Coleccion de poesias

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Rius, 1881 - 350 páginas
 

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Página 326 - Del precipicio altísimo: mil olas, Cual pensamiento rápidas pasando, Chocan, y se enfurecen, Y otras mil y otras mil ya las alcanzan, Y entre espuma y fragor desaparecen.
Página 119 - Como torbellino hiende el espacio veloz. El fiero ímpetu no enfrena del bruto que arroja espuma; vaga al viento su melena y con ligereza suma pasa en ademán atroz. ¿Dónde va? ¿De dónde viene? ¿De qué su gozo proviene? ¿Por qué grita, corre, vuela, clavando al bruto la espuela, sin mirar alrededor?
Página 115 - Era la tarde, y la hora En que el sol la cresta dora De los Andes. El desierto Inconmensurable, abierto Y misterioso a sus pies Se extiende, triste el semblante, Solitario y taciturno Como el mar, cuando un instante, Al crepúsculo nocturno, Pone rienda a su altivez.
Página 115 - Gira en vano, reconcentra Su inmensidad, y no encuentra La vista, en su vivo anhelo, Do fijar su fugaz vuelo, Como el pájaro en el mar. Doquier campos y heredades, Del ave y bruto guaridas, Doquier cielo y soledades, De Dios sólo conocidas, Que Él sólo puede sondar.
Página 120 - Así el bárbaro hace ultraje al indomable coraje que abatió su alevosía; y su rencor todavía mira con torpe placer las cabezas que cortaron sus inhumanos cuchillos, exclamando: « — Ya pagaron del cristiano los caudillos el feudo a nuestro poder. Ya los ranchos do vivieron presa de las llamas fueron, y muerde el polvo abatida su pujanza tan erguida.
Página 273 - Mañana solo, cuando ya de nuevo por el oriente tu corona brille, tu primer rayo dorará mi tumba, mi tumba libre. Sobre ella el cóndor bajará del cielo; sobre ella el cóndor que en las cumbres vive pondrá sus huevos y armará su nido, ignoto y libre.
Página 329 - Al sostenerla en mis amantes brazos... ¡Delirios de virtud!... ¡Ay! desterrado, Sin patria, sin amores, Sólo miro ante mí llanto y dolores. ¡ Niágara poderoso ! Oye mi última voz : en pocos años Ya devorado habrá la tumba fría A tu débil cantor. ¡ Duren mis versos Cual tu gloria inmortal ! Pueda piadoso Al contemplar tu faz algún viajero Dar un suspiro a la memoria mía.
Página 273 - EN BOCA DEL ULTIMO INCA Ya de los blancos el cañón huyendo, hoy a la falda del Pichincha vine, como el sol vago, como el sol ardiente, como el sol libre.
Página 127 - De las entrañas de América dos raudales se desatan: el Paraná, faz de perlas, y el Uruguay, faz de nácar. Los dos entre bosques corren, o entre floridas barrancas, como dos grandes espejos entre marcos de esmeraldas.
Página 327 - ... atizar la infanda guerra, y desolar frenéticos la tierra. Vilos y el pecho se inflamó a su vista en grave indignación. Por otra parte vi mentidos filósofos que osaban escrutar tus misterios, ultrajarte, y de impiedad al lamentable abismo a los míseros hombres arrastraban. Por eso...

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