á Santo Domingo, en donde la Audiencia, no solo le declaró libre y restituido en sus poderes relativos á la conquista, sino que le ofreció apoyo en lo que hubiera necesidad. Poco tiempo despues murió envenenado, en momentos en que su enemigo Cedeño hacia grandes esfuerzos en la Corte por recuperar el fuerte.

Sucedió á Ordaz, Gerónimo de Hortal, que como tesorero le habia acompañado. Este, á duras penas, des

pues de dos años, pudo formar una expedicion que puso al mando de Herrera, para seguir la conquista que no habia podido llevar á cabo su antecesor; y aunque era poco númerosa, por el descrédito en que se hallaba para entonces toda empresa en estas comarcas, llegó hasta la embocadura del rio Meta, que tiene sus vertientes en los Andes granadinos, dejando muy atras el paso de donde se habia vuelto Ordaz. Grandes penalidades habia tenido que sufrir aquella gente en su dilatado viaje; sin embargo, con buen ánimo se propone Herrera seguir adelante, esperanzado de hallar aquella encantada tierra con que habian soñado tantos, creyendo las mentirosas descripciones de los Indios. Mas á esta sazon murió, herido de una flecha envenenada. Volvióse, pues, la expedicion dirijida por Álvaro de Ordaz, y llegados que fueron á Pária, hallaron abandonado el fuerte, pues Hortal, revolviendo en su mente aquellos pensamientos de conquista, que trajeran desasosegados á muchos, se habia ido con toda su gente á Trinidad para de allí seguir en pos de su teniente. Los recien llegados sufrieron amargas horas de necesidad, pues sin cosa alguna propia para alimentarse, lo hacian de yerbas, mariscos y aun del cuero ya podrido de animales marinos, y al fin se dedicaron al comercio de esclavos. Hortal, que acompañado de Cedeño habia seguido el mismo camino de Herrera, nada pudo adelantar despues de mil contratiempos y discordias. Tampoco, pues, fué concedido á los conquistadores españoles el sometimiento de las hermosas regiones del Orinoco. Habia sido reservada esta empresa, allí, como lo fué en Cumaná, á los ministros del santuarío, á los apóstoles de esa religion consoladora que engrandece al hombre con sus suaves prácticas, nu

triendo su corazon con el manjar de sus doctrinas, de donde ha brotado la cristalina fuente de los derechos humanos, que la igualdad y la fraternidad han extendido por toda la tierra.

En 1576, pues, la voz de estos sacerdotes resonaba ya en aquellas soledades; y aunque en 1579 los portugueses, aliados con los Indios, les arrojaron de allí (destruyendo al propio tiempo la primera villa que la mano española plantara en aquellas tierras, situada en la confluencia del Caroni con el Orinoco), mas tarde los veremos de nuevo, trabajando con ánimo fuerte y constancia inaudita en la árdua empresa de someter tan inmensas regiones, pobladas de hombres á quienes se habia hecho el nombre español altamente odioso.

Doce años despues de la invasion de los portugueses é Indios, estuvo abandonada y en olvido la conquista de estas regiones, hasta que Don Antonio Berrio, yerno y único heredero de Gonzalo Jimenez de Quesada, ya famoso por su conquista en el pais de los Muiscas, hizo una gran recorrida del Nuevo Reino de Granada hasta la isla de Trinidad, que juzgó estaba comprendida en su jurisdiccion. Habiendo pasado por el Casanare y el Meta, entró en el Orinoco luego y arribó á Trinidad; fundó allí á San José de Ocaña y luego volvió al Orinoco en cuyas márgenes puso los fundamentos de Santo Tomé de Guayana, doce leguas al Oriente de la embocadura del Caroni. Fué con esta expedicion de Berrío, que revivió el deseo de emprender la conquista de El Dorado; y á tal punto llegó el entusiasmo, que Berrío arrastrado por las consejas que oyera sobre tan rica y maravillosa tierra, preparó con permiso del Rey, por mano de Don Domingo Vera su maestre de campo, la mas numerosa y lucida expedicion que hasta entónces saliera de Eu

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